El escritor vallisoletano Jesús Salviejo posa junto a su nueva novela, 'La última canción de Alice Wren' - M.A.R. EDITOR
VALLADOLID, 3 May. (EUROPA PRESS) -
La última novela del autor vallisoletano Jesús Salviejo, 'La última canción de Alice Wren', desentraña una peligrosa trama criminal entre Valladolid, Medina del Campo, Nava del Rey, Rueda y Tordesillas en tiempos del confinamiento, mientras las calles de la ciudad viven una pandemia de enfermedad, miedo y soledad, tres historias negras y criminales dan comienzo.
Trata de seres humanos, un cadáver en una bodega y corrupción, son los ingredientes de una obra en la que un hombre que responde al alias de Señor Samsa asiste a una fiesta privada en la que la codicia, la corrupción, el sexo, la violencia y la droga son las anfitrionas y exigen a sus invitados la más estricta etiqueta.
Casi simultáneamente, una niña, a la que llaman Karen, víctima de la trata de seres humanos, logra escapar de sus secuestradores que la retienen desde que la capturaron, años atrás, en Bangkok, emprendiendo una huida desesperada que la aleje de la esclavitud, en busca de un destino que parece contradecir a su propio karma, empujándola hacia un mundo nocturno en una ciudad que desconoce y en la que, cada sombra parece esconder una amenaza.
Mientras, la aparición de un cadáver en una bodega desconocida en las Tierras de Medina del Campo en circunstancias extrañas hará que la policía tenga que esclarecer el suceso.
A partir de ese momento, el inspector de homicidios de la Policía Nacional Abraham Cruz y la subinspectora Alice Wren, encargados de la investigación, se verán envueltos en un mundo turbio, subterráneo, dominado por la ambición, el ansia de poder y la sevicia, repleto de incógnitas, en el que nada ni nadie son lo que parecen y en el que las peleas de perros, la trata de seres humanos, el asesinato y la corrupción, no serán sus mayores enemigos.
"De Valladolid a Medina del Campo, de Rueda a Tordesillas, es una tierra en la que trabajo y en la que siempre he sido muy bien tratado y querido, y, eso me lleva al lado complicado", explica Salviejo, quien reconoce que le costaba ver el crimen, el mal, en esos lugares, de modo que ideó una forma de hacerlo más subterráneo.
Precisamente, señala que en los medios de comunicación se han denunciado casos de personas que aparecen muertas en bodegas, se dice que en la Guerra Civil era algo cotidiano, y es algo que resulta "tan terrible" que sirva para tratar la debilidad de la condición humana. "Para mí buscar el mal en unos territorios tan amables conmigo, tan queridos, que son mi día a día, supuso un reto", relata.