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BARCELONA, 12 Abr. (EUROPA PRESS) -
L'Auditori de Barcelona ofrece desde este viernes hasta el domingo la 'Missa de Rèquiem', de Giuseppe Verdi, en el que participarán los coros del Liceu y el Palau.
Estará interpretada por la Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC) y los coros del Gran Teatre del Liceu y el de la Cambra del Palau de la Música.
El director de l'Auditori de Barcelona, Joaquim Garrigosa, ha expresado en rueda de prensa su gran satisfacción por poder mostrar de nuevo la colaboración entre estas entidades "bandera" de la música en Barcelona y Catalunya, especialmente teniendo en cuenta la delicada situación por la que pasa también el sector de la cultura.
La soprano Maria Luigia Borsi, la mezzosoprano Ildiko Komlosi, el tenor Rusell Thomas y el bajo Riccardo Zanellato representarán esta gran obra sinfónica dirigidos por el director titular Pablo González, que ha definido como "intensa y muy satisfactoria" la semana de ensayos, destacando la calidad del reparto de solistas.
Hans von Bülow, el primer director de esta composición sacra, definió con socarronería la obra antes de su estreno en Milán el 22 de mayo de 1874 como "la última ópera de Verdi, vestida con sotana", pues el gran compositor conocía bien el repertorio religioso aún siendo un creyente más bien escéptico.
De hecho, la textura melódica de esta pieza la aleja de los estilos canónicos de la música religiosa occidental, pues Verdi la escribió con una libertad estética que lo acercaba al género operístico y teatral, licencia que se podía permitir legítimamente tras componer 'Nabucco' o la trilogía popular ('Rigoletto', 'Il Trovatore' y 'La Traviata'), que le convirtieron en el compositor más famoso del mundo.
Para González, el 'Rèquiem' de Verdi destaca por su belleza, dulzura humanidad, y por buscar la divinidad "desde abajo", una obra con una variedad de colores musicales en la que su compositor se deja llevar por la fuerza y la poesía, características que con el tiempo le permiten descubrir más y más rincones.
Los orígenes de la obra se remontan a 1868, cuando tras la muerte del poseedor del "trono" de la opera italiana, Gioachino Rossini, Verdi propuso a los mandatarios de Bolonia una misa de difuntos escrita por los mejores compositores del país, proyecto que no fructificó y que posteriormente acabó componiendo él en solitario conmovido por la muerte del escritor y padre de la patria italiana Alessandro Manzoni.
Según el director del Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana, Josep Vila, siempre es un placer preparar los coros para una obra de esta magnitud y ha destacado la absoluta maestría de Verdi para escribir las voces, y que ensayar los coros ha sido "un ejercicio de atletismo muy saludable", aunque ha destacado que no tiene ninguna dificultad gratuita y que la aportación vocal y técnica se gratifica musical y emocionalmente.