VALENCIA 7 Jun. (EUROPA PRESS) -
Los frescos góticos de la bóveda del altar mayor de la Catedral de Valencia estarán controlados mediante unos sensores que analizarán factores ambientales como la temperatura, la humedad, la incidencia de la luz --rayos ultravioleta-- y la contaminación. Este sistema forma parte del plan de conservación preventiva que se lleva a cabo para "evitar que los fenómenos atmosféricos dañen" estas pinturas, cuenta con un presupuesto de medio millón de euros para los próximos cinco años, según explicó hoy la secretaria autonómica de Cultura, Concha Gómez.
Gómez que realizó estas declaraciones durante la presentación del plan de conservación preventiva de los frescos, acompañada del Dean-presidente de la Catedral de Valencia, Juan Pérez Navarro; el rector de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), Juan Julià y la directora del Instituto Valenciano de Conservación y Restauración de bienes culturales, Carmen Pérez.
La secretaria autonómica explicó que "es muy importante el hallazgo y la restauración" de esta obra, pero también "es muy importante su conservación" de los mismos. En este sentido, destacó que "lo que queremos controlar son los fenómenos que pudieran dañar unos frescos que han permanecido en unas condiciones de cierre, muy distintas a como se encuentran ahora. Además, añadió que gracias a esta iniciativa "podremos actuar rápidamente" ante las variaciones ambientales que puedan afectar a la obra restaurada.
Por su parte, la directora del Instituto de Conservación y Restauración resaltó que se trata de un proyecto "muy vanguardista" y que es "el primero que se plantea en España tras una gran restauración". Al respecto, consideró que "a partir de aquí, y en temas tan importantes como este, se debería trabajar siempre con esta rigurosidad".
Por otro lado, explicó que el proyecto se ha dividido en seis apartados: visita mensual; estudio de la contaminación ambiental; monitorización de la temperatura y la humedad; estudios relacionados con la contaminación ambiental, las variaciones colorimétricas y las termográficas.
De este modo, la visita a los frescos se realizará al menos una vez al mes durante el primer año y se tomarán fotografías para observar la evolución de las pinturas, "especialmente de aquellas zonas identificadas como más problemáticas".
Asimismo, se han instalado 20 sensores que detectan los cambios en la temperatura y la humedad, dentro de unos tubos de barro de 20 centímetros de longitud, y repartidos por todo el ábside. Para su colocación, se ha tenido en cuenta que no hubiera pintura original y se han priorizado las juntas de los ladrillos. También han utilizado un sensor de encharcamiento --en la terraza-- y otro de lluvia, que detecta si se producen precipitaciones.
Con los datos que se reúnan, se confeccionará un estudio estadístico para poder determinar en un futuro las situaciones "anómalas". Para actuar cuando alguno de los sensores presente valores anormalmente bajos o altos y que "no corresponde con lo que cabría esperar", detalló Carmen Pérez.
El plan de conservación cuenta con un apartado para el estudio de la contaminación ambiental y de las partículas sólidas. Así, se estudia la calidad y la composición del aire en el interior de la Catedral. Este análisis contribuirá a identificar las fuentes contaminante, con la intención de reducir su efecto sobre las pinturas.
Otro punto de esta iniciativa se refiere al estudio de las fichas cromáticas --colorimetría--, y con el que se puede conocer el color original de las pinturas. De esta manera, en caso de que éstas sufran algún daño, se podrán restaurar "de manera fiel". Por último, se utilizará una cámara termográfica para medir la radiación infrarroja. Con este mecanismo se pueden controlar los deterioros y patologías a lo largo del tiempo.
Este sistema de conservación ha sido utilizado por la Generalitat valenciana en diferentes proyectos desde 2004. En este sentido, Concha Gómez destacó que gracias a los sensores se han podido organizar exposiciones como el 'Toisón de oro', en el Almudín, y se han traído algunos códices de la Corona de Aragón. Al respecto, aseguró que "los museos dejan salir sus piezas porque saben que van a estar monitorizadas".