SANTANDER, 7 Mar. (EUROPA PRESS) -
Los acusados de integrar una red que explotaba a mujeres extranjeras en la prostitución relacionada con tres clubes cántabros han manifestado este lunes, en el juicio celebrado contra ellos, que no sabían "nada" de esta supuesta actividad en los locales, dos en Polanco y uno en Torrelavega, al que algunos iban en ocasiones como clientes, a tomar copas, y otros trabajan allí, en labores de seguridad o mantenimiento, pero desconocían -han dicho- que fueran locales de alterne.
En la sesión, que ha comenzado en la Audiencia Provincial y que se desarrollará hasta el próximo miércoles, día 9, han declarado el propietario de los establecimientos (el 'Holliday' y el 'Centaurus', en Polanco, y el 'Rocco', en Torrelavega), el que se encargaba de las gestiones de los clubes, el responsable del mantenimiento y un portero. Otro de los acusados, que estaba citado, ha dejado de estar procesado, pues ya fue juzgado en Rumanía por estos hechos y condenado a cuatro años de cárcel. Así, A.M. declarará este martes, pero como testigo. La Fiscalía reclamaba para todos ellos penas que suman 165 años de cárcel.
El dueño de los clubes y supuesto cabeza de la banda, Ángel U.F., ha indicado que conocía a A.M. "vagamente, de vista", pero no sabe si éste trajo mujeres rumanas para prostituirlas en los establecimientos. "No sé absolutamente nada", ha zanjado, al tiempo que ha sentenciado que él "jamás" le encargó algo así. "No le pagué ni un centavo", ha apostillado al respecto.
Los negocios tenían como titular a empresas de las que el presunto cabecilla era su principal accionista o estaban gobernadas por él a través de administradores únicos. De Joseba Iñaki B.B., al parecer su 'hombre de confianza' y quien se encargaba de gestiones, ha dicho que mantenía con él una relación "comercial". Así, este último "dirigía los locales a su libre albedrío", mientras que él "cobraba el alquiler y punto".
El dueño de los establecimientos ha señalado que iba "a veces" a alguno de ellos, "una vez al mes y había meses que ni eso", ha precisado, pero a "tomar copas". En este sentido, ha negado entrar a las oficinas de los negocios o pedir la recaudación. "Era propietario del local, pero no del negocio", ha zanjado.
"NUNCA HABLARON DE PROSTITUCIÓN"
Por su parte, Joseba Iñaki B.B. ha declarado que Ángel U.F. y otro hombre le propusieron llevar negocios en Cantabria, que "iban a ser pubs o locales de copa. Nunca hablaron de alterne o prostitución. Me enteré a posteriori", ha indicado.
Según ha explicado, cuando le avisaban Ángel U.F. o Víctor Manuel M.M. -otro de los acusados y al parecer encargado de uno de los locales- o, si no, por iniciativa propia, se desplazaba desde la provincia vasca en autobús hasta Torrelavega, en total unas "diez o doce" veces. Venía, ha dicho, a hacer gestiones, en asesorías o bancos, y cobraba dietas -100 euros- por ello, como administrador de uno de los clubes. Pero "yo no soy el jefe de nada", ha apostillado Joseba Iñaki B.B.
De acuerdo con su versión, los dos procesados citados anteriormente le acompañaban hasta el banco y le esperaban fuera. Mientras, él -que tenía la firma de las empresas- retiraba el dinero que le indicaban, lo metía en un sobre, se lo entregaba al salir y se volvía a Bilbao. Así, ha asegurado que sólo estuvo una vez en uno de los clubes, "por la mañana", y le pareció que era una discoteca.
ENCARGADOS DEL MANTENIMIENTO Y SEGURIDAD
En el juicio también han declarado dos trabajadores, uno que se encargaba de labores de mantenimiento, Galo R.V.A., y otro de seguridad en la entrada, Sorín S. El primero ha relatado que trabaja a turnos en un hospital y que el encargado, el camarero o portero de uno de los clubes le avisaban para hacer reparaciones cuando algo se estropeaba, e iba "cuando podía".
