MADRID, 18 oct. (EDIZIONES)
Hannah Jordan, 18 años, natural de Tulsa, Oklahoma, ha pasado prácticamente toda su vida postrada en una cama debido a una rara enfermedad metabólica que la deja exhausta y por la cual lleva un tubo de gastrostomía (tubo G). Este tubo sirve para administrar glucosa a su cuerpo, evitando así que entre en una hipoglucemia potencialmente mortal.
Ante este panorama, pensar en que esta joven pueda siquiera subirse a una bicicleta es un ejercicio mental difícil de llevar a cabo, y menos aún, imaginarse que pueda competir en campeonatos mundiales de ciclismo.
El caso es que el deporte, y su caso, el ciclismo, fue la clave para mejorar su energía y, por tanto, su calidad de vida en medidas que han asombrado a los médicos expertos, tal y como recoge Good Morning America en una entrevista.
El descubrimiento sucedió cinco años atrás, cuando se adueñó de una bicicleta vieja y se puso a practicar. No tardó mucho en descubrir que no solo podía montar en bicicleta, sino que su estado de ánimo y energía prosperaron.
Desde entonces, Jordan ha llegado a competir en más de dos docenas de carreras de ciclismo, ganando medallas de oro y plata y estableciendo récords personales por el camino.
Su condición y el hecho de que tenga que llevar un tubo G con ella encima nunca ha sido impedimento en cuanto a la aerodinámica se refiere. Jordan usa una camiseta de carrera especialmente diseñada para sostener el monitor del tubo G que bombea la glucosa a su cuerpo.
Tampoco ha sido impedimento para que pueda competir en campeonatos mundiales. La Agencia Antidopajes de los Estados Unidos autorizó oficialmente a Jordan a competir la pasada primavera en cualquier nivel tras dictaminar que su tubo G no le da una ventaja sobre los otros atletas.
"Lo que me encanta del ciclismo es que no te encasillas", agregó Jordan. "Puedes hacer lo que quieras y decidir qué tan rápido quieres llegar y qué tan lejos quieres llegar".