Una exdirectora de Arkaute dice que las pelotas de goma se deben disparar a rebote y a distancia de 25 a 50 metros

Dos testigos de la defensa declaran que fueron agredidos y resultaron heridos en una pelea previa a la carga, y llamaron a la Ertzaintza

Comienza el juicio por el caso Cabacas
EUROPA PRESS
Europa Press País Vasco
Actualizado: lunes, 22 octubre 2018 19:30

BILBAO, 22 Oct. (EUROPA PRESS) -

La directora general de la Academia Vasca de Policía y Emergencias de Arkaute cuando se produjo en 2012 la muerte de Iñigo Cabacas, ha indicado que la instrucción que reciben los agentes es "guardar una distancia de 25 a 50 metros" cuando se disparan pelotas de goma, "no disparar directo", sino "a rebote" y "no lanzar a órganos vitales".

La Audiencia de Bizkaia ha acogido este lunes, sin la presencia de los acusados, la cuarta jornada del juicio por la muerte del joven aficionado del Athletic, herido de gravedad el 5 de abril de 2012 en una carga policial que realizó la Ertzaintza con motivo de los incidentes que se produjeron en Bilbao tras el partido contra el Schalke 04. El joven falleció cuatro días después en el Hospital de Basurto.

Seis ertzainas que participaron en el dispositivo policial con motivo del encuentro, tres mandos intermedios y tres agentes de base, están acusados por estos hechos. La acusación particular, que representa a la familia de la víctima, solicita para cada uno de ellos cuatro años de prisión por homicidio con imprudencia grave profesional, además de una inhabilitación de seis años. Por su parte, la Fiscalía y las defensas de los acusados solicitan la absolución.

En su declaración, la directora de Arkaute entre mayo de 2010 y enero de 2013 ha explicado que el manual de la Policía vasca para su instrucción y formación en vigor cuando se produjeron los hechos recoge que la respuesta policial ante 'fenómenos de masas' "no puede ser indiscriminada y tiene que ser dirigida al origen del desorden público". Además, ha precisado que se debe basar en el principio de la "proporcionalidad" en relación a los hechos que están ocurriendo.

"De lo que se trata siempre en cualquier intervención, y así se trataba de trasladar en toda la formación de la Academia, es que lo primero era prevenir que el incidente fuera a más, e incluso que los incidentes tuvieran una afección más allá de donde se estaban produciendo", ha precisado.

En el momento de los hechos que se juzgan, Moreno ha señalado que la distancia mínima para poder disparar con escopetas de pelotas de goma "iba desde los 25 metros hasta los 50, y el medio era 35 metros". Además, ha destacado que "las escopetas siempre se disparaban a rebote, nunca se disparaban en directo, siempre buscando un rebote y el máximo ángulo de rebote".

"Lo que tengo entendido, y por lo que he visto en las prácticas que realizan, jamás se disparaba de cintura para abajo, siempre de cintura para arriba, y siempre se les instruía dentro de la formación sobre dónde no debían de tirar, donde jamás debían apuntar en ningún caso, porque lo que no se buscaba era hacer daño a nadie". La instrucción, ha reiterado, era "no lanzar a órganos vitales ni a articulaciones".

La exdirectora de Arkaute ha indicado, en cuanto al reparto y control de material, que existía la instrucción de rellenar hojas de control al entregar el material, y ha afirmado que, ante cualquier tipo de altercado, "lo primero siempre es intentar negociar el resultado". Así, ha dicho que "se busca una presencia intimidatoria" y la utilización, por ejemplo, de salvas persigue "disolver el incidente".

En su opinión personal, ha dicho, "ningún agente lo que está buscando es fomentar ningún altercado, todo lo contrario". Así, ha insistido en que el entrenamiento que reciben "es precisamente para evitar que se produzcan altercados, no para provocarlos", a lo que ha añadido que "cuando una dotación llega pertrechada con todo el armamento y llega preparada para utilizarlo es porque la situación no es precisamente pacífica, sino que están obligados a equiparse y prepararse para intervenir".

