Daniel Sloss: "Los españoles sois víctimas de muchos chistes por toda Europa, pero menos que los ingleses"

Archivo - Daniel Sloss aterriza en el Teatro Rialto de Madrid con su nuevo espectáculo, 'Hubris'
Archivo - Daniel Sloss aterriza en el Teatro Rialto de Madrid con su nuevo espectáculo, 'Hubris' - TROY EDIGE - Archivo
Publicado: lunes, 27 septiembre 2021 20:43

   MADRID, 27 Sep. (EUROPA PRESS) -

   El próximo 2 de octubre Daniel Sloss aterriza en el Teatro Rialto de Madrid con su nuevo espectáculo, 'Hubris'. El cómico de origen escocés saltó a la fama internacional cuando su espectáculo 'Puzzles', en el que habla sobre el amor y las relaciones, se convirtió en el responsable de cientos de rupturas y divorcios.

   Sus fans acudían a sus monólogos con los papeles del divorcio, esperando que se los firmase. Ahora, con 'Hubris', regresa a un lugar mucho más tranquilo, centrado puramente en la comedia y en hacer reír. Depresión, alcoholismo, religión, comedia y terapia son temas que Sloss no rehuye un cómico que tiene una máxima: "no ser predecible".

   Fui a verte a Lisboa hace un par de semanas, me lo pasé genial. Me hizo mucha gracia ver cómo te reías de los españoles para ganarte a los portugueses.

   Me río de los españoles constantemente. Por alguna razón, en Europa, no os odian tanto como a los ingleses, pero sí hay muchos países a vuestro alrededor que hacen bromas con vosotros. Sois la víctima de muchos chistes.

En Lisboa, en un momento del monólogo, mencionaste cómo los portugueses ven a los españoles como rivales, pero los españoles no tenemos esa percepción. Quizás con los franceses...

   Pasa lo mismo con los ingleses. Los ingleses no tienen ni idea de cuánto les odian en el resto de Europa. Ocurre siempre en el mundial o en la Eurocopa. Inglaterra juega y todo el mundo abuchea mientras ellos se preguntan "¿pero qué hemos hecho?". Pues ser ingleses cientos de años, eso es lo que habéis hecho.

   Siempre que he actuado en España han sido noches muy divertidas. Sin embargo, mi principal experiencia en vuestro país es como turista británico. No hay nada peor que un turista británico. Hay un círculo vicioso del que es imposible salir: los británicos vienen a España, se comportan como mierdas, nos tratáis fatal por ello, nos comportamos peor, y vuelta a empezar. No terminará nunca. Pero hay una cosa maravillosa, tanto en España como en muchas partes de Europa. Sois más permisivos con los escoceses, caemos mejor.

   ¿Por qué crees que los escoceses caéis mejor? ¿Es vuestra condición de rebeldes, la imagen de que no os importa nada?

   Eso creo, y también influye que somos pequeños y nada amenazantes. Somos un país de unos cinco millones de personas, odiamos a los ingleses de manera bastante abierta, se nos subestima. Pero luego somos malísimos al fútbol, votamos no a nuestra propia independencia y somos alcohólicos, cómo no nos vas a querer.

   Volviendo a 'Hubris', el espectáculo con el que vienes a Madrid. Tu comedia suele ser profunda y oscura, pero aquí solo hay humor, ¿por qué has decidido hacer un monólogo sin la reflexión o el drama que te caracteriza?

   Hice cuatro shows seguidos en los que terminaba con un bloque muy personal. No quiero ser predecible. Tampoco quiero defender una idea porque sí, quiero tener un buen motivo. Hay algo que la gente tiene que aprender, más hoy en día, y es que si no tienes una opinión, no ocurre nada. Solo porque tengas una opinión no quiere decir que sea válida y que pueda encontrar su sitio en la sociedad. Quédatela para ti.

   En mi último espectáculo, X, donde hablaba de violaciones y abusos sexuales, hice una locura de fechas, más de trescientas. Tuve que interpretar ese monólogo una y otra vez de la misma manera, porque el contenido era delicado. No quería arriesgarme a ninguna malinterpretación y eso hizo que me sintiese estático. Fue muy exigente. Digamos que perdí la cabeza.

