En pleno verano, la temperatura óptima es de 25º
Con la llegada del calor, en multitud de hogares se han hecho imprescindibles los aparatos de aire acondicionado para soportar las altas temperaturas con las que el verano nos 'castiga' cada año. Sin embargo, y aunque este sistema de refrigeración es indiscutiblemente una de las formas más elegidas por los consumidores, se desconoce en general que su mal uso no sólo puede restar eficacia en la climatización, sino que además nos puede dar algún disgusto, tanto en la factura de la luz como en nuestra salud. Por el contrario, su buen funcionamiento y su consumo moderado evitarían además consecuencias contraproducentes para el medioambiente.
Así, y antes de que el calor nos pille por sorpresa, lo primero que hay que tener en cuenta es que si ya dispone de este tipo de instalación, se requiere un mantenimiento regular. No en vano, sus filtros deben ser limpiados al menos dos veces al año, por lo que antes de ponerlo en marcha en los próximos días, y si durante todo el invierno no ha hecho esta operación, la limpieza debe hacerse en profundidad, ya que la eliminación de las partículas de polvo es fundamental para la salud.
Por otra parte, hay que comprobar que el termostato que controla la temperatura de cada habitación esté alejado de cualquier otra fuente de calor (como, por ejemplo, el de una lámpara), de tal modo que éste pueda cumplir mejor con su función. Hay que procurar no regular el termostato por debajo de los 25º C, de lo contrario sentirá, en el mejor de los casos, que no es confortable, y en el peor, que en unos días se habrá resfriado (máxime si dispone de aire en unas habitaciones y en otras no). Si mantiene la temperatura no inferior a 25º, podrá incluso disminuir el gasto energético, ya que se estima que por cada grado menos, se consume entre un seis y un ocho por ciento más de energía.
Ventilar
Una vez que diariamente comienzan a utilizarse los aires acondicionados, es una buena práctica ventilar la casa a primeras horas de cada mañana, ya que el aire es más fresco y sano, por lo que no resulta tan necesario empezar la jornada consumiendo energía. Una vez ventilada la estancia, se deben cerrar las ventanas, para impedir la entrada de calor, y bajar los toldos o persianas, con lo que evitamos que la temperatura exterior modifique la temperatura ambiente. Esta práctica debe tenerse todavía más en cuenta cuando se aproximen las horas de más calor y sólo hasta que el sol deje de dar con intensidad en la ventana o balcón es cuando deben subirse los parasoles (a veces, incluso, sería preferible tenerlos echados hasta el anochecer, según la temperatura exterior).
Pero además, colocando burletes y plintos en puertas y ventanas, se puede ahorrar entre un cinco y un diez por ciento de energía, tanto en verano como en invierno. Las ventanas con doble acristalamiento también permitirían un ahorro de hasta un veinte por ciento.
Asesoramiento en la instalación
Si es de los que hasta ahora no se ha dejado refrescar con frigorías y está planeando la posibilidad de comprar e instalar uno de estos aparatos para combatir al próximo verano, antes asegúrese de la posibilidad de contar siempre con el asesoramiento de un profesional -que podrá aconsejarle además sobre el punto exacto de la habitación en donde deberá ir colocado el aire- y solicite distintos presupuestos, tanto para la compra como para su instalación. En este sentido, la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU), recomienda mucha precaución en el caso de algunas de las ofertas de estos aparatos, puestas que podría ocurrir que pudieran ser menos eficientes enérgicamente o excesivamente ruidosas que otros. Además, la CECU también advierte de que algunos equipos pueden llegar a consumir un 50 por ciento más de energía que otros aparatos que ofrezcan los mismos servicios. Por eso, según la Confederación, conviene fijarse en la etiqueta energética y optar por las que señalan 'A', 'B' y 'C' de color verde y que son de bajo consumo.
Si además de aire acondicionado necesita calefacción para el próximo invierno, instale entonces aparatos con bomba de calor. Tendrá de este modo las dos funciones en un mismo aparato y al mismo tiempo la mitad de consumo, incluso menos, en calefacción que con respecto a un sistema normal.
Insistir, finalmente, en que al salir de la dependencia habría que apagar el acondicionador parece un consejo obvio, pero es cierto que no siempre uno recuerda la premisa, con la que contribuiríamos además a evitar los temidos apagones, debidos generalmente al uso indiscriminado.
De Irlanda llegó el invento
Fue en 1842 cuando Lord Kelvin, un irlandés de Belfast, inventó el principio del aire acondicionado con el objetivo de conseguir un ambiente agradable y sano. El científico creó un circuito frigorífico hermético basado en la absorción del calor a través de un gas refrigerante. Como ejemplo y para entender su funcionamiento de manera básica, podemos hacer un ejercicio muy sencillo: si humedecemos la mano en alcohol sentimos frío en el momento en que éste se evapora, puesto que absorbe el calor de nuestra mano.