MADRID 18 Abr. (OTR/PRESS - Arancha Choclán) -
Un enlace original, divertido, lleno de estilo y con cierto aire 'vintage'. Así fue la boda de María León Castillejo, hija de los marqueses de la Cañada y nieta de los que fueron condes de Lebrija y condes de Floridablanca, con el reconocido artista conceptual Juan Garaizábal, en Sevilla.
El enlace se celebró en el magnífico palacio de Lebrija, la casa familiar de la novia, ante 200 invitados. Todo un acontecimiento celebrado el pasado 14 de abril, que reunió a numerosos miembros de la aristocracia y a destacados nombres de la sociedad hispalense, según informa la revista 'Hola' en exclusiva.
Después de algo más de un año de noviazgo, la directora de Comunicación de Pedro del Hierro le daba el 'sí, quiero' a Juan, y tras la ceremonia, posaban juntos desde uno de los históricos balcones del palacio familiar, protagonizando una romántica imagen.
Lo cierto es que María, que no podía disimular su felicidad, eligió para la ceremonia un traje corto en gasa de seda en tonos marfil, realizado por Pedro del Hierro, y un tocado estilo años cuarenta. El novio también apostó por un traje a medida de la conocida firma, cruzado, de raya diplomática, azul noche, camisa azul celeste con el cuello en blanco y corbata de lunares con toques rojos y azules.
Entre los invitados que fueron partícipes de esta bonita unión, destacó la elegancia de Nuria March, con un traje años cincuenta en tafetán y encaje fucsia, obra de Lorenzo Caprille, y Beatriz Mira, en 'paillettes' doradas, que hizo su primera aparición pública tras su boda con Álvaro Fuster, primo del novio, según informa la citada revista.
Tras la ceremonia, María cambió su traje corto por un vestido largo en blanco de inspiración helénica, también diseñado para ella por Pedro del Hierro, y completó su 'look' con unas hojas de laurel doradas que adornaban su semirrecogido.
Aunque la guapa sevillana ha estado trabajando prácticamente hasta el día anterior de su boda, se encargó personalmente, con la ayuda de su madre, de cuidar hasta el último detalle. Por eso, el buen gusto primó en todo el enlace. Velas blancas, y preciosos centros de peonías decoraban los tres salones donde tuvo lugar la cena.