FIS.- Haitink alerta de los peligros de la globalización en la música y cree que cada orquesta debe defender su camino

Actualizado: lunes, 27 agosto 2007 17:09

El director de orquesta clausurará mañana el Festival Internacional de Santander con su único concierto en España

SANTANDER, 27 Ago. (EUROPA PRESS) -

El reconocido director holandés Bernard Haitink alertó hoy de los riesgos de la globalización, un fenómeno "muy peligroso" que afecta también a la música y que comparó con la tendencia "unisex" en la ropa. Frente a ello, opinó que las orquestas sinfónicas "deberían defender sus caminos" y tener su propia identidad.

Esto es lo que sucede, a su juicio, con la Royal Concertgebow Orchestra (RCO), a la que mañana dirigirá en la sesión de clausura del Festival Internacional de Santander (FIS) y que, en sus palabras, se diferencia de otras porque "no toca lo mismo que todas las demás". Según señaló, antes cada orquesta tenía un sonido diferente, cosa que ahora no ocurre y, por eso, para mantener "el sello de identidad" de la orquesta, la Royal Concertgebow tiene su repertorio particular.

En un encuentro con algunos medios de comunicación tras el ensayo de esta mañana, el director recordó que cuando la RCO interpretó a Mahler por primera vez en Londres la sala estaba medio vacía y hoy en día tocar piezas de este compositor "es una garantía de éxito". Eso mismo tratamos de hacer con la obra de Bruckner en el concierto de clausura del FIS, "algo que no todo el mundo haría", sentenció.

A pesar de sus advertencias, Haitink reconoció también un aspecto positivo en la globalización de la música, ya que "el mundo está lleno de músicos buenos" y todos ellos a su vez "son más globales". Así, "son capaces de tocar como solistas, en orquestas sinfónicas o en orquestas de cámara", agregó.

Para Haitink el papel de director de orquesta es muy complicado porque se ha de leer la música "entre líneas". "Es un proceso muy íntimo, que aunque pudiera definir con palabras, no lo haría, precisamente por esa cuestión de intimidad", explicó.

"Dirigir es una tarea muy difícil para los más jóvenes, pero es muy bueno para que experimenten la dureza de esta profesión y para que vean la relación entre el director y la orquesta. Es algo que siempre enseño en los talleres", la comunicación entre ambas partes, dijo Haitink, quien matizó que "no se trata de poner posturas bonitas", sino de "transmitir el sentimiento musical" a los componentes de la orquesta.

Acerca de la RCO, su director honorífico comentó la larga relación que le une a la orquesta, desde 1957, en la que ha podido ver pasar a cuatro generaciones de músicos, lo cual, según bromeó, le hace sentirse "como un dinosaurio" porque de los músicos que había en los años ochenta "tan sólo quedan cerca de una docena".

PROGRAMA DOBLE.

Bernard Haitink y la Royal Concertgebow Orchestra interpretarán en Santander los dos únicos conciertos de la formación en España, con un programa que el director definió como "muy didáctico" y que, en opinión del director del FIS, José Luis Ocejo, será reflejo de la "ductilidad y la capacidad interpretativa de la orquesta" y un "auténtico final apoteósico" del Festival.

El concierto programado para esta tarde incluye, en la primera parte, 'Parsifal. Preludio y encantamiento de Viernes santo WWW 111', de Richard Wagner y a continuación, 'El mar', de Claude Debussy. La segunda parte, se abrirá de nuevo con Debussy y sus 'Seis epígrafes antiguos' y terminará con 'Tristán e Isolda. Preludio y muerte de Isolda', de Wagner.

El programa de la jornada de clausura del FIS, mañana 28 de agosto, que se repetirá el próximo 31 de agosto para clausurar el Festival de Salzburgo (Austria), estará compuesto por la 'Sinfonía nº8 en Do menor(A117)' del austriaco Anton Bruckner, compositor muy ligado a la RCO y elegido frecuentemente para conciertos que se plantean como acontecimiento especial.

Esta octava sinfonía se encuentra entre las mejores de Bruckner y fue compuesta entre 1884 y 1887, y por primera vez en las sinfonías del autor, presenta el scherzo en segunda posición, para realzar el valor estratégico del adagio como eje expresivo de la composición.

El maestro Hermann Levi, que había estrenado con éxito, la Séptima en Munich, no entendió la octava, motivo de decepción para Bruckner que le llevó a emprender su revisión. Los principales retoques quedaron listos en 1890 y la obra se estrenó en Viena el 18 de diciembre de 1892 a cargo de la Filarmónica, dirigida por Hans Richter, que anteriormente había estrenado las sinfonías primera, tercera y cuarta.