José María Nacarino, autor de la novela "El último gudari" - Nacarino
BILBAO, 19 Abr. (EUROPA PRESS) -
José María Nacarino se adentra en clave de thriller en los últimos años de ETA en su primera novela, "El último gudari", en la que entrelaza las vidas de dos ertzainas en busca de un jefe de ETA, un concejal amenazado y una abogada abertzale.
Nacarino (Algeciras, 1978) es un ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y licenciado en Ciencias Ambientales que se define "gaditano de nacimiento y granadino de adopción". Pero, también, es alguien que no olvida sus veranos de la niñez y adolescencia durante los años noventa del siglo pasado en Zarautz (Gipuzkoa), donde pasaba las vacaciones junto a sus primos bajo la presencia del terrorismo de ETA en la sociedad.
De aquellos años, ha surgido la que es su primera novela, "El último gudari" (Ediciones B), un thriller "muy coral" donde sigue "cámara al hombro" a cuatro personajes cuyos destinos se entrelazan: dos ertzainas que, a partir del material incautado a un comando, siguen la pista de un jefe de ETA, un concejal de un municipio guipuzcoano en el punto de mira de ETA y una abogada de la izquierda abertzale que trata de abrir una vía para que la banda terrorista anuncie una tregua.
La novela se ambienta en 2005, época marcada por una ETA "en horas bajas que se resiste a desaparecer". Nacarino explica que, desde su punto de vista, ETA recibió tres golpes importantes que la encaminaron a su disolución. La caída de la cúpula en Bidart, en 1992; la reacción social masiva contra el asesinato de Miguel Ángel Blanco, en 1997; y, por ultimo, los atentados yihadistas del 11-M en 2004, y de la T4, en 2006, que supusieron el principio del fin porque pusieron "ante un espejo a mucha gente del MLNV".
De ahí que feche su relato justo en 2005, año marcado por "operaciones policiales, la ilegalización de las organizaciones del entorno abertzale y la irrupción del yihadismo". Sin embargo, aclara que muchas de sus impresiones surgen de sus recuerdos de infancia y adolescencia en Zarautz y de conversaciones, tanto con amistades y gente del pueblo, como con integrantes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y de la abogacía.
El autor explica que guarda amistades de aquellos años, incluso de gente vinculada a la izquierda abertzale y cree que su mirada de 'outsider', de alguien de fuera, se convirtió en una ventaja a la hora de construir el relato.
En este punto, señala que "la novela no es tanto fruto de una obsesión sino que era algo que tenia la necesidad de contar porque yo era muy preguntón y he conseguido que la gente me contara según qué cosas que, para ellos, era más fácil hablarlo con alguien como yo, de fuera, que con alguien con quien conviven todos los días a diario. Al menos ese fue mi caso".
En este sentido, considera que "uno no elige la temática, ella te elige a ti y, en mi caso, todo surge de que guardo muy gratos recuerdos de aquellos años donde, junto a ese despertar a la vida, viví en medio de aquella cultura del miedo y del silencio que se respiraba durante los años del terrorismo de ETA".
Nacarino explica que ha querido seguir a cada uno de los personajes centrales, "humanizarlos al máximo posible e intentar entenderlos, que no justificarlos en sus acciones", mediante unas tramas que se cruzan y narrar "cómo las consecuencias de los actos de unos, influyen en la vida de los otros".
"Buscaba una fotografía de ese momento, pero nunca para adoctrinar al lector para nada, ni para dar lecciones porque la novela está escrita para que cada lector extraiga sus propias conclusiones", añade.
En la nota que precede a la novela, el autor describe una Euskadi como "una sociedad en guerra consigo misma", algo que, desde su perspectiva, "es una paradoja".
En su opinión, la clave radica en "cómo individuos o ciertas partes de la sociedad, categorizan y dividen ciertas partes de la Historia y, aún siendo contingentes, se empeñan en crear divisiones". "Para mí, estábamos ante una sociedad en guerra consigo misma porque hubo gente interesada en que fuera así y en crear esa división a partir de la lucha contra el distinto mediante actos horribles al servicio de una causa", afirma.
Preguntado por si considera que la sociedad vasca avanza dando los pasos adecuados en torno a la reconciliación y la memoria de lo ocurrido, Nacarino cree que él no es "nadie para decirlo", porque "deben ser los mismos vascos quienes opinen si se están dando esos pasos adecuados".
En todo caso, en lo que sí cree es en "la multiplicidad e integración de todos los relatos de todos los signos y colores, para fijar esa verdad" porque, desde su perspectiva, "para construir un futuro juntos hay que hablar de ello. "El terrorismo de ETA no puede ser el elefante en la habitación, que siga ahí como un secreto abierto del que no se habla", precisa.
En su opinión, al menos, "todos tendríamos que estar de acuerdo en unos mínimos, a partir de dos axiomas que tienen que estar presentes en ese relato, como son para él, "la lección de la valentía y dignidad de las víctimas y reconocer que recurrir a la violencia por parte de algunos destrozó a toda una sociedad".