Actualizado 28/12/2007 21:42

El cachete

Lo más llamativo de la ilegalización del cachete es que esa bofetedada seca y no siempre de talla cadete que popinan a los niños los padres iracundos fuera legal a estas alturas.

El cachete, que con su nombre blandito y casi simpático representa al tiempo que enmascara la violencia corriente, consuetudinaria, que se ejerce contra las criaturas, ha perdido la idulgencia con que el Código Penal lo contemplaba, y ahora sólo falta que los padres y las madres de mano larga les dejen de dar cachetes a los niños.

Lamentablemente, la ley, o la Justicia, o la Policía, o como se llame eso que debe combatir los atropellos, tiene la mano más corta que los padres demanos largas, tan corta que no alcanza a penetrar, salvo en los casos excepcionales y extremos, en el ámbito secreto de la familia, que es donde los cachetes llueven y donde cae el granizo de sevicias peores.

El maltrato físico a los niños es el gran olvidado del mundo infernal de la violencia doméstica, pues los niños, aparte de que nadie les hace ningún caso, ni denuncian, ni se enfrentan al agresor, ni reclaman, ni votan. Los niños maltratados, que son legión contra lo que a la sociedad le interesa suponer, a menudo ni saben que lo están siendo: crecieron a golpes, a gritos, a "cachetes" y a empujones, e ignoran que lo normal es otra cosa.

Por el cachete, por ese guantazo de los adultos majaras, cobardes e impotentes, se empieza, y he aquí que hasta ayer mismo era enteramente legal, cuando no, en tantos sectores, aconsejable.

¿Y qué va a hacer la ley, o la Justicia, o la Policía, para evitar el cachete? ¿Y para perseguirlo? ¿Habrá un carnet por puntos para progenitores? ¿El cachete será motivo de reconvención, de multa, de extrañamiento, de cárcel? Mucho me temo que en el país con más leyes del mundo, y en el que menos se cumplen, los niños seguirán recibiendo golpes, "cachetes", en su infinita soledad.

Rafael Torres.