En total, fue una docena de veces, dos de ellas por la noche. Y como cliente, acudió en "muy pocas" ocasiones, "menos de cinco", y también a "tomar copas". Además, ha negado que sustituyera al encargado o portero en sus puestos, porque era algo que no podía compaginar con su trabajo a turnos en el hospital.
Este acusado, que ha dicho no conocer al supuesto cabecilla de la red, ha manifestado que cuando iba al establecimiento "veía a chicas" en el interior, pero "no sabía que hacían".
Finalmente, Sorín S., que trabajaba de portero por las noches y que recibía órdenes del camarero, ha indicado que había chicas -de Brasil, no rumanas- que "vivían en el club" y que, según ha dicho, pagaban por el alojamiento y la manutención.
Ha agregado que "venían con hombres" y "entraban y salían" pero, según ha manifestado, no le consta que estuvieran allí para mantener relaciones sexuales. Tampoco sabe si las chicas pagaban las copas que tomaban en el local o las invitaban los hombres.
Y al supuesto cabecilla de la red, Ángel U.F. le veía "dos veces por semana" en el club, aunque nunca le vio ir a la oficina o dar instrucciones. Mientras, el gestor del negocio, Joseba Iñaki B.B., también iba por allí, aunque el portero no ha sabido precisar si mucho o poco.
ORGANIZACIÓN
Según la Fiscalía, los procesados se constituyeron en organización para delinquir, con una "clara" distribución de tareas y jerarquías y con el objetivo de obtener un "beneficio económico ilícito" procedente de la explotación de mujeres extranjeras en la prostitución.
Al margen del líder y su hombre de confianza, y los encargados de los clubes, completaban la red el contacto de la organización en Rumanía y el que se encargaba de "recopilar y seleccionar chicas" en este país, traerlas a España y cobrar los encargos del jefe de la organización.
Según el Ministerio Público, a primeros de septiembre de 2005, por encargo del líder de la banda, el contacto en Rumanía seleccionó a seis mujeres, y les ofreció traerlas a España para un "trabajo digno" a cambio de un sueldo de mil euros al mes.
Iniciaron su viaje en microbús y entraron como turistas en España, llegando a uno de los clubes, donde el encargado les hizo firmar un papel en español según el cual tenían contraída una deuda de 1.000 euros cada una, que debían pagar tomando copas y manteniendo relaciones sexuales con los clientes del club.
El negocio se quedaba con la mitad del dinero que se conseguía por las consumiciones de los clientes y con 24 euros por cada servicio de las chicas en concepto de alquiler de la habitación, limpieza de sábanas y uso de preservativos. La cantidad restante de cada servicio, que podía ser de 50, 57 u 81 euros, las chicas tampoco se quedaban nada puesto que iba para la empresa para descontar la deuda.
En esas condiciones, la primera noche tres de las chicas se negaron a prostituirse pero el encargado les amenazó advirtiéndoles de que si no saldaban las deudas o iban a la Policía "les volarían la cabeza" y matarían también a sus familiares de Rumanía.
A la vista de estas amenazas, dos de ellas se prostituyeron en las dos noches siguientes, si bien la tercera no, por lo que volvió a ser advertida. Un par de días después, en una salida controlada a Torrelavega para comprar ropa (estaban restringidas por el encargado), seis chicas trataron de huir pero fueron interceptadas por el portero y volvieron a ser amenazadas.
Todas regresaron al club pero finalmente, otros dos días después, aprovecharon un descuido y que la puerta estaba abierta, para escaparse en autobús a Santander, donde fueron a la Policía y consiguieron la calidad de testigos protegidas, testificaron y reconocieron como autores a los ahora procesados.
En abril de 2006, funcionarios de la Policía Judicial de la Guardia Civil realizaron un control de extranjería en otro de los clubes, donde fueron detenidos el encargado y cuatro mujeres brasileñas mayores de edad que dijeron prostituirse voluntariamente.