El público del Teatro Real aplaude la maestría vocal de 'Il trovatore', metáfora del peso del pasado

Il Trovatore
Il Trovatore - JAVIER DEL REAL - Archivo
Publicado: jueves, 4 julio 2019 1:01

MADRID, 4 Jul. (EUROPA PRESS

El público del Teatro Real ha recibido con entusiasmo el estreno de la nueva producción de 'Il trovatore' y la maestría vocal de los cantantes que han defendido la ópera de Verdi en el coliseo madrileño, que más allá de ser una historia de amor y aventura, se muestra como una metáfora sobre el peso del pasado.

'Il trovatore', una coproducción del Teatro Real con la Ópera de Montecarlo y la Royal Danish Opera de Copenhague, ha llegado con ventaja a este estreno, puesto que se trata de una de las óperas más populares de Verdi que además apasiona al público madrileño, que se ha mostrado generoso en aplausos desde el inicio.

El director musical, Maurizio Benini, ya avisó durante la presentación ante la prensa de la dificultad de 'Il trovatore' que, según señaló, requiere "voces de primer orden", tal y como el propio Verdi exigió. Sin embargo, tal y como el mismo Benini avanzó, esta producción ha contado con grandes cantantes que han defendido el libreto con pasión.

La fuerza del barítono Ludovic Tzier (conde de Luna) - , la intensidad de Francesco Meli (Manrico), la delicadeza de Maria Agresta (Leonora) o el dolor de Ekaterina Semenchuk (Azucena) no han pasado desapercibidos ante el público, que se ha deshecho en halagos, tanto al final de la representación como al final de las arias. Con la misma intensidad han sido aplaudidos el coro y la orquesta.

En esta ópera, estrenada en el Teatro Apollo de Roma en 1853, se entrecruzan dos líneas argumentales: la sed de venganza de la gitana Azucena, cuya madre e hijo han muerto en la hoguera, y el triángulo amoroso en el que Leonora es disputada por dos pretendientes enemigos, que representan a familias, clases e idearios opuestos.

AUSTERIDAD DECORATIVA

La puesta en escena de Negrín --que, como curiosidad, es bisnieto de Juan Negrín, último presidente del gobierno de la Segunda República-- es austera y fría en apariencia, con un gran marco de cemento como espacio en el que se desarrolla la acción, pero tanto la disposición del coro como el juego de luces y el fuego permanente, que se mantiene encendido durante toda la obra, llevan al espectador a olvidarse del minimalismo decorativo.

Consciente de lo difícil que resulta enfrentarse a una obra tan conocida, que ostenta el honor de ser considerada la ópera más popular de Verdi, Negrín ha abordado este proyecto desde la mirada más pura, como si se tratara de una obra "desconocida", para desvelar "la belleza particular, su estética y su filosofía".

La constante en esta producción es el fuego, con una presencia absoluta y constante que simboliza el pasado y la quema del presente y el futuro, tal y como les ocurre a estos personajes, atrapados por sus decisiones, sus actos y el contexto histórico en el que habitan, sin oportunidad de cambiar.

El vestuario, sencillo y en sintonía con el resto de la puesta en escena, corresponde a la época del libreto, pero los colores son apagados, con el protagonismo de los grises, marrones y negros, a excepción de Leonora, que con un vestido rojo encarna el amor y la pasión que siente por Manrico.

Todo ello funciona en escena tal y como Negrín entiende 'Il trovatore': "La historia más oscura del mundo", con "amor y aventuras", pero a la vez una historia de "muerte, venganza y niños quemados" que es tanto un melodrama como una versión operística de un "thriller" o un "filme noir", en palabras de Negrín. A pesar de no haber ideado una obra arriesgada, algunas voces del público han mostrado cierto desacuerdo con esta apuesta visual, aunque la euforia de la otra parte del público ha sido mayor.

Será la tercera vez que 'Il trovatore' se presenta en el reinaugurado Teatro Real --en 2000, con García Navarro y Elijah Moshinsky; y en 2007, con Nicola Luisotti y la misma producción--, después de las más de 300 funciones de la ópera que han tenido lugar entre 1854 (fecha de su estreno en Madrid) y 1925.

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