Publicado 06/02/2020 18:01

El Teatro Central acoge el estreno de 'Soufflette' con François Chaignaud desplegando su idea de danza sonora y visual

El Central acoge el esterno de 'Soufflette' con Francois Chaignaud desplegando su idea de danza sonora y visual
El Central acoge el esterno de 'Soufflette' con Francois Chaignaud desplegando su idea de danza sonora y visual - TEATRO CENTRAL

La danza electrónica y gestual de la malagueña María del Mar Suárez La Chachi llega con 'La espera'

SEVILLA, 6 Feb. (EUROPA PRESS) -

El Teatro Central será escenario de un nuevo estreno nacional con las representaciones de 'Soufflette', pieza de danza que podrá verse los días 7 y 8 de febrero en la sala A del espacio escénico que gestiona la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico. Su autor, el coreógrafo francés Franois Chaignaud, dispone un elenco de 14 intérpretes que terminan convirtiéndose en motivos florales y hace cantar a los bailarines melodías polifónicas inspiradas en las investigaciones de la escuela de Notre-Dame (París) en los siglos XII y XIII.

El espectáculo comienza con los bailarines saliendo de una especie de baúles-cabina vestidos con gruesos jerséis de lana que evocan a crisálidas y evolucionan en un trance en calma y hacia una variación de La Consagración de la Primavera. Un cambio de vestuario parece dirigir la pieza hacia una moderna 'rave'. La obra mestiza referencias a Botticelli con las de la cultura clubbing para llegar a un final deslumbrante: todos los intérpretes se convierten en hombres y mujeres en flor y el escenario se convierte en cuadro viviente.

'Soufflette' es un encargo de la Compañía Nacional Noruega Carte Blanche en la que Franois Chaignaud ha querido contar además con un sorprendente vestuario de Romain Brau: gruesos jerséis, como restos de vestidos, que producen voluntariamente efectos de percusión.
Musicalmente es un viaje sonoro desde las orillas de la Edad Media hasta nuestros días, donde no falta una versión a capella de 'Killing Me Softly with His Song' que no tiene nada que envidiar a las de Roberta Flack o Lauryn Hill.

Nacido en Rennes, Franois Chaignaud estudia danza desde los seis años y concluye su formación en 2003. Enseguida colabora con coreógrafos como Boris Charmatz, Emmanuelle Huynh, Alain Buffard y Gilles Jobin. Desde 2013 se dota de una voz propia donde danza y canto se contaminan, consiguiendo coreografías a medio camino entre el movimiento sensual del cuerpo y la música, que cantan los propios intérpretes.

Todo ello, unido a heterogéneas referencias históricas --desde la literatura erótica a las artes sacras--, lo han convertido en una de las figuras más singulares de la danza contemporánea internacional.
En sus obras se aprecian también guiños a Isadora Duncan, a las vanguardias actuales, al ballet clásico o a danzas urbanas.

Por otra parte, también el 7 y 8 de febrero llega a la sala B el espectáculo 'La espera', de la creadora malagueña María del Mar Suárez La Chachi. Su presencia forma parte del ciclo Andalucía, Nuevos Trayectos, con el que el Teatro Central busca promover la escena emergente. Con 'La espera' La Chachi halla conexiones entre la vida monacal y la propia mediante una trama que ocurre en un convento de un mundo distópico.

La Chachi viene de la danza contemporánea, el teatro gestual y la hibridación del flamenco con la electrónica. Desde esa perspectiva 'La Espera' trata de la sumisión, la pasión, la devoción o el sacrificio. Todo sucede en un convento de un mundo distópico, donde dos monjas antisistema intentan convocar a Dios y rezan por los
outsiders: una es La Chachi y la otra es la compositora experimental Paloma Peñarrubia, que aporta un hilo musical que mestiza el flamenco y la electrónica. María del Mar Suárez quería comprobar "cómo se encuentran esos dos lenguajes y cómo se materializan en mi cuerpo", explica, y agrega: "orar es improvisar con Dios, ya no se reza como antes. Estoy aquí porque así lo quiso mi vocación. Los suspiros también se bailan".

La espera como institución, estado y motor acompañan a la intérprete en esta propuesta escénica. Una mujer se encarna en la fe, la promesa, lo frágil, lo poderoso, mientras la gota de sudor baja hasta llegar a la meta de su espalda. Una dramaturgia que linda entre el rosario y los tacones con clavos. Palos flamencos
condenados a deformarse tejen el pulso rítmico de la pieza. Se sumerge libre y provocado el baile flamenco que se híbrida con lo gestual y la palabra construyendo así el universo narrativo.