MADRID, 5 May. (EUROPA PRESS) -
Carlota quiere tener una vida "normal" y no contar "todo el rato" calorías en su cabeza. Tiene anorexia desde los 14 años y ahora, a los 21, estudia Medicina para especializarse en Psiquiatría y poder ayudar a personas que están pasando por lo mismo que a ella le costó la adolescencia.
"Entre los hospitales y que yo me aislaba, no viví una adolescencia normal. Perdí a casi todas mis amigas por eso", explica Carlota en una entrevista con Europa Press.
Empezó a restringir las comidas con 14 años, para ella era una manera de "tener el control sobre algo" en un momento en el que tenía problemas familiares. Estuvo ingresada en el Hospital Niño Jesús y reconoce que al entrar sintió "miedo" porque no se veía preparada para subir de peso e iniciar el proceso de recuperación.
Desde entonces, ha tenido etapas de mejora y de "recaída", pero después de ocho años de enfermedad asegura que ha aprendido a identificarla y pedir ayuda porque "no se cura". "Lo importante es no canalizar los problemas a través de la comida", explica la joven que, a día de hoy, continúa yendo a terapia psicológica.
WEBS QUE PROMUEVEN ESTOS TRASTORNOS
Al principio de su enfermedad, Carlota, consultaba páginas web que hacen apología de la anorexia y la bulimia. Estas páginas se llaman 'Pro-Ana', a favor de la anorexia, y 'Pro-Mía', que fomentan la bulimia.
"Estas webs proponen una autodestrucción absoluta", según denuncia la joven que alerta de que en ellas dan consejos sobre cómo vomitar sin hacer ruido, cuánto chicle comer para no tener hambre y cómo autolesionarse.
Una madre inició una petición en change.org hace dos años para que el gobierno garantice la persecución y el cierre de estas páginas. En el texto, expone que no sabía que existían hasta que su hija le confesó que había visitado una de ellas y las define como "lo más espantoso" que ha leído "jamás". La solicitud cuenta con casi 285.000 firmas.
Además, a través de ellas, los jóvenes acceden a grupos de WhatsApp en los que se presentan dando su nombre, su edad, su peso y especifican cuánto quieren adelgazar. Los participantes del grupo exponen sus dudas sobre qué ejercicios hacer, cómo evitar que sus padres se den cuenta de que no han comido o cuánta agua deben beber a lo largo del día, según ha comprobado Europa Press a través de uno de estos grupos de WhatsApp que cuenta con casi 300 integrantes de Latinoamérica y España.
Carlota alerta también sobre el uso nocivo de las redes sociales y la exaltación de la extrema delgadez que hacen algunos usuarios. "Instagram es una bomba de relojería porque seguimos a gente que idealizamos y que solo muestran cosas que no son reales", argumenta la estudiante.
VIVIR SIN CONTAR CALORÍAS
Carlota se ha sentido sola e "incomprendida" durante su enfermedad. "A pesar de que mi familia ha estado siempre ahí, nadie puede entender que la comida me cause rechazo o que me vea gorda en una talla 34", explica.
Para ella, uno de los principales problemas de la anorexia es que las personas que la sufren terminan aislándose porque, en soledad, es el único momento en el que no tienen que dar explicaciones.
Carlota sigue luchando día a día contra los espejos, pero ha hecho amigas nuevas, estudia Medicina para llegar a tratar a personas con trastornos alimentarios y sueña con un futuro en el que pueda disfrutar sin preocuparse de las calorías que ha ingerido y sin compararse con otras personas.