TOLEDO, 10 Jun. (EUROPA PRESS) -
Los distintos testigos que declararon hoy durante la segunda sesión del juicio con jurado popular que se celebra contra Sócrates F.S., acusado de asesinar a Juan Carlos Rodríguez, de 35 años, con un cuchillo jamonero en el interior de un bar de El Casar de Escalona (Toledo), la madrugada del 6 de noviembre de 2006, ofrecieron versiones distintas y contradictorias entre sí sobre quién pudo haber matado a la víctima y con qué.
Esta segunda sesión se abrió con la declaración, por videoconferencia, de Fernando, amigo de la víctima, quien aseveró que, aunque él había peleado con el fallecido, fue Sócrates, con una daga --que no espada-- de unos 30 centímetros de hoja el que realizó un "acometimiento directo" a la víctima unas dos veces, tras lo cual salió "inmediatamente corriendo y no prestó auxilio".
Fernando, quien apuntó en otro momento que Sócrates "era buena gente", subrayó que "no pudo ser posible" que otra persona distinta al camarero (Sócrates) apuñalase a Juan Carlos.
Por su parte, David, otra de las personas que había en el bar esa noche, señaló que el arma con el que Sócrates amenazó a la víctima en una pelea previa y el arma con la que le atacó eran distintas, y apuntó que la única persona que fue con un cuchillo y estaba con la víctima era el acusado ya que "no había nadie más".
Reconoció que "nadie en el bar" se esperaba esa reacción por parte de Sócrates, se mostró convencido de que la víctima "no era capaz" de hacer frente a cualquier persona, debido al estado de embriaguez que presentaba, pero indicó que él no pudo ver las puñaladas porque una columna que había en el establecimiento se lo impidió.
Por su parte, otro de los testigos, Wilson, que se encontraba en el bar con su mujer, precisó que el acusado sacó una espada "como intimidación" cuando se produjo la pelea previa entre Fernando y la víctima, pero que no golpeó con ella. Dijo no saber quién agredió a la víctima porque no lo vio, pero aseguró que en la zona donde se produjo el apuñalamiento estaban Sócrates y Fernando, aunque en ese momento él no vio armas.
'MUÉRETE AHÍ MISMO'.
Fue Wilson el que desveló que cuando Fernando estaba en la calle, tras suceder el apuñalamiento de la víctima, llegó a oír como decía "Muérete ahí mismo", algo en lo que coincidió posteriormente su mujer, Paola, quien aseguró haber oídos esas mismas palabras de Fernando, lo que motivó que se enfadase con él porque "no vi ninguna sensibilidad por parte de Fernando sino como si fuera placentero lo que le estaba pasando" a su amigo Juan Carlos, con el que parecía seguir enfadado.
Wilson también señaló, a preguntas de la defensa, que estando en la calle Fernando acusó a David de haber matado a la víctima y este "se puso nervioso y dijo que no, que él no estaba en la pelea". En este punto coincidió también Paola, quien señaló que David --que tenía "manchas de sangre" en su ropa-- estaba "asustado" porque Fernando le había intentado acusar de lo que pasó.
Otra persona que se encontraba esa noche en el establecimiento era Leticia, entonces novia de David, que declaró durante el juicio que fue ella la que llamó al 112 cuando vio cómo la víctima empezó a sangrar por el pecho y se cayó al suelo "desplomado, boca abajo". Ella indicó que no vio a Sócrates que llevase ningún arma, y aunque no vio lo que pasó consideró que fue él quien apuñaló a la víctima. No vio a nadie con restos de sangre ni vio que nadie cogiera la espada, que ella sí vio tirada en el suelo.
Tras Leticia, compareció un vecino de Wilson y Paola, que esa noche se encontraba en su casa durmiendo cuando el bullicio de la calle y los ladridos de su perro lo despertaron, llegando a oír una conversación entre cuatro personas --a dos de ellas las reconoció como el matrimonio vecino-- que hablaban de puñaladas y de un charco de sangre, lo que motivó que llamase a la guardia civil para avisar que que podría haber pasado algo.
MANCHAS DE SANGRE.
La declaración de este testigo, que dijo que a pesar de ser de noche y de estar a unos 20 metros del grupo, vio cómo los dos jóvenes a quienes no conocía de ese grupo --eran David y Leticia-- tenían manchas de sangre en la ropa, provocó que el juez echase de la sala de vistas al padre de Leticia, que empezó a imprecar al testigo acusándole de estar mintiendo.
La dueña del bar, Milagros, prima del acusado, con el que vivía, y Ricardo, hijo de la anterior, incurrieron con su testimonio de hoy en muchas contradicciones respecto a su declaración inicial ante la policía y el juzgado, introduciendo nuevos elementos como la discusión que ella dijo haber oído entre Fernando y David sobre quién mató a la víctima, de la que antes nunca había comentado nada.
Según señaló, cuando llegó al bar, después de que Sócrates le hubiera dicho que le había "tirado un puñecito con la espada" a la víctima, se encontró a David, Leticia y Fernando, y que este último incluso le pidió "una litrona" cuando entraron al bar, tras suceder los hechos.
Milagros, quien manifestó haber visto a Sócrates en casa "intranquilo" porque había dejado a un chico "malherido" en el bar, confirmó que cuando llegó al bar encontró la espada encima del congelador, pero que no tenía sangre. Su hijo, por el contrario, apuntó que al entrar al bar no vio la espada ni a nadie que sacara ningún objeto del establecimiento.
Durante la jornada también prestó declaración la vecina en cuya terraza --situada a siete metros de altura desde la calle-- a los dos días de ocurrir los hechos, apareció un cuchillo jamonero, quien confirmó que cuando lo descubrió se puso "muy nerviosa", llamó a su marido y este a la Guardia Civil.
El letrado de la defensa interrogó a los diferentes testigos sobre el color de pelo de David cuando ocurrieron los hechos, algo en lo que también difirieron, y sobre la altura de la víctima, que todos situaron sobre 1,80 o más centímetros de altura.