Tribunales.- El acusado de asesinar a Sonia Reinaldo niega los hechos y afirma que rompieron poco antes de su muerte

Actualizado: miércoles, 23 abril 2008 17:39

El imputado dice que pidió prestado el coche para un asunto de drogas y no para trasladar el cadáver de la joven, que murió de "contusiones múltiples"

GIJÓN, 23 Abr. (EUROPA PRESS) -

El imputado por el asesinato de la joven Sonia Reinaldo, cuyo cadáver apareció semicalcinado en la parroquia gijonesa de Cenero el 1 de junio de 2003, comenzó hoy, en la Sección Octava de la Audiencia Provincial de Asturias con sede en Gijón con la declaración del acusado, ex pareja de la víctima, quien dijo haberse enterado de su muerte por la Policía. El hombre, Javier M.A., admitió haber discutido en varias ocasiones con la joven aunque negó haberla agredido o asesinado. Según él, la relación se había roto poco antes de la muerte de la chica, al preferir ella seguir consumiendo cocaína.

También aseguró que el coche que pidió prestado, en el que supuestamente se trasladó el cadáver, lo utilizó para guiar por la ciudad a un ciudadano venezolano en un asunto de tráfico de drogas, a cambio de una cantidad de dinero. El acusado rechazó que supiera algo de las denuncias por maltrato que la víctima había interpuesto contra él ni que hubiera sido alojada en una casa de acogida.

Asimismo, explicó que él le había dado a escoger a la joven entre la cocaína o él, que en aquella fecha tomaba heroína, pero que ésta prefirió seguir tomando esta sustancia estupefaciente por lo que se rompió la relación. La mujer le pidió entonces dinero para irse de la pensión dónde convivía con él.

Por este motivo, a primeros de mayo de 2003 fueron primero al banco donde ella cobraba la pensión para pedir un adelanto, pero no se lo dieron, por lo que luego fueron al de él, donde le adelantaron 40 euros que entregó a la joven. El acusado aseguró que desde aquel momento no volvieron a hablar, aunque él la veía a veces por zonas frecuentadas por toxicómanos.

Por esas mismas fechas, la pareja había discutido porque él la pilló besándose con un vecino del edificio donde vivían, al que le dio un bofetón. La mujer ejercía también la prostitución, según él.

Respecto a la supuesta noche de autos, del 20 al 21 de mayo de 2003, el imputado explicó que llamó a su hermano para que le proporcionara un vehículo, que este último pidió prestado a un amigo, y que se lo dejara aparcado donde la pensión, en la calle de Magnus Blikstad, con las llaves puestas.

Aunque por un momento dijo que Sonia le acompañaba, luego rectificó y dijo que se había confundido. Según él, estuvieron por el barrio de la Arena esa noche, aunque sólo pudo precisar que el otro hombre se llamaba 'Julián'. En el juicio se constató que el imputado no sabía conducir, aunque no poseía carnet.

En cuanto al registro de su habitación por parte de la Policía, justificó que hubiera manchas de sangre de la joven en la pared ya que al pincharse la heroína era "muy normal que saltara -sangre--". Asimismo, apuntó que él entregó a los agentes los efectos que su ex pareja había dejado aunque dijo no recordar que se hubieran llevado para examinar una sábana bajera y una funda de almohada, mientras que no había aparecido la sábana de arriba.

Por su parte, los forenses que declararon en el juicio confirmaron que la muerte de la joven se debió a "contusiones múltiples", aunque no pudieron precisar si habían utilizado algún objeto dado el avanzado estado de descomposición en el que se encontró el cadáver y que éste estaba semicalcinado.

Sobre el hecho de que la ropa interior de la víctima estuviera a la altura de los tobillos, uno de los forenses señaló que, dada su experiencia, pudo haberse debido a la manipulación del cadáver a la hora de moverlo.

