Destaca el papel de las víctimas que pasa por "acompañar a la pacificación, la reparación y la deslegitimación del terrorismo"
SAN SEBASTIAN, 8 Nov. (EUROPA PRESS) -
La presidenta de las Juntas Generales de Gipuzkoa, Rafaela Romero, ha reconocido que la "reconciliación" en Euskadi "no será tarea fácil y podrá durar no menos de cien años o al menos mucho tiempo", porque "no todo se arregla con un 'hay paz', sin que todo se aclare y sin que haya justicia", a lo que ha añadido que en el País vasco "hay un deterioro ético y social evidente, fracturas sociales y desgarros internos en la convivencia que quedarán cuando desaparezca la violencia".
En su intervención en el Forum Europa en Bilbao, bajo el epígrafe 'Euskadi, una visión desde Gipuzkoa', Romero ha destacado que "nos aventuramos a vislumbrar una sociedad vasca sin violencia y una convivencia normalizada de opciones políticas diversas aunque encontradas", pero ha lamentado que todavía "lo hacemos bajo la amenaza de quien se guarda las armas por si acaso las necesita".
En este sentido, ha reclamado a ETA "un compromiso de un abandono de las armas definitivo e irreversible". "No queremos amenazas, ni amenazados, ni cartas de extorsión, ni pintadas, ni dianas", ha advertido, para añadir que "eso no es abandonar la violencia".
A su juicio, "debemos ser generosos y debemos ser arriesgados para superar el dolor y horror que el terrorismo nos ha causado, no olvidar a los que perdimos, a la vez que compartimos el dolor y la opinión del diferente aunque fuese distinto".
La presidenta del Parlamento guipuzcoano ha recordado que "el miedo no nos hace libres, sino todo lo contrario, nos vuelve cancerberos de lo nuestro, nos afila las garras y nos hace ver al otro como un enemigo" y ha recordado a las víctimas del terrorismo, cuyos testimonios son "el instrumento más valioso y verdadero para quitar legitimación a la violencia y al terrorismo".
Es por ello que ha opinado que la política debe reconocer la historia y el testimonio de las víctimas y "trabajar frente a los violentos, privándoles del discurso de legitimación y justificación que pretenden". Romero ha insistido en que "el papel" de las víctimas del terrorismo "deberá pasar por acompañar a la pacificación la reparación, la deslegitimación del terrorismo y la memoria".
"La reparación exige la justicia y el reconocimiento del daño causado y la deslegitimación exige la implementación del requisito democrático e imprescindible de la no violencia para actuar social y políticamente", ha destacado.
La presidenta de las Juntas ha reconocido que la "reconciliación no será tarea fácil y podrá durar no menos de cien años o al menos mucho tiempo", porque "no todo se arregla con un 'hay paz', sin que todo se aclare y sin que haya justicia", y en Euskadi "hay un deterioro ético y social evidente, fracturas sociales y desgarros internos en la convivencia que quedarán cuando desaparezca la violencia".
De este modo, ha subrayado que en el País Vasco "la reconciliación irá necesariamente unida a la regeneración democrática de la sociedad, a una reconstrucción de los valores, del reconocimiento del sufrimiento de las víctimas, del reconocimiento del sufrimiento del otro como diferente y de su sufrimiento".
CRISIS
Por otro lado, se ha referido a la crisis económica que "no puede considerarse una más tras la cual todo volverá a la normalidad, sino que, más allá de eso, puede describirse como un hito que se asemeja a aquellos históricos que certifican el final de una época".
A su juicio, en este contexto deben darse "cambios" asentados "en una concepción amplia y verdadera de la democracia, desde el liderazgo de la política, de las instituciones públicas, de los medios de comunicación, del sistema escolar, de las organizaciones sociales" y se requiere de "una democracia más auténtica, que exige una representación política más consciente de sus demandas e intereses y no una acomodación exclusiva a principios partidistas".
"Es el momento de adecuarnos a la situación, pero sin manipulaciones, sabiendo aunar esfuerzos, obrando con inteligencia, desterrando el egoísmo que nos deja solos, y por tanto, indefensos", ha sostenido. La presidenta de las Juntas ha apelado al "consenso" y al "acuerdo", así como una apuesta por una "política con mayúsculas" que "actúa e interactúa con la sociedad".
De este modo, ha considerado que los líderes políticos deben empezar a "cambiar motivaciones, conciencias y formas de comportamiento actuales" y ejercer "liderazgos democráticos fuertes que fomenten y participen con otras agrupaciones que carecen de disciplina política".
Además, ha apostado por unas instituciones "al servicio de los derechos de ciudadanía", entendidos estos "como expresión de la apuesta por la democracia radical y por el hecho de asumir que, en un mundo globalizado, los ámbitos más cercanos al ciudadano son los más adecuados para la transformación de la sociedad".
A juicio de Romero, debemos "desprendernos de los narcisismos identitarios" y "escuchar al mundo", así como "reformular nuestros valores, remodelar nuestros sistemas y reconstruir nuestras instituciones para diseñar la Euskadi del futuro". Respecto a los "retos" de éste, ha apuntado que pasan por la "deslegitimación de la violencia, una sociedad con un proyecto compartido, igualdad de derechos, nuevas formas de gobernar y nuevas maneras de alcanzar acuerdos políticos estables a largo plazo".
También por lograr la "competitividad" económica, la cohesión social y educar en valores con un aprendizaje a lo largo de la vida, desarrollando un capital humano sólido en un entorno creativo. Como instrumentos para lograr todo esto ha citado la innovación social, "que impregne el capital humano y el tejido social", la igualdad entre mujeres y hombres, el uso de las redes sociales "como instrumento de capacitación", la creación de empleo, la inversión en la creación de riqueza, formación, educación, reciclaje y emprendizaje.
