Enojo de comerciantes y guías turísticos tras un mes del veto al bus en la Sagrada Familia

A los bares les cuesta acceder a las terrazas y los chóferes celebran más espacio para aparcar

Grupos turísticos en la acera de la calle Mallorca, frente a la Sagrada Familia
EUROPA PRESS
Europa Press Catalunya
Actualizado: miércoles, 4 julio 2012 20:30

BARCELONA, 4 Jul. (EUROPA PRESS) -

La limitación de acceder a la Sagrada Familia en autocares turísticos, que cumple esta semana un mes, ha provocado las críticas de los principales colectivos afectados, entre ellos comerciantes y guías turísticos, que ven como su actividad se ha dificultado debido a las aglomeraciones producidas por los grupos de visitantes que se desplazan a pie desde las nuevas zonas habilitadas para bajar y subir del bus.

Las mayores aglomeraciones se producen en las calles Marina y Sardenya, los dos accesos directos a la basílica desde los aparcamientos de las plazas Neruda y de la Hispanitat, en la avenida Diagonal; las aceras de ambas vías canalizan riadas constantes de grupos de turistas que se dirigen a visitar el templo o regresan a su autocar.

En cuanto se cruzan dos de ellos afloran los mayores problemas de movilidad --tanto para la treintena de turistas que forma cada grupo como para los vecinos de la zona--, ya que el ancho de las aceras no absorbe el paso de tanta gente a la vez, y la incomodidad es aún mayor cuando se desplazan por puntos donde hay terrazas de bares y restaurantes.

"Son muros que nos aíslan de nuestro trabajo", ha exclamado Pedro Moles, el dueño de un bar en la calle Marina y también vecino de la zona, quien ha asegurado que casi no puede salir a servir a su terraza debido a la afluencia de turistas, y ha afirmado que ha perdido dinero ya que los turistas disponen de menos tiempo libre en su visita y no se paran a consumir.

Como soluciones ha pedido ampliar las aceras y hacer que el entorno de la Sagrada Familia sea peatonal, las mismas reivindicaciones que ha hecho Maribel, dueña de un bar de Sardenya con Mallorca y vecina desde hace 35 años, quien lamenta que a los ancianos y cochecitos de bebé les es muy difícil pasar, y ha sentenciado: "Ahora está imposible".

Si los comerciantes reprueban enérgicamente los cambios, también lo hacen los guías turísticos; dos de ellas, Susanne y Elisabeth, han coincidido en asegurar que ahora pierden a integrantes de los grupos que dirigen, lo que les hace perder tiempo al subir al autocar para retomar las visitas al resto de monumentos.

"ESFUERZOS" PARA NO PERDER TURISTAS

"Cuesta mucho esfuerzo mantenerlos juntos", ha asegurado Elisabeth, y, al igual que Susanne, ha detallado que ahora han disminuido el tiempo libre que antes concedía a los visitantes para compensar el perdido en los recorridos a pie; como única ventaja, han comentado que ahora las vistas ante las fachadas del templo están más despejadas por la ausencia de autocares.

Los conductores, pese a que reconocen los inconvenientes que señalan los guías, sí están satisfechos con los cambios: uno de ellos, José Antonio Samper, ha señalado que la nueva zona habilitada va "mucho mejor" y es más espaciosa para maniobrar, con lo que se ahorra posibles golpes que antes podía darse antes al incorporarse al tráfico.

Un grupo de chóferes ubicados en la zona habilitada de Consell de Cent con Diagonal han celebrado disponer de más sitio para cargar y descargar viajeros, pero han lamentado que la Guardia Urbana haga "mucho más controles ahora que antes", y creen que la proliferación de grupos en las calles colindantes hará aumentar los tironeros y carteristas.

Entre los vecinos, la medida ha despertado distintas reacciones: Marta Chiaramello, residente desde hace dos años en un piso de València con Sardenya, ve comprensible hacer "pequeñas renuncias porque el país necesita del turismo", mientras que Lourdes López califica de agobiantes y horribles los grupos que se desplazan por las aceras.

Desde el Ayuntamiento, el concejal de Movilidad, Eduard Freixedes, aseguró el 21 de junio en Comisión de Seguridad y Movilidad que la modificación había rendido hasta entonces "razonablemente bien" y no había hecho bajar el número de buses que se acercan al templo, si bien reconoció insuficiente la capacidad de algunas aceras y no descartó ensancharlas.

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