Asimismo, el cuerpo se halló envuelto en una sábana y con "un número importante de golpes", con fracturas vitales en tres costillas, así como otras lesiones como traumatismo craneal y torácico y lesiones en extremidades. Tampoco en la autopsia se pudo comprobar si había signos de defensa, ya que al cadáver le faltaba parte de las manos.

Los forenses afirmaron que no les consta que en la fecha de los hechos el imputado sufriera una alteración en sus facultades volitivas ni cognitivas. También puntualizaron que aunque el acusado, por la toxicomanía de muchos años sufriera de complicaciones orgánicas --VIH, hepatitis e infecciones repetidas--, no tenía un deterioro de salud tan grave como el de ella, que a las patologías que tenía se sumaban las secuelas por un grave accidente de tráfico que sufrió, además de que había sido apuñalada en una ocasión.

Los peritos aclararon también que el hecho de que en un informe se recoja que el acusado sufre de esquizofrenia paranoide es porque él así lo relató, y no porque haya un diagnóstico médico "concreto". De hecho, explicaron que su personalidad es compatible con la de un drogadicto, pero no quiere decir que sufriera ningún trastorno mental, ni siquiera por haber padecido meningitis, ya que no fue en la infancia. Por contra, su informe señala que si raciocinio era "normal".

Este diagnóstico sobre el estado mental del imputado fue rebatido por dos peritos del SIAD (Servicio Interdisciplinar de Atención a las Drogodependencias), quienes declararon que la conclusión de su informe es que éste sufre una dependencia a múltiples substancias -opiáceos, cocaína, tranquilizantes, cannabis y alcohol--, además de trastornos psicológicos que merman sus capacidades volitivas, aunque las cognitivas sólo en momentos puntuales, cuando está con síndrome de abstinencia o bajo una sobredosis.

Pese a todo, aclararon que no hay informe que avale cómo estaba el imputado en 2003. Según las peritos, consta que el acusado desde 1987 fue atendido por problemas de toxicomanía y que pasó por varios intentos de desintoxicación.

Por otro lado, testificó otra perito de la consulta psiquiátrica de Cabueñes donde fueron atendidos tanto el acusado como la víctima. Según su testimonio, esta última era una persona "muy enferma", que padecía VIH aunque no quiso recibir tratamiento para ello.

La forense dijo que era una mujer delgada, con muchos virus en la sangre, con problemas respiratorios y de movilidad al quedarle una pequeña joroba tras fracturarse varias costillas y vértebras en un accidente de tráfico. "Tenía una enfermedad crónica que la fue deteriorando de forma progresiva a lo largo de los años", indicó.

La testigo expuso que fue la víctima al ingresar a primeros de mayo de 2003 en el hospital quien dijo que su pareja la había maltratado en varias ocasiones. La mujer tenía cita para una analítica el día 22 de ese mes, pero no se presentó.

También los peritos de la Guardia Civil, que testificaron por videoconferencias desde Madrid, confirmaron que las manchas de sangre halladas en unos botines y en la pared de la pensión eran de la víctima, así como al menos un pelo de los 14 encontrados.

Por su parte, la Fiscalía pide para el acusado 20 años de prisión por el delito de asesinato y tres más por uno de maltrato habitual, con el agravante de parentesco, así como una indemnización para los padres de la víctima de 60.000 euros.

Las acusaciones particulares coinciden en la petición por el delito de maltrato, aunque la que ejerce la madre eleva la del asesinato a 25 años, al aplicar los agravantes de parentesco, abuso de confianza y de superioridad, y la que ejerce el padre pide 24 años. Ambas acusaciones piden 50.000 euros de indemnización para sus respectivos clientes.

En cuanto a la defensa, solicitó la libre absolución para el imputado y destacó que tiene las capacidades físicas y mentales deterioradas, además de mermadas su fortaleza por la drogodependencia que padecía de más de 15 años, el VIH y esquizofrenia.