Djokovic trunca las ilusiones de Moyà e impide un duelo español en semifinales ante Ferrer

Actualizado: viernes, 7 septiembre 2007 12:54


NUEVA YORK (ESTADOS UNIDOS), 7 Sep. (EUROPA PRESS) -

El serbio Novak Djokovic acabó con las ilusiones del mallorquín Carlos Moyà en los cuartos de final del Abierto de Estados Unidos, cuarto y último 'Grand Slam' del año, e impidió una semifinal española contra David Ferrer, que superó al argentino Juan Ignacio Chela.

El veterano tenista balear, que también cayó en los cuartos de Roland Garros este año, parece haber recuperado el tenis que le permitió ser número uno del mundo en 1999 bajo la batuta del argentino Luis Lobo.

Sin embargo, terminó sucumbiendo ante el empuje del joven balcánico a quien había vencido en los dos encuentros previos de esta temporada --Hamburgo y Cincinnati-- y se quedó con las ganas de repetir las semifinales de 1998, su techo en Flushing Meadows.

Djokovic, ya con el pase a la Copa Masters de Shanghai, cimentó su triunfo en su acierto con el saque --nueve 'aces' por dos de Moyà-- y supo ser más incisivo en el 'tie break' del segundo set para terminar imponiéndose por 6-4, 7-6 (7) y 6-1.

El joven serbio, que cuenta esta temporada con cuatro títulos en su haber, encarriló rápido la primera manga, pero tuvo que levantar un punto de set en la muerte súbita de la segunda (5-6). Tras llevarse el segundo set, el partido no tuvo más historia y Djokovic cerró el partido con contundencia.

FERRER SIGUE IMPARABLE

En las terceras semifinales de su carrera en un 'grande', después de caer en Roland Garros y Wimbledon ante Rafa Nadal, volverá a medirse a un miembro de la 'Armada', en esta ocasión a David Ferrer, verdugo del manacorí en octavos.

El alicantino logró el pase a las primeras 'semis' de su carrera en un 'Grand Slam' después de vencer al argentino Juan Ignacio Chela por 6-2, 6-3 y 7-5 en un encuentro en que volvió a hacer gala de su agresivo servicio y un resto demoledor.

El número 15 del mundo no tuvo complejos ante el argentino. Con bolas pesadas, cambiando de altura, abriendo ángulos y sin renunciar a los intercambios largos, Ferrer fue superando minúsculos obstáculos (hasta la octava bola de set no se hizo con la segunda manga) en un partido que controló con relativa autoridad.