El magistrado de la Audiencia de Sevilla Luis de Oro-Pulido, primer juez de España con un perro guía

El magistrado de la Audiencia de Sevilla Luis de Oro-Pulido, acude con su perro guía a la Audiencia Provincial
El magistrado de la Audiencia de Sevilla Luis de Oro-Pulido, acude con su perro guía a la Audiencia Provincial - FRANCISCO J. OLMO- EUROPA PRESS
Actualizado: viernes, 14 abril 2023 16:56

Su can, Pusky, le acompaña desde este viernes en su trabajo en los Juzgados de la capital andaluza

SEVILLA, 14 Abr. (EUROPA PRESS) -

El magistrado de la Audiencia Provincial de Sevilla Luis Gonzaga de Oro-Pulido se ha convertido en el primer juez de España en incorporar un perro guía a su vida. Afiliado a la ONCE desde 2004 y usuario de bastón desde 2018, de Oro-Pulido inició el pasado mes de febrero un nuevo capítulo en su trayectoria con Pusky, un perro labrador de dos años, formado en la Fundación ONCE del Perro Guía, que ahora es testigo fiel de todos sus movimientos y sentencias.

Luis de Oro-Pulido (Madrid, 1962), padre de cuatro hijos, viene de una familia de juristas. "En general lo he llevado relativamente bien", explica. "Mis padres no hicieron que tuviera una relevancia grande, restaron importancia al problema que teníamos. Nos hicieron ver que un problema deja de serlo cuando no tiene solución. Y lo nuestro no la tenía solución, había que tirar hacia adelante", destaca la ONCE en una nota de prensa.

Las oposiciones tampoco fueron un obstáculo, sobre todo porque, en aquel entonces, el campo visual central le permitió estudiar con éxito para sacarse la plaza de juez. "Nunca me ha frenado. Mi madre y mi padre siempre me han enseñado que la fuerza, el tesón y la constancia y el esfuerzo da sus frutos y efectivamente los da", afirma. Su madre superó tres cánceres, uno de ellos de piel, y al día siguiente de recibir el alta acudió a su farmacia a trabajar.

Con ese ejemplo, de Oro-Pulido ha ido creciendo como persona y como juez a razón de entre diez y doce horas de estudio al día, antes como opositor, y ahora como un juez escrupuloso en escrutar cientos de volúmenes, archivados en cajas, parte en tinta, parte en disco, para dirimir la inocencia o culpabilidad de los sujetos juzgados.

Ahora sonríe al recordar cuando se tropezó con un muerto que yacía en el monte en su primer levantamiento de cadáver en Cazalla de la Sierra. "Hay mucha más gente con muchos más problemas que nosotros y que sigue adelante es lo que me ha ayudado a mí a seguir porque realmente es duro", reconoce.

UNA REACCIÓN EMOCIONANTE

"La primera reacción fue emocionante, le gustó muchísimo, le quiere un montón y establecieron vínculo muy pronto, ha sido muy gratificante desde nuestra perspectiva", resume Nuria García, instructora de la Fundación ONCE del Perro Guía. García le acompañó en los desplazamientos en Sevilla durante su primera semana, sus movimientos por el interior de la Audiencia, del despacho a la sala de juicios, las entradas y salidas por el control de seguridad, las subidas y bajadas por las escaleras del Palacio de Justicia.

Aunque las primeras semanas son de adaptación, y se encuentra inmerso en pleno proceso, de Oro Pulido ya es consciente de la calidad de vida que Pusky va a aportar a su movilidad y autonomía, tanto en el ámbito privado como en el público. Antes iba en tensión y con estrés en el autobús para evitar chocarse con otras personas -"yo siempre pido perdón, aunque no siempre tengo yo la culpa", puntualiza- y ahora va mucho más tranquilo.

"Creo que con el perro además de ir mucho más seguro y tranquilo seré mucho más visible", afirma. El magistrado, que se ha tragado un par de bicicletas en este tiempo, reconoce que las administraciones deberían regular mejor el uso de bicis y patinetes. "El incumplimiento de las normas por parte de ciclistas y patinetes es tremendo", denuncia.

En el Palacio de Justicia de Sevilla, escenario de tantos casos mediáticos, "Pusky no pasa desapercibido entre togas, abogados, presuntos delincuentes, y medios de comunicación habituales que cubren la información judicial". Los compañeros del juez lo han acogido "estupendamente". Sus compañeras funcionarias le han regalado una especie de cama para que se eche en el despacho que comparte con otros tres magistrados, "además de una manta, un bebedero, un cepillo o un juguete para que se entretenga". Luis sale con sus compañeros a tomar café y Pusky es uno más entre los suyos. "No ha entrado todavía en una sala para una vista por la huelga de los letrados de Justicia, pero entrará -afirma- Que tengan cuidado los acusados", se ríe.

CUATRO AÑOS Y MEDIO DE ESPERA

Como ocurre con cualquier otro afiliado, la ONCE desplegó toda su estructura de Servicios Sociales para responder a las necesidades de Luis de Oro-Pulido cuando se afilió en 2004 por una retinosis que pronto derivaría en una pérdida progresiva de la visión. En el primer plan individual de atención que le aplicaron contó con un técnico de rehabilitación que le ayudó en su movilidad de la vida diaria y optimización del funcionamiento visual, un tiflotécnico que adaptó su puesto de trabajo con quien profundizó en el manejo de las nuevas técnicas de comunicación y una trabajadora social entre otros profesionales.

Con el tiempo, otro plan le permitió aprender el uso del bastón y ganar confianza en sus desplazamientos de su casa a la Audiencia, especialmente del tramo que va de la última parada del 34, en el Prado de San Sebastián, hasta su despacho en la Sección III de lo Penal de la Audiencia Provincial, que se encuentra a escasos 200 metros de la parada del autobús.

En 2018, de Oro-Pulido inició el procedimiento para conseguir un perro guía. Demasiados golpes, demasiados choques con bolardos y tropiezos con otras personas en el camino a la Audiencia le empujaron a iniciar el procedimiento para conseguir un perro guía. Un proceso que arranca con la solicitud a la Fundación ONCE del Perro Guía, acompañada de un informe que deben firmar la médico de empresa, un sicólogo, una trabajadora social y un técnico de Rehabilitación para confirmar que reúne los requisitos adecuados para ser usuario.

A partir de ahí entró en una lista de espera que se ha prolongado durante cuatro años y medio, con el paréntesis de por medio de la pandemia, y a finales de febrero, tras una semana intensa de convivencia en Boadilla del Monte, la Fundación entregó a Luis a Pusky, un labrador de dos años con el que ha congeniado desde el minuto uno.

Leer más acerca de: