John M. Kovac ve excelentes datos para seguir buscando las ondas del Big Bang

Europa Press Ciencia
Actualizado: martes, 15 septiembre 2015 13:02

MADRID, 15 Sep. (EUROPA PRESS) -

   El astrofísico John M. Kovac ha pasado, en menos de un año, de anunciar el hallazgo de las ondas gravitacionales del Big Bang, a tener que asumir que el descubrimiento aún no era tal.

   Sin embargo, para Kovak existen "excelentes datos" para seguir buscando. Durante una conferencia en la Fundación BBVA de Madrid, dentro del ciclo 'La ciencia del cosmos', el científico ha señalado que, durante unos meses, pareció que el grupo que liderada había logrado cubrir por fin uno de los huecos aún vacíos en el relato científico de cómo empezó todo.

   El equipo anunció en marzo de 2014 la detección de una debilísima señal que, si estaba causada por el fenómeno que ellos creían, era la prueba de que el cosmos empezó su expansión creciendo de forma rapidísima, en un proceso conocido como inflación. La repercusión mediática fue inmensa, con comentarios de científicos emocionados, rumores de premio Nobel y, también, advertencias de que el hallazgo debía aún ser confirmado con más medidas.

   Pero poco después lo que llegó no fue la ansiada confirmación, sino precisamente la constatación de que esta era imposible: un jarro global de agua fría. Hoy sigue siendo un misterio si el universo sufrió o no una inflación en sus primeros instantes de existencia.

"LAS MEDIDAS NO ESTABAN EQUIVOCADAS"

   El relato de Kovac sobre lo que pasó apunta que "las medidas de BICEP2 [el telescopio empleado] no estaban equivocadas, de hecho fueron sometidas a un escrutinio intenso".

   "Hemos dedicado años a determinar que nuestra medida era real y no un artefacto de nuestro experimento, porque era muy importante para nosotros. Pero la interpretación original del significado de la señal detectada por BICEP2 ciertamente ha cambiado, ahora que tenemos información nueva. Así es como funciona la ciencia", ha señalado.

   La señal en cuestión fue detectada con el telescopio BICEP2, instalado en el Polo Sur, en la llamada radiación de fondo cósmico de microondas, que es la luz más antigua que pueden detectar los telescopios. Los cosmólogos saben que esta luz contiene información de gran valor sobre los primeros instantes del universo; justamente ayer Kovac, en su conferencia La primera luz, desde los confines de la Tierra, explicó cómo los telescopios actuales leen el origen del universo en la radiación de fondo.

   El ojo humano no puede ver la luz del fondo cósmico, pero sí los detectores de microondas -de ahí su nombre-; se llama fondo porque llena todo el cielo y porque como es la luz más primitiva es también la más lejana, y por tanto se ve detrás de todos los demás objetos en el cosmos -como un decorado, o un papel de pared-.

   También ha sido apodada eco del Big Bang, porque fue emitida solo 380.000 años después de que el universo empezara a expandirse, como referencia, las galaxias más primitivas se formaron varios cientos de millones de años más tarde.

   Uno de los sucesos que, según la teoría, deben poder leerse en la radiación de fondo son las ondulaciones en el espacio-tiempo generadas por el propio Big Bang. Estas ondas, llamadas gravitatorias, habrían dejado su huella en la radiación de fondo, una firma a la que los científicos se refieren como modo B en la polarización.

   Es una señal tan débil que para intentar detectarla hay que medir diferencias en la temperatura del cielo del orden de la milmillonésima parte de un grado. Esa señal dejada por las ondas gravitatorias del big bang en la radiación de fondo es la que el equipo de Kovac creyó haber cazado en marzo de 2014.

SE NECESITABAN "MEDIDAS DIRECTAS"

   El error en la interpretación, nace de un problema de la contaminación, según ha destacado Kovac. El equipo de investigadores sabía ya que parte de la señal debía proceder de fuentes ajenas a las ondas gravitatorias, como el polvo galáctico; pero cuando hicieron su anuncio nadie tenía aún datos de cuánto emite el polvo. El análisis de la señal se basó en estimaciones.

   Concluyeron entonces que la opción más probable "era que la señal efectivamente procediera de ondas gravitatorias del Big Bang, con una aportación probablemente pequeña de otras fuentes, como el polvo galáctico". "Pero todos sabíamos, desde el principio, que necesitábamos medidas directas para confirmar esta interpretación", ha indicado.

   Esos esperados datos los proporcionó finalmente el equipo del satélite Planck, de la Agencia Espacial Europea (ESA), que también ha medido con gran precisión la radiación de fondo.

   "Cuando empezaron a estar disponibles los nuevos datos de Planck quedó claro que había una sorpresa: el polvo podía ser más brillante de lo que predecían los viejos modelos. Tras un análisis largo y cuidadoso, en una colaboración excelente entre nuestro equipo y el de Planck, encontramos que la emisión del polvo de nuestra galaxia supone como mínimo el 40 por ciento de la señal de BICEP2, y tal vez toda", ha explicado el científico durante su intervención.

   Kovac reconoce que ha sido un periodo "muy intenso, y sigue siéndolo". Le hubiera gustado "un descanso" después del trabajo de analizar los datos de BICEP2, "pero es mejor vivir tiempos emocionantes".

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