BARCELONA, 27 Ene. (EUROPA PRESS) -
El artista Álvaro Soler reivindicará la nocividad del plástico con dos exposiciones de esculturas realizadas a base de animales despellejados que albergan en su interior plásticos y otros residuos, que podrá verse en el Espai Mercè Sala del Metro y en la Terminal 1 del Aeropuerto de El Prat, a partir del 1 y el 15 de febrero, respectivamente.
Según ha explicado el artista en rueda de prensa este miércoles, este proyecto --titulado 'Vida tóxica. Somos naturaleza en evolución tóxica'-- ha nacido a raíz de una colaboración con la ONG internacional Plastic Pollution Coallition, que ha nombrado a Soler "embajador" de su causa.
Las 14 piezas son prácticamente inéditas, pues solo se han podido ver en una pequeña exposición en el espacio de arte e interiorismo Azultierra, y en esta ocasión, debido a que están repartidas en dos lugares "pocas personas podrán verlas todas".
Soler --artista de la galería Miguel Marcos Barcelona-- elabora estas esculturas despellejando e hirviendo animales muertos --toros, vacas, caballos, jabalíes y buitres--, un recopilatorio que ha tardado siete años en hacer, para sacar los huesos de sus esqueletos sacados de depósitos del Pirineu donde la Generalitat deshecha animales muertos de las granjas para darlos a las aves carroñeras.
Con este proyecto --que en la parte del Metro se materializa en fotografías de las piezas--, el artista desea poner de relieve el efecto contaminador del hombre en un canto a la naturaleza y que sitúa a unos animales a punto de darse a la fuga, ya que están proyectados con un inquietante movimiento.
"Quería hablar de animales torturados y tullidos", ha dicho Soler, que, sin embargo, subraya que no se considera un activista, sino que es un artista, y que de ahí se desprende una obra con un mensaje ecologista.
UNA ÉPOCA TÓXICA
Para Soler, ha habido un periodo en la historia de la Humanidad de historia natural, mientras que en la actualidad se vive una época "artificial y tóxica" debido a todos los residuos que se desechan, que acaban ingiriendo todos los animales del planeta, entre ellos los peces, volviendo después al estómago humano.
La ONG considera como una metáfora de esta situación "la imagen de un albatros muerto en medio del Pacífico con el estómago lleno de plástico", en un mal global que está presente desde la ropa hasta la comida y que tiene graves efectos medioambientales.
Precisamente, advierten de que no es un material barato si se tienen en cuenta todos estos costes medioambientales y los costes para la salud de las personas y los animales.