En cuanto a la cadena de mando, ha explicado que, "en cualquier dispositivo, siempre van en grupos de entre cuatro y seis personas, siempre tienen un mando al frente que toma la decisión de actuación de lo que tienen que hacer los agentes y, a medida que se van incorporando otras dotaciones o unidades, que pueden ser de la misma o de otra comisaría, siempre se tienen que ir sumando la dispositivo".

"Ese mando tiene que estar identificado, y cada agente solamente responde a este mando", ha precisado, para insistir en que el agente de base "tiene que respetar a su mando natural, que es el mando de su furgoneta, y ese mando, a su vez, tiene que responder al de mayor jerarquía". "La orden tiene que responder al mando natural, y otra cosa es la responsabilidad del dispositivo a quién corresponde la responsabilidad", ha subrayado.

En la sesión de este lunes han declarado otros nueve testigos de la acusación que se encontraba en la plaza de María Díaz de Haro donde ocurrió la carga policial, y que han coincidido en que no hubo aviso de carga, ni tampoco ataques contra la Ertzaintza antes de que estos comenzaran a disparar las pelotas de goma "de manera horizontal, a la gente, de frente, y a dar".

También han relatado que, tras iniciarse la carga, vieron lanzar "algunas botellas o cachis", pero de manera "muy aislada" y ninguno ha reconocido haber visto grupos de encapuchados que lanzaran piedras u otros objetos a los agentes desde el callejón por el que se accede a Licenciado Pozas. Por otro lado, ninguno de los testigos ha podido certificar con rotundidad el uniforme de los agentes que formaron el dispositivo aquella noche.

Uno de los testigos ha explicado que los ertzainas "disparaban recto, a dar" y ha indicado que en un "impass" de la carga se levantó "con las manos en alto" y fue hacia los ertzainas para pedir que "pararan" y pidieran una ambulancia porque "le habían dado a alguien". Tras recibir como respuesta de un agente "sí, sí, ahora vamos", ha relatado que le dio la espalda al ertzaina y recibió "dos porrazos" que le tiraron al suelo. Por lo golpes recibidos tuvo que estar cuatro meses de baja, ha dicho, y recibió 12.000 euros de indemnización tras llegar a un acuerdo con la aseguradora.

Otro testigo que ha dicho que observó los hechos desde la esquina de la calle Licenciado Poza con María Diaz de Haro, ha explicado que vio una ambulancia pasar y a agentes de la Ertzaintza pararla. Tras la carga, se escondió en una cajero "por seguridad" y ha afirmado que se lanzaron objetos a los agentes tras cargar estos.

ALTERCADO PREVIO

Otros dos testigos han declarado que vieron un altercado antes de la llegada de las furgonetas de la Ertzaintza, aunque no de "tal magnitud" que "justificara" lo que ocurrió después. Precisamente, como testigos de la acusación han prestado declaración las dos personas que resultaron agredidas en ese incidente, uno de los cuales llamó a la Ertzaintza denunciando los hechos, mientras que el otro pidió la asistencia de una ambulancia.

Según ha relatado el que llamó a la policía, llegó a la zona un coche patrulla "que no se paró" y después llegaron las furgonetas, de las que se bajaron los agentes y "comenzaron a disparar", por lo que tuvo que "echar a correr". Este testigo se ha retractado de su primera declaración en el juzgado, en la que afirmó que sí que hubo lanzamientos de botellas u otros objetos a la llegada de las dotaciones policiales.

Por último, ha declarado el conductor de la ambulancia que, en un principio, acudió a la zona para atender a dos heridos en la pelea previa a la carga, pero que "pasó de largo" porque cuando llegó a la altura de la plaza de María Díaz de Haro "estaba la Ertzaintza con los escudos, pero casi seguro que no estaban disparando en ese momento, y desde el callejón gente tirando cosas", por lo que consideró que la zona "no era segura". Tras rodear la manzana y estacionar junto a la comisaría de la Ertzainza en la parte baja de la calle María Díaz de Haro, fue requerido para atender a Iñigo Cabacas, cuando la zona ya era "segura".

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