Los sueños de Siria: la realidad de los niños afectados por el conflicto

Niños sirios en un taller de Entreculturas
Foto: Misiones Salesianas
   
Actualizado: martes, 10 marzo 2015 12:02

MADRID, 10 Mar. (Por Ana Muñoz, portavoz de Misiones Salesianas) -

   "Vivo con una sensación de miedo permanente, miedo a morir o a ser herida, miedo por mi familia y mis amigos. La ansiedad me acompaña todo el tiempo desde que me levanto hasta que puedo dormirme... Así un día, y otro, y otro". Es el testimonio de Marzouk, una joven que acude al Centro Don Bosco que los misioneros salesianos tienen en Damasco.

   Sami, un pequeño de 12 años también del Centro Don Bosco, cuenta el temor con el que vive tras haber salvado la vida de milagro: "Iba andando por la calle con una sensación extraña, no había mucha gente, de pronto miré a lo alto del edificio que tenía enfrente, ¡había francotiradores! Una de las balas me pasó rozando la cabeza. Salí corriendo a mi casa".

   Bernard, de 15 años, está preocupado por su hermano que se alistó en el Ejército. Salim, de 16 años, recuerda cómo una explosión mató a su primo "y mi madre hizo de escudo cuando yendo a su entierro nos dispararon".

Entreculturas

Foto: Misiones Salesianas

SECUELAS PSICOLÓGICAS

   Las secuelas psicológicas de los niños, niñas y jóvenes que están viviendo la guerra serán difíciles de superar. La violencia y la muerte que les rodea han roto sus vidas inocentes.

   "Ya no puedo ir a la escuela porque fue bombardeada. No vivo en mi casa porque quedó hecha escombros tras un ataque y he perdido a varios familiares por culpa de la guerra", dice Tala, una joven de 13 años.

   Por su parte, Alí, de 15, recuerda a su padre que murió hace unos meses tras una explosión y Ghassan cuenta con alegría que a pesar de haber recibido un disparo logró salvar la vida gracias a los médicos del Hospital Francés en Damasco.

   Tras cuatro años de guerra nada es igual en Siria. Alimentos, medicinas, viviendas, ropa de abrigo, seguridad... se necesita de todo. Siria es un país asolado. Más de 250.000 personas han muerto, de ellas más de 8.000 son niños y niñas; 50.000 personas están desaparecidas; 6 millones han tenido que abandonar sus hogares, 3 millones incluso han abandonado su país; más de 10 millones necesitan ayuda humanitaria; 212.000 personas viven sitiadas; 670.000 niños y niñas de primaria y secundaria han visto interrumpida su educación, más del 53% de la población vive en la extrema pobreza...

   "Es difícil vivir con los cortes de energía, sobre todo, en invierno cuando hace frío... Y me gustaría poder comer cosas ricas, como antes de la guerra, ver los mercados llenos de gente y de vida", explica Bashar, otro joven.

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Foto: Misiones Salesianas

LABOR DE MISIONES SALESIANAS

   Desde Misiones Salesianas, tratamos de ayudar a las personas más necesitadas. Se reparte ropa de abrigo para los más pequeños, se ofrece ayuda económica y alimentos a más de 200 familias y en Kafroun se da acogida a más de 60 personas desplazadas.

   No obstante, nuestro trabajo principal es proporcionar un poco de esperanza, ser soporte, sobre todo, para los niños, niñas y jóvenes. No nos podemos quedar impasibles ante el sufrimiento de millones de personas.

   Por ello, hemos lanzado la campaña 'Los Sueños de Siria', en la que queremos mostrar la realidad de los niños, niñas y jóvenes que se enfrentan cada día a la violencia y las armas, pero donde cabe la esperanza, la amistad y el amor.

   A pesar de la realidad en la que viven, los jóvenes y los más pequeños desean que pronto el conflicto llegue a su fin y Siria vuelva a ser la tierra que era.

   "Quiero que se termine esta hostilidad, pero tenemos que ser capaces de curar las heridas, de no pensar que existen vencedores y vencidos, sólo personas, unas iguales a otras. Y para poder llegar a tener una vida feliz cuando todo pase, es necesario trabajar para que exista una verdadera reconciliación y acabar con el hambre y la pobreza que ha golpeado a tanta gente desde que estalló la guerra".

   Son las palabras de Anna, llenas de vida y de anhelo de una vida mejor. Como ella, cientos de jóvenes tendrán la difícil tarea de reconstruir un país arrasado. Debemos ser capaces de soñar con todos ellos. No les dejemos solos. Soñemos juntos.

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Foto: Misiones Salesianas

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