CIUDAD REAL 3 Jul. (EUROPA PRESS) -
El acusado de matar a la dueña del pub Dessiré de Puertollano (Ciudad Real) en agosto de 2006, Juan Antonio F.B., de 23 años, se reconoció hoy un delincuente habitual, un ladrón de coches o de motos, pero no un homicida.
Sus palabras, en la que dijo que nunca había "matado a nadie", ni iba a "matar nadie jamás", pusieron fin al juicio que se ha venido celebrando desde el pasado martes, en la Audiencia Provincial de Ciudad Real y que hoy quedó visto para sentencia.
En esta última jornada, la seguridad en torno al procesado se ha aumentado notablemente, después de que ayer se autolesionara en el brazo derecho y estuviera ingresado en el Hospital General de la capital varias horas en observación, tras ser sedado.
En sus conclusiones finales, la Fiscalía y la acusación particular mantuvieron su petición de 20 años de cárcel por los delitos de homicidio y robo con violencia e intimidación, mientras que la defensa pedía la libre absolución al entender que había dudas suficientes para creer que no era el autor del crimen.
En esta cuarta y última sesión del juicio, declararon los forenses, que confirmaron que la fallecida recibió cinco puñaladas, dos de las cuales fueron mortales de necesidad, llegándole una de ellas a la caja del corazón.
También lo hicieron expertos toxicólogos, que confirmaron que en el local no había ningún rastro del acusado, aunque sí de las dos mujeres que estaban, la fallecida y la empleada, que ha actuado como testigo protegida, y de un hombre, que no coincide con el procesado y no está identificado.
CONCLUSIONES
En sus conclusiones finales, tanto Fiscalía como acusación particular dieron total verosimilitud a la declaración de la testigo protegida, que reconoció "sin dudas" al acusado y que mantuvo esta postura durante las investigaciones policiales y luego en su declaración en el juicio.
Por su lado, la defensa consideró que la declaración de esta mujer no es suficiente, ya que tuvo algunas dudas en la identificación, al no reconocerlo en un primer momento, creyendo que quería encubrir a otra persona y echarle encima el crimen a Juan Antonio.
Consideró que en este caso no se ha agotado la investigación, dado que no se comprobado quién era el hombre cuyo rastro genético estaba en un vaso en el bar, estimando finalmente que el autor de la muerte podía ser el hombre que vio en las cercanías del pub un vecino que vivía arriba del local y cuya descripción no coincide con la del procesado