El presunto autor del 'crimen de la maleta' insiste en la muerte accidental y en que ocultó el cadáver por miedo

Actualizado: lunes, 3 mayo 2010 16:54

Dice que empujó "un poco fuerte" a la víctima y que ésta murió al caer y golpearse en la cabeza con la pared y el suelo

VALLADOLID, 3 May. (EUROPA PRESS) -

El presunto autor del denominado 'crimen de la maleta', David A, insistió hoy, durante la segunda jornada del juicio con jurado popular que se sigue en la Audiencia de Valladolid, que la víctima, Eki María M, de 21 años, murió el 12 de septiembre de 2008 al golpearse accidentalmente en la cabeza después de que él le propinara un empujón "un poco fuerte" en el domicilio que ella tenía alquilado en el barrio de Parquesol.

El acusado, que se mostró en todo momento tranquilo durante su declaración, negó que mantuviera una relación de noviazgo con la joven y precisó que la había conocido cuando él se hallaba interno en la prisión de Dueñas (Palencia), donde llegó a recibir una veintena de visitas de la joven, dos de ellas de 'vis a vis' en las que llegaron a tener sexo.

David A.S, en declaraciones recogidas por Europa Press, indicó que Eki María, quien ejercía la prostitución, se había "encaprichado" de él por unas fotos que había visto en el piso de su hermana, a la que la víctima había alquilado una habitación, y que desde entonces la joven acudía con asiduidad a la prisión de La Moraleja e incluso le compraba comida y ropa.

Tras reiterar que la única relación que mantenía con la fallecida era de amistad, sexo incluido, ya que por aquel entonces tenía también sexo con otras dos jóvenes más, el procesado explicó que su intención inicial era la de compartir el piso que ella había alquilado en la calle Manuel Silvela, en el barrio de Parquesol, puesto que al salir de la cárcel tenía previsto quedarse a trabajar en Valladolid como vigilante de seguridad.

Fue en esa vivienda donde el 12 de septiembre de 2008, un día después de que David A.S. saliera en libertad, se produjo la discusión que provocó la muerte de Eki María, óbito que, según el procesado, fue accidental cuando él, de gran complexión física puesto que practica el culturismo, propinó un empujón "un poco fuerte" a la chica y ésta, que llevaba tacones, se tropezó con una alfombra y se golpeó la cabeza contra una pared del pasillo y luego contra el suelo.

"Ella quería salir a tomar unas copas y yo le dije que no porque había quedado esa noche con mi novia Sandra, y cuando me disponía a salir se puso delante de la puerta para impedírmelo", recordó el imputado, quien añadió que al empujarla se produjo la fatal caída de Eki María, sin que en momento alguno la hubiera golpeado con un objeto contundente ni mucho menos rematado más tarde para cerciorarse de su muerte.

"NO QUERÍA VOLVER A LA CÁRCEL".

Sin ser capaz de justificar de forma convincente cómo un mero empujón había provocado la muerte de la chica y, sobre todo, cómo habían aparecido proyecciones de sangre en un cuadro colgado en la pared del salón y en las paredes del pasillo, además de no dar explicaciones sobre por qué aparecieron en el suelo uñas postizas, un broche y un pendiente de Eki María, salvo que la causa fuera una violenta pelea, David A.S. añadió que arrastró a la joven ya inconsciente hasta el servicio y la apoyó en la bañera con el fin de echarle agua para reanimarla.

Ni siquiera llamó al 112 puesto que, como así aseguró, le tomó varias veces el pulso y comprobó que estaba ya muerta. "Me puse muy nervioso porque acababa de salir de la cárcel, donde había estado un montón de años, y no quería volver", sentenció David A.S, que en vista de ello limpió la sangre del piso para borrar posibles pruebas y se deshizo del cadáver.

Para ello, el joven, que cuenta con numerosos antecedentes, relató fríamente que halló una maleta grande en la vivienda y la utilizó para introducir en ella el cuerpo. "La metí doblada con la cabeza sobre las piernas, cabía de sobra, hasta el punto de que tuve que meter toallas para evitar que el cadáver se moviera durante el traslado", indicó el procesado, quien se desplazó entonces en un coche de alquiler hasta Tariego de Cerrato y allí, en una bodega abandonada situada en una finca propiedad de su familia, arrojó la maleta por un agujero de unos tres metros de profundidad que cubrió con pajas y ladrillos.

La empresa no fue fácil y hubo de posponerla para el día siguiente, ya que cuando se dirigía en el vehículo hasta el escondite sufrió un aparatoso accidente con vuelco. Tuvo entonces que deshacerse de la maleta en el lugar del siniestro para volver al día siguiente y recogerla con otro coche de alquiler.

Finalmente, y para prepararse una coartada, el acusado mandó varios SMS a la propia víctima y a una amiga interesándose por su paradero y pidió también a su novia Sandra María P.N. que declarara a la policía que el día de los hechos lo habían pasado juntos.

"SI LA DABA UNA OSTIA LA MATABA".

Durante la segunda jornada del juicio declararon también, aunque tras un biombo, los padres de la fallecida, José Joaquín Mayo y Esther Johnson, quienes coincidieron al señalar que su hija les había dicho que mantenía una relación de noviazgo con un chico llamado David, aunque no se lo había llegado a presentar ni les había confesado que se encontraba en prisión.

Sólo les había comentado que su novio era muy fuerte y, pocos días antes de los hechos, "que si un día le daba una ostia la iba a matar", señaló literalmente el matrimonio, que también aseguró haber notado en las últimas semanas previas al crimen que Eki María se encontraba muy nerviosa y un tanto deprimida, aunque la aludida en momento alguno explicó el motivo de su estado.

Su madre, que desde entonces recibe tratamiento psiquiátrico, reconoció que aquella relación le parecía un tanto "misteriosa" y, entre lágrimas, recordó que ya se percató de que algo iba mal cuando tres días después de la desaparición de su hija entró en el piso con la policía y vio un "salpicón" de sangre en un cuadro del salón y comprobó que todos los efectos, fotos y documentación de Eki María habían desaparecido.

Con carácter provisional, el Ministerio Fiscal y la Abogacía del Estado, que consideran que los hechos son constitutivos de un delito de homicidio, solicitan para el encausado penas de 15 y 20 años de cárcel, respectivamente, mientras que los padres de la víctima, personados por separado como acusación particular, entienden que se trata de un asesinato y solicitan entre 25 y 30 años de privación de libertad.

La defensa, por su parte, sostiene que la muerte fue accidental y por ello interesa un fallo absolutorio. Alternativamente, y en caso de condena, solicita una pena de tres años por homicidio imprudente, con la atenuante de drogadicción.