SANTANDER, 13 Jun. (EUROPA PRESS) -
Noventa grupos de voluntarios, de los cien que han participado en el Proyecto Ríos, han enviado los resultados de las inspecciones realizadas durante los últimos meses, ultimando así la recogida de datos de la campaña de primavera. Los voluntarios han obtenido información detallada de más de sesenta kilómetros de la red fluvial de Cantabria, pertenecientes a todas las cuencas.
A pesar de las continuas lluvias de la primavera, que han supuesto un contratiempo para los participantes, se han podido analizar los principales ríos de la región y recoger una información pormenorizada sobre los parámetros que permiten conocer la calidad ambiental de los mismos.
Entre los parámetros, destacan los análisis físico-químicos (caudal, temperatura, dureza, pH) y el estudio de toda la vida relacionada con el medio fluvial, destacó el Gobierno en nota de prensa.
En cuanto a la biodiversidad, se han recopilado datos de importancia como la presencia de anfibios escasamente conocidos, lo que ha permitido obtener nuevas observaciones sobre estas especies. También se ha detectado la localización, generalizada en algunas zonas, de especies vegetales introducidas.
Asimismo, se ha recopilado información sobre el patrimonio del medio fluvial, de carácter arquitectónico (molinos, lavaderos, fuentes o pozos) y simbólico (cuentos, leyendas y canciones).
EL PROYECTO RÍOS.
La Consejería de Medio Ambiente, a través del CIMA, impulsa el Proyecto Ríos en Cantabria, consistente en un proceso participativo y voluntario para el diagnóstico y la conservación de los ecosistemas fluviales. Mediante este voluntariado ambiental se diagnostica la realidad de los ríos cántabros, inventariando la biodiversidad que engloban el patrimonio humano asociado y los impactos que reciben.
El Proyecto Ríos pretende vincular a la población con su medio natural, partiendo de una formación adecuada y una metodología práctica, para que los propios ciudadanos sientan el patrimonio como propio y adopten responsabilidades hacia el mismo.
La actividad de los voluntarios participantes contribuye al estudio de los ecosistemas acuáticos y a la protección de espacios fluviales, permite disponer de datos, a largo plazo, que, sirvan de indicadores de evaluación del estado de salud de los ríos, crea una red de observadores fluviales, vincula afectivamente con el río y fomenta la participación en la gestión de los ecosistemas fluviales.