El camionero acusado de matar a otro hombre en Casarrubios (Toledo) dice que no era dueño de sus actos

Europa Press Castilla-La Mancha
Actualizado: miércoles, 16 abril 2008 16:52
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   TOLEDO, 16 Abr. (EUROPA PRESS) -

   El camionero, identificado como A.B.J., acusado de intentar matar a otro hombre en las instalaciones de la mercantil Sten, situada en el polígono industrial Monte Boyal de la localidad toledana de Casarrubios del Monte, en noviembre de 2006, afirmó hoy que nunca había tenido problemas con la víctima y señaló que cuando ocurrieron los hechos no era dueño de sus actos.

   En su declaración durante la vista oral celebrada en la Audiencia Provincial de Toledo, el acusado reconoció que previamente al "pinchazo" se había producido una discusión con la víctima de caracter laboral en la que él profirió distintos insultos. Posteriormente, dijo se le calentó la sangre y sacó una "navajita pequeña" que llevaba en el llavero con la que "pinchó" a la víctima, pues "nunca" había usado navaja.

   También reconoció que cuando el hermano de la víctima --con cuya vida "podría haber acabado", precisó, porque se defendió "muy poquito"-- se acercó a él le aconsejó que no lo hiciera porque "estaba muy nervioso". Además, explicó que aunque intentó socorrer a la víctima no lo hizo porque ya se encargó su hermano de ello y que, tras el incidente, se fue a su camión, donde se quedó "llorando".

   Por su parte, la víctima, Sergio F.G., dijo que en el momento de los hechos sólo notó un "golpe fuerte" en el estómago y que, hasta que no llegó su hermano y le espetó al acusado que cómo se le había ocurrido sacar una navaja, no se dio cuenta de que había recibido un navajazo, vio la navaja y se percató de que estaba "lleno de sangre".

   NO SE DEFENDIÓ

   En este punto, declaró que cuando se acercó al acusado, con el que previamente había discutido, "no estaba alerta ni con miedo de nada" y que tras descubrir la herida no se defendió. Fue el hermano, según relató, el que le llevó hasta el Hospital de Alcorcón (Madrid) donde le intervinieron quirúrgicamente.

   Precisamente, su hermano, que confirmó que el acusado también le dio un navajazo que esquivó cuando se acercó al lugar de los hechos, aseveró que la navaja no era "una navajita de llavero" y que, aunque "no era grande" sí tenía una "hoja ancha". Asimismo, confirmó que llegó a coger una pata de andamio para amenazar al imputado, pero que la tiró al suelo cuando su hermano le instó a que le llevase al hospital.

   Durante la vista declararon diferentes trabajadores de la empresa, quienes confirmaron la discusión previa entre acusado y víctima y la existencia del arma homicida, que algunos definieron como una navaja y otros como un cuchillo. Uno de ellos llegó a desvelar que el acusado, cuando vio que el hermano de la víctima se dirigía hacia él con una barra de hierro en la mano, le espetó "ven aquí que te mato a ti también", a la vez que abría la navaja.

   Varios de ellos, a preguntas de la acusación particular, afirmaron que la víctima ha cambiado de puesto de trabajo dentro de la empresa, y que ahora trabaja en un recinto aislado dentro de la fábrica, siendo su actitud más triste y decaída.

   DIFERENCIA PERFECTAMENTE BIEN Y MAL

   Los peritos que examinaron al acusado tras los hechos confirmaron que éste diferencia "perfectamente el bien y el mal", es una persona "bien socializada" y mantiene un "relato coherente". En cuanto a la herida, aseveraron que si la víctima no hubiera sido atendida quirúrgicamente habría muerto "en dos ó tres días", aunque el estómago, advirtieron, no es un órgano vital.

   Por su parte, la psicóloga que ha atendido durante un año y medio a Sergio F.G., confirmó que este presenta un trastorno por estrés postraumático del que en este tiempo ha mostrado "muy escasa mejoría", lo que le ocasiona una "limitación de las funciones interpersonales y sociales diarias".

   ASESINATO CON ALEVOSÍA

   El Ministerio Fiscal, en sus conclusiones, calificó los hechos como un delito de asesinato con el agravante de alevosía, convencido de que la víctima no tuvo posibilidad de defensa y que el acontecimiento fue "sorpresivo, inesperado y repentino".

   Destacó, asimismo, que todos los testigos corroborasen la versión de la víctima, y calificó como "falsa" la versión ofrecida por el acusado respecto al arma empleado, cuando los biólogos que declararon durante la vista, señalaron que el llavero que se les remitió, no tenía resto alguno de sangre humana.

   La acusación particular, por su parte, consideró que los hechos son constitutivos de un delito de homicidio intentado en grado de tentativa acabada, por el que solicitó siete años y siete meses de prisión, además de una indemnización para su patrocinado de 56.610,53 euros por las secuelas causadas. A juicio de esta parte, ha quedado probado que el acusado actuó de manera "súbita e inopinada" con un golpe seco y que dirigió la navaja hacia la zona del corazón.

   Finalmente, la defensa, que admite un delito de lesiones "en todo caso", recordó que el acusado "optó libremente por desistir" en su acción tras la primera puñalada, evitando y abortando así la consumación del delito. Sí reconoció que "actuó mal" y en "estado de arrebato" en una zona donde no existen órganos vitales.

   Asimismo, insistió en que no hubo alevosía, pues los hechos iban precedidos de dos discusiones, y pidió que se tengan en cuenta los eximentes de miedo insuperable y arrebato y el de confesión de la infracción y colaboración con la justicia --se esperó en el camión hasta la llegada de la Guardia Civil aunque le aconsejaron que se marchase a casa tras hora y media en el lugar-- instando a que no se le aplique una pena mayor a tres años.


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