Archivo - Botellas de vinos elaborados con las 17 variedades minoritarias de Castilla y León en el marco del proyecto Minorsens. - EUROPA PRESS - Archivo
VALLADOLID, 5 Dic. (EUROPA PRESS) -
Castilla y León trabaja, a través de sus instituciones, viticultores, bodegas y denominaciones de origen, en la recuperación de variedades minoritarias autóctonas de vid con el objetivo de reivindicar su "legado cultural" y "mirar al futuro" del sector con vinos "diversos, diferentes y únicos en el mundo".
"Ese punto de diferenciación es lo que importa muchas veces en cuanto a calidad de los vinos en un mercado tan globalizado", ha destacado el responsable de bodega de la Estación Enológica de Castilla y León, Alberto Martín Baz, desde este centro ubicado en Rueda (Valladolid) y dependiente del Instituto Tecnológico Agrario (ITACyL), el cual comenzó en 2002 un proceso de recuperación e identificación de las variedades "singulares" distribuidas por toda la Comunidad.
En la actualidad, esta institución, que tiene sus cultivos experimentales en la Finca Zamadueñas, trabaja con 17 variedades, de las cuales la mayoría están catalogadas y autorizadas por la Junta de Castilla y León, el Ministerio de Agricultura de España y la Unión Europea, tras un "proceso muy largo y complicado" de estudio.
Éste se inicia con prospecciones en campo después de tener conocimiento o haber recibido un aviso de la existencia de una posible variedad, y, para continuar, requiere verificar que realmente se está ante una variedad "distinta, estable y homogénea".
En viñedos de casi todas las denominaciones de origen de Castilla y León se han encontrado estas variedades minoritarias, "prácticamente extinguidas", ha explicado Martín Baz, para detallar que una vez autorizada ésta, tienen que ser los consejos reguladores los que decidan si hacen un cambio en sus pliegos de condiciones para amparar los productos elaborados con estas variedades.
Zonas "un poco más abandonadas", donde el viñedo "no se ha desarrollado tanto y con un manejo más tradicional", ofrecen "mucha diferenciación", como es el caso de Arribes del Duero, cuya DO ya respalda las variedades tintas Bruñal, Bastardillo Chico (Merenzao), Gajo Arroba, Mandón o Tinto Jeromo, así como la blanca Puesta en Cruz y la rosa Tijonera.
Este espacio natural es un "paraíso" para la recuperación de las variedades minoritarias, ha indicado, al respecto, el director técnico de la DO Arribes, Carlos Capilla. La variedad Bruñal fue la primera que se recuperó en esta comarca, en 2004, y está ya "perfectamente instalada" en las elaboraciones, mientras el resto se incorporan a las bodegas desde 2014, con predominancia de Puesta en Cruz. La última variedad en incorporarse es la Tijonera con las que se ha empezado a trabajar en algunas bodegas.
A la par que los viticultores apuestan por las plantaciones de estas variedades, los vinos elaborados con ellas aumentan en comercialización "anualmente", lo que ahonda en la posición y diferenciación de los caldos de la Comunidad.
POTENCIAL ENOLÓGICO INFINITO
"El potencial enológico que Castilla y León puede transmitir es infinito", ha aseverado Capilla, quien ha reivindicado esta forma de "recuperar la historia" y "mirar al futuro" a través de lo que lo que ofrece el clima y suelo de las diversas zonas de la Comunidad, una "combinación perfecta" que permite vinos "únicos en el mundo".
Además de Arribes, la zona de El Bierzo (León) también tiene variedades "interesantes", Estaladiña y Merenzao, tintas amparadas por la DO homónima, y Mouraz, que por el momento no ha sido autorizada por la marca de calidad.
Igualmente, en la Sierra de Salamanca se han recuperado las variedades Rufete Serrano Blanco, ya incluida en la Denominación de Origen Protegida (DOP), y la tinta Piñonera, todavía en fase de evaluación por el Ministerio de Agricultura--.
Otra variedad es la Negro Saurí, sinonimia oficial de Merenzao, que en la actualidad se elabora bajo el sello de la DO León desde Melgar de Abajo (Valladolid), mientras en la comarca de Toro (Zamora) se encuentra la variedad blanca Aurígera, aún no autorizada en el pliego de DO Toro.
Asimismo, en Cebreros (Ávila) se ha caracterizado la variedad blanca Legiruela, que se encuentra en este momento aún en fase de evaluación por parte del Ministerio de Agricultura. Por otro lado, en los viñedos del entorno de la DO Rueda se encuentran las variedades tintas Cenicienta y Puesto Mayor, si bien solo la primera está incorporada al pliego del sello.
Muchas de estas variedades están autorizadas para su cultivo en la Comunidad, estén o no respaldadas por la denominación, en un intento del Itacyl por brindar oportunidades a quienes estén interesados en elaborar vinos con ellas.
Esta idea de ofrecer nuevos recursos la comparte el director general de DO Rueda, Santiago Mora, quien pone en valor ese trabajo para recuperar variedades "casi olvidadas" y que han sabido adaptarse para sobrevivir a fenómenos como el cambio climático.
Este es el caso de la Cenicienta, tinta de características "muy frutales" que, como es habitual en estas vides, se elabora de forma "muy minoritaria". En concreto, este vino saldrá al mercado próximamente por primera vez con el marchamo de la DO Rueda -- si bien ya se puede encontrar sin este sello--.
Mora ha subrayado que así se brinda la "exclusividad de acceder a una uva prácticamente extinta", en este caso con la "bondad y calidad" de la DO Rueda, que, por otro lado, aún espera a constatar, mediante pruebas, las características de la variedad Puesto Mayor para valorar si la incluye.
Así, siempre en base a estudios, testajes, experimentos y esa mirada al pasado, la Comunidad puede producir vinos con un "registro completamente nuevo", ha añadido al respecto el encargado de bodega de la Estación Enológica de Castilla y León, quien sitúa estas variedades también como una forma de enfrentar la situación derivada del cambio climático, que a veces obliga a adelantar la vendimia de las variedades más tradicionales.
En este sentido, ha explicado que las minoritarias "se acoplan muy bien" a este contexto y sirven incluso para "hacer mezclas con variedades conocidas", de manera que permiten "cambiar los parámetros" y solventar así "deficiencias" provocadas por el anticipo de la vendimia.
PROYECTO MINORSENS
"Con un proyecto así, tenemos otro recurso, uno muy diverso, que permite coger lo bueno de cada variedad", ha agregado el enólogo, para precisar que dentro de esta iniciativa de recuperación, actualmente, la Estación Enológica lleva a cabo el proyecto transfonterizo Minorsens, con el norte de Portugal, cofinanciado por la Unión Europea con fondos Feder en el marco del Programa Interreg VI-A España-Portugal (Poctep) 2021-2027.
A la caracterización de las variedades de vid por métodos tradicionales, en este proyecto se suman las narices y lenguas electrónicas, en pro de obtener información avanzada y detallada que permita conocer lo que pueda aportar cada una.
Este rescate del "patrimonio genético" de las vides halladas en la Comunidad, consta de una parte enológica que consiste en microvinificaciones en pequeños depósitos, un proceso que se cuida "al máximo", ha incidido Martín Baz.
Este procedimiento se complementa con las analíticas en la Estación Enológica de grado alcohólico, acidez total, volátil o el pH, entre otras características, mientras el laboratorio de la Finca Zamadueñas se encarga de otras investigaciones y tratamientos necesarios para sacar adelante las variedades minoritarias de "personalidad propia" que agrandan, aún más, la imagen de Castilla y León como tierra de vinos de calidad.