Adam Soboczynski ironiza sobre "lo absurdo" de las normas de conducta urbanas en su último libro

Adam Soboczynski
EUROPA PRESS
Actualizado: viernes, 7 junio 2013 16:06

BARCELONA, 7 Jun. (EUROPA PRESS) -

El escritor polaco y periodista cultural Adam Soboczynski ironiza sobre la disciplina de la sociedad actual y "lo absurdo" de las normas de conducta de las grandes ciudades europeas en su segunda novela 'El libro de los vicios' (Anagrama), que toma personajes de su primer libro, 'El arte de no decir la verdad'.

En rueda de prensa en Barcelona, el autor ha explicado que se trata de 28 relatos breves, unidos entre sí por un personaje exagerado y neurótico, que remarca lo absurdo de un mundo libre que ya no permite a los "amigos de la anarquía filantrópica" las borracheras, el placer y el éxtasis.

Su protagonista se enoja fácilmente ante los cánones de esta vida moderna --como tener que llevar casco para ir en bici o no poder fumar en los bares--, un "recurso de exageración" que el autor usa para hacer más nítida y evidente una realidad que quiere criticar, aunque sin señalar al culpable.

"En las grandes urbes, antes la gente tenía más vicios, como fumar en los bares y trasnochar", ha esgrimido el autor, que lamenta que ahora una cierta presión social pone coto a los vicios e induce a actividades como el 'jogging'.

INTENTO DE NO ENVEJECER

Desde una mirada crítica pero, sobre todo, irónica, el autor incluye situaciones de la realidad actual de las ciudades protagonizadas, especialmente, por un público joven con "nuevas formas de vida", así como el intento de no envejecer de los que están entre los 35 y 50 años.

A su juicio, la culpa de esta situación recae en numerosos agentes, como la herencia protestante de la sociedad alemana, la presión social por ser una persona funcional y eficiente, y valores como la salud, así como la "autodisciplina" impuesta por las propias personas.

"Hoy en día tenemos libertades de forma superficial, ya que nunca en la historia habían existido tantas normas y tantas leyes", ha resumido el autor, quien ironiza que muchos ciudadanos perciben este grado de privación de la libertad como libertad misma.