Los ciclones matan de hambre a las aves marinas del Atlántico Norte

Frailecillo común o atlántico
Frailecillo común o atlántico - WIKIPEDIA
Actualizado: lunes, 13 septiembre 2021 17:42

   MADRID, 13 Sep. (EUROPA PRESS) -

   Un equipo internacional ha encontrado en los ciclones la razón por la que todos los inviernos se encuentran miles de cadáveres de aves marinas demacradas en las costas norteamericanas y europeas.

   Según publican en la revista 'Current Biology', los investigadores han descubierto que las aves se ven expuestas con frecuencia a ciclones de gran intensidad, que pueden durar varios días, cuando migran desde sus lugares de nidificación en el Ártico hasta el Atlántico Norte, más al sur, para invernar en condiciones más favorables.

   Tras equipar a más de 1.500 aves de las cinco principales especies afectadas (frailecillos atlánticos, alcas, gaviota patiamarilla y dos especies de araos) con pequeños registradores y comparar sus movimientos con las trayectorias de los ciclones, los científicos pudieron determinar el grado de exposición de las aves a estos fenómenos meteorológicos, según un comunicado del CNRS.

   Al modelizar el gasto energético de las aves en tales condiciones, el estudio sugiere, sorprendentemente, que las aves no mueren por un mayor gasto energético, sino como resultado de su incapacidad para alimentarse durante un ciclón. Las especies estudiadas son particularmente inadecuadas para volar con vientos fuertes y algunas no pueden sumergirse en un mar tormentoso, lo que les impide alimentarse.

   Atrapadas durante un ciclón, estas aves morirán de hambre si las condiciones desfavorables persisten más allá de los pocos días que sus reservas corporales les permiten sobrevivir sin alimento. Como la frecuencia de los ciclones severos en el Atlántico Norte aumenta con el cambio climático, las aves marinas que invernan en esta zona serán aún más vulnerables a estos eventos.

   La investigación ha sido realizada por científicos del Centro de Ecología Funcional y Evolutiva (CNRS/Universidad de Monptellier/IRD/EPHE), del laboratorio Litoral, Medio Ambiente y Sociedades (CNRS/Universidad de La Rochelle) y del Centro de Estudios Biológicos de Chizé (CNRS/Universidad de La Rochelle), en Francia; la Universidad de Wisconsin, en Estados Unidos, y el Instituto Polar Noruego y el Instituto Noruego para la Investigación de la Naturaleza.