Milán se prepara para la primera gran retrospectiva en Italia de Sorolla, el "pintor de luz"

La obra ¡Triste herencia!  de Sorolla
La obra ¡Triste herencia! de Sorolla - FUNDACIÓN BANCAJA
Publicado: viernes, 18 febrero 2022 18:26

   La obra '¡Triste herencia!' viaja de la Fundación Bancaja de Valncia al Palazzo Reale para formar parte de la exposición

   VALNCIA, 18 Feb. (EUROPA PRESS) -

   El Palazzo Reale de Milán ultima los preparativos para inaugurar, el próximo 25 de febrero, 'Joaquín Sorolla, pintor de luz', la primera gran retrospectiva sobre el creador valenciano en Italia.

   Tras el gran éxito cosechado en la National Gallery de Londres, el país transalpino acoge esta muestra, que pone el acento en la figura de Sorolla como el "maestro español de la luz".

   Joaquín Sorolla (1863-1923) plasmó en sus cuadros "las playas del Mediterráneo y los personajes que las abarrotaron, brindando un pedazo original de la Belle Époque". Fue un "artista que se anticipó a las técnicas de la fotografía dando atisbos inéditos, protagonista del luminismo y retratista de gran fama internacional", destaca el centro cultural italiano.

   Entre las piezas que integran los fondos de la selección figura la emblemática '¡Triste herencia!', que ha sido instalada en la mañana de este viernes tras su viaje desde la sede de la Fundación Bancaja en Valncia.

   El cuadro de la colección de la Fundación Bancaja llegó ayer al Palazzo Reale de Milán, sede de la muestra, donde hoy se ha procedido a su instalación.

   La Fundación Bancaja ha prestado esta obra de Sorolla, que viajó en 2019 a Londres e Irlanda para su exhibición en las exposiciones que las sedes de la National Gallery de ambas ciudades dedicaron al artista, recuerda la entidad en un comunicado.

   La exposición italiana, que se podrá visitar desde el 25 de febrero hasta el 26 de junio, está comisariada por Micol Forti, directora de la sección de Arte Moderno y Contemporáneo de los Museos Vaticanos, y por Consuelo Luca de Tena, exdirectora del Museo Sorolla de Madrid.

   Sorolla pintó '¡Triste herencia!' en 1899 en la playa de la Malvarrosa de la ciudad del Turia y la incluyó en la selección de obras que envió a la Exposición Universal de París de 1900, donde causó una gran sensación, tanto entre el público como entre la crítica.

   El jurado de la Exposición le concedió por mayoría el Grand Prix por la totalidad de su obra, pero en especial por ¡Triste herencia! La obra se incorporó a la colección de la Fundación Bancaja en 1981 al ser adquirida en subasta, permitiendo recuperar para el patrimonio cultural valenciano esta relevante pieza que desde principios del siglo XX había permanecido en la Iglesia de la Ascensión en Nueva York.

   Con anterioridad a los préstamos al Palazzo Reale de Milán y a la National Gallery, '¡Triste herencia!' se ha cedido para otras relevantes exposiciones del artista en el Museo Sorolla, el Museo del Impresionismo en Giverny, Kunsthalle der Hypo-Kulturstiftung (Munich), la Fundación Mapfre, Museum of Art de San Diego, Meadows Museum de Dallas, Museo del Prado, Museo Guggenheim de Nueva York y la Royal Academy de Londres.

INFLUIDO POR BLASCO IBÁÑEZ

   El pintor abordó el lienzo influido por las ideas de su amigo, el escritor Vicente Blasco Ibáñez, quien le convenció de que la pieza era una de las contribuciones más importantes de contenido social que se habían realizado hasta el momento. Finalmente, supuso la culminación del reconocimiento internacional de Sorolla y es uno de sus trabajos más importantes.

   La escena refleja el drama social de niños enfermos acogidos por el hospital valenciano San Juan de Dios, retratados en la escena del baño que Sorolla había presenciado en numerosas ocasiones.

   En un primer momento, Sorolla quiso titular la pieza como 'Los hijos del placer', pero Vicente Blasco Ibáñez le sugirió ¡Triste herencia!, haciendo alusión a las teorías degeneracionistas de finales del siglo XIX, según las cuales, los vicios de los padres degeneraban en graves problemas para los hijos.

   Con el objetivo de dar a la escena un dramatismo intenso, el pintor prefirió el sol de la tarde y distribuyó el grupo infantil (casi una veintena de niños) en torno al hábito negro del monje.

   El trabajo se inició con varios apuntes, pero finalmente Sorolla afrontó la composición directamente sobre el lienzo, donde cobra especial protagonismo el mar, muy oscurecido, que ocupa prácticamente toda la composición. Las figuras de los niños aparecen iluminadas por el intenso sol de la tarde de verano y por la introducción en la composición de las muletas.

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