BILBAO, 18 Nov. (EUROPA PRESS) -
Los jóvenes de entre 18 y 20 años perciben la violencia de género como un asunto relacionado con las relaciones de pareja de la vida adulta y no poseen "las estrategias adecuadas" para la detección, comprensión y reacción hacia este tipo de violencia en sus relaciones, según recoge un estudio encargado por el Ayuntamiento de Bilbao a la Universidad del País Vasco.
La facultad de Sociología de la UPV ha realizado su investigación entre estudiantes de enseñanza Secundaria y Bachillerato, y la población universitaria del primer curso de la UPV en Bilbao, con el objetivo de conocer las opiniones de los jóvenes de entre 15 y 20 años sobre sus relaciones afectivo-sexuales y sobre la violencia de género, y realizar un diagnóstico sobre la presencia de la violencia de género en las relaciones de los jóvenes de entre 18 y 20 años.
La iniciativa, presentada hoy en una jornada en la sede de Lan Ekintza por las miembros del equipo de investigación Mila Amurrio y Elisa Usategi, se enmarca en el II Plan Municipal para la Igualdad de la capital vizcaína. En esta ciudad, diez de las 28 mujeres acogidas en pisos municipales en 2007 eran menores de 25 años.
Las conclusiones del estudio realizado indican que los jóvenes universitarios bilbaínos han sido socializados "en un contexto cultural donde se reproducen las ideas y valores sobre amor, modelos femeninos y masculinos de atractivo, propios de las estructuras de dominación masculinas, ideas y valores que orientan sus relaciones afectivas y sexuales y/o de pareja".
Los datos recabados han permitido comprobar las hipótesis de trabajo del estudio: que los jóvenes de entre 18 y 20 años no poseen las estrategias adecuadas para la detección, comprensión y reacción hacia la violencia de género en sus relaciones, así como que la población de esta franja de edad relaciona la violencia de género con las relaciones de pareja que tienen lugar en la vida adulta, caracterizadas por el compromiso, la convivencia y la paternidad.
"El haber confirmado nuestras hipótesis en un colectivo que comienza su transición hacia la vida adulta con unas determinadas expectativas de vida nos lleva a pensar que los y las adolescentes vascos pueden tener aún mayores dificultades para identificar las situaciones de riesgo que puedan estar viviendo en sus relaciones afectivas y sexuales. Sin duda, conocer la realidad que vive ese colectivo, realizar un diagnóstico de la presencia de la violencia de género en el mismo es una tarea urgente", afirman sus responsables.
El estudio recoge datos cualitativos y cuantitativos de la población analizada en distintos apartados, como los ámbitos de la socialización de los jóvenes universitarios, las relaciones afectivas y sexuales, y la violencia de género.
En el campo de la socialización, el informe indica que las familias se encuentran "en transición a relaciones más igualitarias", pero perduran "desigualdades muy importantes originadas y promovidas por los esterotipos de género" que definen actividades como femeninas o masculinas. Por el contrario, se indica que la escuela sí ha pretendido iniciar una nueva acción socializadora, que "ha calado más en ellas que en ellos".
En cuanto a la difusión de los medios de comunicación, señala que el consumo mediático de los entrevistados "remite a un mundo de valores que en la mayoría de los casos refuerza el orden simbólico dominante de la sociedad". Los jóvenes consumen preferentemente programas de televisión deportivos y películas de acción (80%), mientras que las jóvenes se decantan por reality shows (60%), prensa o televisión "rosa" (40%) y revistas o webs de moda (45%).
Por lo que respecta a las relaciones afectivas y sexuales de los jóvenes, casi la mitad de los encuestados tenía algún tipo de relación cuando se realizó la investigación, que definían en su mayoría como una relación prolongada, pero carente de responsabilidades y compromisos mutuos.
Los encuestados optan, al ser preguntados por las características de su pareja ideal, por una relación entre iguales, si bien "concurren elementos propios de una relación dependendiente, donde las mujeres jóvenes quieren ser protegidas y que les den seguridad y los hombres jóvenes quieren que las mujeres sean atractivas y guapas para garantizar el éxito de la relación sexual".
"Si bien el discurso de las relaciones entre iguales va ganando terreno más entre las jóvenes que entre los jóvenes, lo cierto es que la perviviencia de esos estereotipos de género indican que aún queda un camino muy importante por recorrer con el fin de evitar situaciones de riesgo de violencia psicológica toleradas y detener el ciclo de la violencia de género evitando su última expresión: la violencia física y sexual", indica el estudio.
La totalidad de los jóvenes entrevistados se muestra en desacuerdo con que la violencia de género no represente un problema grave, sea un fenómeno propio de las clases más desfavorecidas y en su manifestación psicológica sea menos grave que en la física. Sin embargo, "son menos los que discrepan y más los que dudan o se muestran convencidos" de que se trata de un asunto privado y más frecuente en las parejas adultas.
Estos son, según indican los responsables del estudio, "dos estereotipos que encierran un riesgo evidente en la identificación del problema en las relaciones afectivas de los jóvenes".
El estudio revela "una ruptura con visiones tradicionales" sobre la dependencia y sumisión de las mujeres en la pareja (el 80%), que se manifiesta "aunque más contenida" en relación a las creencias sobre el carácter y atractivo de hombres y mujeres. No obstante, "se relaja un poco más cuando la agresividad en el hombre se presenta como un componente atractivo".
DIFERENCIA DE PODER
Ante las causas de la violencia de género, sólo uno de cada tres encuestados comparte la idea de que tiene su origen en la diferencia de poder entre ambos sexos y cerca de la mitad ven en ella un producto de la creencia en la inferioridad de las mujeres. Los estereotipos se hallan más arraigados en el colectivo masculino y surgen de manera más clara en los discursos informales.
El estudio pone de manifiesto que los jóvenes conciben el maltrato como una acción que admite diferentes niveles de intensidad y, por tanto, de tolerancia. La dificultad para identificar como maltrato determinados comportamientos es más acusada cuando no hay o se difumina el componente de acoso o violencia física. "La indeterminación aflora cuando se trata de situaciones en las que la agresión no es explícita, el daño se ejerce por omisión, de manera tácita, y el maltrato es psicológico", apunta.
Los resultados confirman la presencia de comportamientos violentos en las relaciones de la población joven universitaria, que conllevan un maltrato en el plano emocional y afectivo y que suponen coacción y limitación de autonomía y libertad. No identifican "con tanta nitidez" expresiones de maltrato que suelen preceder o acompañar a la violencia más explícita.
La mayor vivencia de maltrato se da en quienes mantienen relaciones más informales y, entre las medidas que proponen ante la violencia de género, se opta mayoritariamente por las que tienen como objetivo al agresor y a la víctima, con protección para ella y castigo para él.
Tienen menor apoyo las medidas de prevención y reeducación, las de denuncia y rechazo social, lo que evidencia "la tendencia a situar el problema de la vilencia de género en el plano individual y la dificultad para ver las situaciones y expresiones del maltrato como un problema estructural".