BARCELONA, 23 Oct. (EUROPA PRESS) -
Los acusados de apalear y quemar viva a una indigente en un cajero de Barcelona en 2005 pidieron hoy, aprovechando su derecho a la última palabra en el juicio, perdón a la familia de Rosario E.P. y justicia, porque ellos, dijeron, no son unos asesinos y nunca quisieron matarla.
"Pensaba que los juicios se hacían para buscar la verdad", mientras que "la parte de la acusación en ningún momento ha parecido buscar la verdad, sino que directamente me han calificado como asesino pidiendo 28 años", afirmó Oriol P.S. "Me sabe muy mal porque han dañado mi imagen y yo no soy así", agregó el joven, quien también pidió perdón a su familia porque también "vive una condena".
Este acusado reconoció que su actitud es "muy diferente" a la de la noche del crimen, la del 16 de diciembre de 2005, porque ahora es "consciente" de que "cada acto tiene una consecuencia" y, por eso, asume "todos los hechos" que hizo aquella noche.
Ricard P.B. lamentó lo ocurrido y aseguró que no se imaginaban que el disolvente iba a explotar porque él estaba dentro y también pudo pasarle algo a él, aunque tuvo "esa suerte" de seguir con vida. "Nunca pasó por mi cabeza la idea de matar a nadie", agregó el acusado, quien también pidió a los magistrados que "sean justos, por favor".
En ese sentido, Oriol P.S. recordó que durante la prórroga de prisión, el tribunal de la Sección Décima le prometió "que serían justos porque son profesionales". "Sigo esperando y sigo creyendo que eso es así", concluyó.
Ante esa súplica, el magistrado presidente, en una actitud poco habitual, quiso tranquilizarles diciéndoles que "tal vez" el objetivo principal del juicio no ha sido tanto descubrir "la verdad material", sino "dar una explicación razonable de la realidad". Justo después, dejó el juicio visto para sentencia.
VIOLENCIA GRATUITA Y BRUTAL
La parte acusatoria --que pide para cada uno 28 años de cárcel como coautores del asesinato con alevosía y ensañamiento de Rosario y los daños del cajero-- coincidió en señalar la rapidez con la que vertieron una "cantidad importante" de disolvente sobre la víctima --o a su lado-- y le prendieron fuego supuestamente sin saber que el líquido inflamable podía arder a pesar de la "enorme etiqueta", con una llama y una calavera.
Los letrados afirmaron que los acusados sabían que el líquido iba a arder porque así lo explicó el menor, que "nada tenía que ganar ni que perder" al estar ya condenado, y así lo demuestra la cara de "conformidad" de los jóvenes y el hecho de que "Oriol P.S. llegara a sonreír".
El fiscal aseguró que los procesados y el menor mostraron en la agresión "su desprecio contra quien no era como ellos, contra quien no era tan afortunado como ellos" y actuando de forma coordinada, cuando "las bromas y las gamberradas no son premeditadas".
La abogada del Ayuntamiento de Barcelona --que se personó como acusación popular-- aseguró que se trató de "un acto de violencia gratuita, brutal, continuada e 'in crescendo'", que fue "meditado, deliberado y buscado" en el que utilizaron, como aseguró el fiscal, "un medio especialmente cruel" que produce una muerte "lenta y dolorosa".
El abogado de la familia, Jordi Pina, los tachó de cobardes porque "llegaron a decir que el autor era el menor porque ya está condenado" para que así fuera J.J.M.R. quien "cargara con las culpas", aunque, a su entender, el menor "dijo la verdad" al explicar que los procesados le utilizaron como "cebo" para lograr que la mujer abriera de nuevo la puerta del cajero.
"MOLESTAR Y ASUSTAR"
Ambos procesados escucharon cabizbajos los informes finales de sus abogados, quienes reiteraron que la intención de los jóvenes no era asesinar a Rosario. Su muerte "no fue querida, ni imaginada, no existía en la mente de mi defendido", sostuvo el abogado de Ricard P.B., Juan Antonio del Moral, quien supuestamente lanzó un cigarrillo al disolvente.
"Con la misma fuerza que los malditos gases del maldito disolvente que causó la muerte a Rosario, fluyen dos palabras: molestar y asustar", afirmó el letrado, quien recordó que el menor, ya condenado a ocho años de internamiento por este crimen, aseguró durante su declaración que sólo quisieron "molestar y asustar, no matar" a la indigente.
Sin embargo, cometieron "un error" al pensar que "aquel bidón sucio al alcance de cualquiera, aunque oliera a disolvente, era inocuo e inofensivo", explicó Del Moral, quien lamentó que el líquido se convirtiera en "una bomba". Como su cliente, pidió "valentía y honestidad" porque "no por ser más severo se es más justo" y condenar su cliente a un máximo de tres años de prisión por homicidio por imprudencia grave y trato degradante.
La abogada de Oriol P.S., Esther Palmés, también sostuvo que los chicos no pudieron imaginar la explosión que se produciría y que vertieron el líquido en el suelo de tal forma que la víctima podía huir. A su entender, tampoco se ha demostrado que quisieran hacer daño a Rosario, aunque se haya definido como "monstruos" a estos "jóvenes normales".
Asimismo, aseguró que la víctima pudo cerrar la puerta del cajero de la calle Guillem Tell, en el barrio de Sant Gervasi, que no estaba desprevenida porque la estuvieron molestando y que no se encontraba "desamparada" en un lugar "apartado ni escondido", ya que estaba iluminado, tenía un cerrojo y contaba con una cámara de seguridad y un interfono para pedir auxilio.
Palmés añadió que, según puede verse en el vídeo de seguridad, su cliente "no encuentra el bidón, no entra, no vierte, no vigila y no impide la huida" de la víctima, y, aunque no participó directamente en los hechos, "debería haber hecho algo después". La letrada dijo que no puede exigirle que entrara a rescatar a la mujer pero sí llamar a emergencias, por lo que pide que se le condene a dos años de prisión por omisión del deber de socorro.