El riesgo de padecer una depresión a lo largo de la vida oscila entre el 5 y el 17 por ciento

Actualizado: viernes, 4 mayo 2007 18:01


MADRID, 4 May. (EUROPA PRESS) -

El riesgo de padecer un episodio depresivo grave a lo largo de la vida oscila entre el 5 y el 17 por ciento y es doblemente frecuente en las mujeres, según Lourdes Fañanás, profesora de la Universidad de Barcelona y Honorary Senior Lecturer en el Instituto de Psiquiatría de Londres.

Durante su conferencia 'Factores de riesgo en depresión: aspectos genéticos de interés en el curso y respuesta al tratamiento farmacológico', celebrada en la Facultad de Medicina de la UPV-EHU, la experta dijo que los aspectos genéticos, junto a factores ambientales, hacen que una persona sea más vulnerable a padecer una depresión y explican también la forma de responder a los tratamientos farmacológicos. "La depresión es una enfermedad genéticamente compleja, donde intervienen experiencias vitales que interactúan con factores biológicos y genéticos de vulnerabilidad", aseguró.

"Las experiencias tempranas de la infancia pueden modificar aspectos biológicos de relevancia para responder al estrés, como el número de receptores neuronales del cerebro en zonas como el hipocampo, y cuando el adulto se enfrenta a una situación similar es cuando se manifiesta esa vulnerabilidad", explicó.

RUPTURA AMOROSA O JUBILACIÓN

Cambios o experiencias que suponen una pérdida para la persona, como una ruptura amorosa, un cambio de domicilio, perder el trabajo o incluso la jubilación, pueden desencadenar un episodio depresivo grave. "Se trata de vivencias que afectan a personas vulnerables y que provocan un cuadro biológico de tristeza acompañados de pensamientos de culpabilidad y desesperanza", apuntó Fañanás.

Además, estos síntomas van acompañados de cambios biológicos, como insomnio, pérdida del apetito, cansancio o alteraciones motoras. "Una persona que atraviesa un episodio depresivo grave no tiene fuerzas ni para levantarse de la cama", apuntó la experta. "En esos momentos debe intervenirse médicamente y posteriormente, cuando su estado se lo permita, acompañarla en la recuperación de lo que era, hasta el momento de la depresión, su estilo de vida habitual", señaló.

Para identificar una depresión los síntomas que presenta la persona deben ser permanentes en el tiempo, un mínimo de dos semanas, y que en ese periodo no remitan las alteraciones. "Alguien que atraviesa una depresión no es capaz de disfrutar de los pequeños placeres de la vida, como estar en compañía de sus amigos, ya que el impulso vital desaparece. En un episodio depresivo cualquier pequeño acontecimiento de la vida o simplemente la rutina habitual de asearse y realizar las tareas cotidianas se pueden convertir en una fuente brutal de sufrimiento", dijo.

Ante una situación de este tipo, la experta recomienda acudir al médico de Atención Primaria, un profesional "perfectamente capacitado" para identificar, diagnosticar y tratar un episodio depresivo. "Es muy importante que los familiares detecten la enfermedad y lleven a la persona al médico, ya que el paciente en ocasiones no es capaz de reconocer su estado", insiste.

TRATAMIENTOS EFICACES

Acerca del tratamiento, Fañanás apuntó que la medicina dispone de nuevos fármacos antidepresivos eficaces para la depresión y que causan pocos efectos secundarios. "Estos fármacos deben tomarse siempre bajo prescripción médica, en una dosis y un durante un tiempo suficientes. Para que empiecen a desaparecer los síntomas depresivos hace falta un mínimo de entre cuatro y seis semanas", dijo.

En este sentido, apuntó que "los factores genéticos individuales explican una pequeña parte de la respuesta que tiene cada persona al tratamiento farmacológico, ya que no todas las personas responden exactamente igual a ningún fármaco que actúa sobre el sistema nervioso central; esto es debido a características genéticas individuales que pueden afectar al funcionamiento de algunos receptores neuronales sobre los que actúan dichos fármacos", dijo.

Simultáneamente, la experta destacó la importancia de llevar a cabo un tratamiento psicoterapéutico que permita a la persona reconocerse en su forma de ver y vivir la realidad para poder modificar los aspectos esenciales y reconstruir su relación con él mismo y con el mundo.