Actualizado 18/06/2009 16:08

La ONU asegura que los 2 millones de desplazados en Pakistán han llevado al límite a las comunidades de acogida

ISLAMABAD, 18 Jun. (Reuters/EP) -

Los desplazados por los enfrentamientos en Pakistán están ejerciendo una enorme carga sobre las comunidades donde se refugian, pero Naciones Unidas sólo puede ayudar a una pequeña cantidad de los mismos porque no cuenta con los fondos suficientes, según afirmó hoy un responsable de la ONU.

Los enfrentamientos comenzaron en el noroeste de Pakistán a finales de abril, cuando el Ejército comenzó una ofensiva contra los milicianos talibán en el valle del Swat. Las agencias humanitarias han emitido peticiones multimillonarias para poder asistir a los desplazados por el enfrentamiento.

Casi dos millones de personas han huido desde que comenzaron estos últimos enfrentamientos, según el coordinador humanitario de la ONU en Pakistán, Martin Mogwanja. Mientras que una parte de los desplazados se ha trasladado hasta los campamentos erigidos por las agencias humanitarias y el Gobierno, la mayor parte reside con amigos o parientes en la denominadas comunidades de acogida.

"Supone una llegada masiva, masiva, de personas para ser repentinamente alojadas en tres o cuatro semanas", señaló Mogwanja. La mayoría de los partidos políticos del país y la sociedad apoyan la ofensiva, pero el Gobierno se arriesga a perder este apoyo si los desplazados sufren excesivamente.

Mogwanja indicó que en algunos lugares decenas de personas se han tenido que instalar en un par de habitaciones. Aunque se han distribuido miles de toneladas de alimentos y otros suministros, la presión sobre las comunidades aún es inmensa, afirmó.

"Los servicios sanitarios, de agua, escolares, todos han sido presionados hasta el límite absoluto, y algunos ya han sobrepasado sus límites", añadió, y recordó que el llamamiento que hizo el mes pasado la ONU, que ascendía a los 543 millones de dólares, sólo ha recibido el 31 por ciento. "Nuestros recursos son limitados, y sólo alcanzamos a una fracción de los que nos gustaría alcanzar entre las comunidades de acogida, y esto nos supone una gran preocupación", lamentó.

Mogwanja declinó especificar una fecha en la que los desplazados podrían volver a casa, señalando que el Gobierno y la ONU han preparado una serie de condiciones necesarias, incluida la seguridad y el funcionamiento de los servicios básicos. "El Gobierno es claro, quiere conseguir estas condiciones tan pronto como sea posible, y están trabajando muy duro para hacerlo", aseguró.

"Pero ahora, no hemos encontrado una situación donde se completen todas las condiciones, aunque esperamos que puedan cumplirse en un futuro cercano", manifestó. Mientras, el Ejército planea una ofensiva contra el líder talibán paquistaní Baitula Mehsud en su baluarte en Waziristán del Sur, junto a la frontera con Afganistán.

Ya han huido miles de personas han tenido que abandonar la región, según los residentes, y una ofensiva completa provocaría otro éxodo en una región donde el personal de la ONU no puede acceder por motivos de seguridad. Aunque dos trabajadores de Naciones Unidas murieron el pasado 9 de junio en un ataque suicida con bomba en un hotel en la ciudad de Peshawar, en el noroeste, Mogwanja afirmó que no detendrá su esfuerzo de ayuda.

EL CICR DISTRIBUYE AYUDA EN MINGORA

Por otra parte, el Comité Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna de Pakistán (CICR) han comenzado a distribuir víveres para unas 40.000 personas en la principal ciudad del valle de Swat, Mingora, así como en sus cercanías.

"Desde hace semanas, la población que no abandonó Swat a pesar de los combates está viviendo bajo un toque de queda, y sus suministros básicos se han agotado", aseguró el delegado del CICR y encargado de seguridad económica en Pakistán, Mohamed Sheikh Ali. "Aunque ha empezado a mejorar la situación, en este momento la población necesita asistencia, incluidos víveres, para poder hacer frente a la situación", añadió.

Mingora ha sido uno de los principales puntos de mira de la operación militar en la división de Malalakand. Aunque una parte de la población abandonó la zona, decenas de miles de personas permanecen en el lugar para cuidar sus bienes, con la esperanza de poder cosechar el trigo, o sencillamente porque no pueden salir, subraya el CICR.

"Actualmente, el CICR es la única organización humanitaria internacional en la zona. Las necesidades son considerables", comentó un delegado residente desde hace dos semanas en Mingora, Daniel O'Malley. "Estamos tratando de proceder cuanto antes, pero para poder dar ayuda, es necesario que nuestros camiones puedan entrar y salir del distrito en condiciones de seguridad", informó.