OVIEDO, 7 Sep. (EUROPA PRESS) -
El abogado, Aurelio Menéndez, manifestó hoy que lo que los asturianos han hecho fuera de Asturias, en España y fuera de ella, lo han hecho siempre con nostalgia. Porque -como dejó escrito Juan Antonio Cabezas- "cuando el emigrante astur pierde por el mundo todas sus ilusiones, todavía conserva una: la de morir en el regazo de la tierra, de la Asturias soñada, con los ojos llenos de paisaje". "Este es, al fin, el resultado de nuestro universalismo", señaló.
Menéndez realizó estas manifestaciones durante su intervención tras recibir la Medalla de Oro de Asturias de 2009 en el Auditorio príncipe Felipe de Oviedo.
El letrado reflexionó sobre el significado de la condición de "asturiano". Desde algunos textos ilustrativos, Menéndez señaló que se advierte que la acusación mas frecuente y generalizada hecha a los asturianos es la de su "violencia y belicosidad".
En contraste con esta imputación, se puede encontrar más modernamente toda una serie de juicios sobre virtudes de los asturianos: su generosidad, su nobleza, su laboriosidad.
"A mi me parece, no obstante, que el dato mas permanente durante los dos últimos siglos consiste en la afirmación del "asturiano" como persona dotada de "singular inteligencia" y citó a Feijoo, De Luxan, De la Rada, Holinsky, el mismo P. Manjón, y por su mayor proximidad y relieve Madariaga y Ortega.
Respecto al denominado "grandonismo", Menéndez explicó alguna de las virtudes del asturiano: el sentido de la propia dignidad, la grandeza de alma, su proverbial generosidad y su hospitalidad. "¿Qué defectos pondríamos enfrente? Tal vez el apasionamiento, la locuacidad, el alto tono de voz y la notoria tendencia hacia la vanidad", apuntó.
Menéndez terminó su intervención recordando la presencia asturiana en la política española. La etapa mas significativa la de las últimas décadas del siglo XVIII y primeras del XIX con nombres tan notables como el Conde de Campomanes, Jovellanos, Martínez Marina, Conde de Toreno, Agustín Argüelles, Flórez Estrada y Canga Arguelles.
Pero más modernamente recordó la etapa de la Transición política de los años 1976 y 1977 porque, "al fin, esa evolución política es difícil de entender sin los nombres de Torcuato Fernández-Miranda, Santiago Carrillo, Sabino Fernández Campo, General Díez Alegría y, si se me permite la inmodestia, yo mismo. Algo tuvimos que ver en aquel tránsito político tan problemático", añadió.