   ¿A qué te refieres?

   A la peor clase de alcoholismo. Terrorífico, bebiendo todo el día, fumando marihuana desde que me despertaba hasta que me acostaba. La gente no se daba cuenta, pero subía al escenario hecho una mierda. Una vez, creo que estaba en Viena, estaba en un lugar horrible. Antes de salir, le di una calada enorme a un porro, lo retuve medio minuto y salí al escenario. Estaba aburrido, cansado de hacer lo mismo todas las noches. Para mí, lo que hacía no era comedia, era más bien ser actor. Y odio a los actores.

   Al final el show iba bien, porque soy capaz de emplear la adrenalina que se genera para mantenerme cuerdo, pero durante tres meses sencillamente estaba deprimido. Me encanta la comedia, me encanta dedicarme al stand up, pero por primera vez en mi vida lo odiaba. Odiaba a mi público, me odiaba a mí mismo. He luchado toda mi vida por llegar a donde estoy, y una vez conseguido, no era feliz. Pasaba mucho tiempo fuera de casa, no podía ver a mi familia ni a mi prometida. Cada noche me enfrentaba a dos mil personas, un sueño hecho realidad, estando enfadado. Porque la única razón por la que estaba allí era por ellos. Si nadie hubiese comprado entradas, sería libre.

   En cuanto terminé la gira me metí en terapia de inmediato. Mi objetivo era volver a enamorarme del stand up, porque aquello era lo que más miedo me daba, haber perdido la ilusión. La forma de conseguirlo era volver a escribir chistes, volver a pasármelo bien en el escenario. Gracias a 'Hubris' volví a disfrutar muy rápidamente, a darme cuenta de que el placer de dedicarme a lo que me dedico regresaría. Y estoy seguro de que tras la pandemia, y la terapia, y todo lo que te he contado, el año que viene tendré un monólogo con algo más que decir. Pero no tengo ninguna prisa. Las noches que pasamos en Lisboa fueron increíbles, porque no dejaba de escribir material a medida que me subía al escenario. Estaba siendo yo mismo, estaba volviendo a improvisar.

   Me imagino que ser tan abierto como eres sobre ti mismo -hablando de la muerte de tu hermana, de tus relaciones, de tus adicciones- tiene que ser agotador.

   Sí, emocionalmente es muy exigente. El último show habla de cómo una de mis relaciones más cercanas fue acosada sexualmente por otro amigo cercano. Quería hablar de mi responsabilidad en aquel momento, de mi papel como hombre, de no haber hecho suficiente. Revivir eso cada noche, fue dificilísimo. Pero no solo para mí. Cuando hablas de acoso, sabes que hay un porcentaje amplio del público que ha vivido lo mismo. Lo puedes ver, al instante, en sus reacciones. Mi trabajo no es hacer que nadie lo pase mal, es hacer que se rían. Pero para hacer eso, estaba, al mismo tiempo, haciendo que muchos recordasen el peor momento de sus vidas. Y no puedes decidir cómo van a reaccionar. No puedes decirles que no se ofendan. Pueden y están en su derecho de ofenderse. Yo espero que entiendan mi intención, pero si alguno de ellos se enfada por lo que digo, por recordarles ese momento dramático de su existencia en un espectáculo de comedia, tiene todo el derecho.

   Así que, efectivamente, la presión era altísima. Siempre me reúno con mis fans tras el espectáculo y pude conocer a víctimas de violaciones, con las que mantenía charlas muy emotivas. De hecho, ellos son los únicos a los que les permitiría corregir mis palabras. Si una víctima me dijese "has dicho esto, pero creo que te referías a esto otro", le escucharía sin dudarlo, porque el objetivo del show es empoderar a esa víctima, a aquellos que han sufrido.

   Para acabar, ¿crees que seríamos más felices si pudiésemos ser más honestos con nosotros mismos?

   Una parte ingenua de mí mismo dice que sí. Pero mentiría si no dijese que creo que en ocasiones es necesario mentirse a uno mismo. Incluso yo, que busco ser lo más honesto posible en el escenario, no dejo de rodearme de mi propia hipocresía.