Un adolescente mata a tiros a un hombre acusado de blasfemia en Pakistán

Europa Press Internacional
Actualizado: viernes, 16 mayo 2014 20:16

ISLAMABAD, 16 May. (REUTERS/EP) -

   Un hombre de 65 años, miembro de una secta minoritaria de Pakistán, ha sido asesinado a tiros por un joven que ha entrado en la comisaría en la que estaba detenido por blasfemar, según ha informado un portavoz. Este es el segundo asesinato que se produce en el país en dos semanas como consecuencia de las controvertidas leyes sobre la blasfemia.

   Los activistas de los Derechos Humanos han denunciado el ataque y el repunte en el número de casos de blasfemia que, en su opinión, son una evidencia del crecimiento de la intolerancia en Pakistán, un país con 180 millones de habitantes en el que la mayoría de la población es suní.

   La víctima, Jalil Ahmad, pertenecía a la comunidad minoritaria ahmadi, una secta musulmana que no está reconocida por el Estado paquistaní. Esta misma semana Ahmad y otros tres hombres ahmadíes pidieron a un tendero de su localidad que retirara los carteles contra su comunidad, según ha confirmado un portavoz de la comunidad, Saleem ud Din. Por su parte, el vendedor acusó a los cuatro hombres de blasfemia el pasado 12 de mayo.

   Ahmad, padre de cuatro hijos, estaba bajo custodia policial cuando el adolescente entró la comisaría de Sharaqpur, a unos 55 kilómetros al noroeste de Punjab, la capital provincial de Lahore, pidió verle y le disparó, según ha dicho Din. El portavoz también ha explicado que "la persona que disparó al señor Jalil es solo un niño" y, según la Policía, ya ha sido arrestado. Din ha denunciado que los mulás continúan su "campaña de odio" contra los ahmadíes.

   Además, el portavoz ha denunciado la falta de seguridad de la comisaría y ha pedido una investigación. Los agentes paquistaníes han recibido críticas a menudo por su pobre formación y su relajada seguridad.

PERSECUCIÓN CONTRA LOS AHMADÍES

   La persecución contra este grupo minoritario es frecuente en Pakistán. Los ahmadíes no solo han sido detenidos por blasfemia sino también por leer el Corán, celebrar ceremonias religiosas y grabar versos coránicos en anillos o citarlos en las invitaciones de boda.

   Algunos mulás han prometido que matar a los ahmadíes asegura un lugar en el paraíso y han llegado a repartir folletos con sus direcciones. Hace cuatro años, 86 miembros de esta comunidad fueron asesinados en dos ataques simultáneos en Lahore durante la oración del viernes.

   Los ahmadíes se consideran musulmanes pero creen en un profeta que vino después de Mahoma. En 1984 la ley paquistaní los declaró no musulmanes, lo que les hace particularmente vulnerables a la ley de blasfemia.

   La normativa de la era colonial no define la blasfemia pero dice que se puede castigar con la muerte. Nadie puede archivar un caso de blasfemia por apelar a sus sentimientos religiosos.

   Los acusados a menudo son linchados y los abogados y los jueces que les defienden o absuelven son atacados. Los grupos de Derechos Humanos han denunciado que cada vez se recurre con más frecuencia a estas leyes para conseguir dinero o propiedades.

   Dos políticos que sugirieron una reforma de la ley fueron asesinados, uno por su propio guardaespaldas. Los abogados tiraron pétalos de rosa al asesino cuando llegó al tribunal.

   El número de acusaciones va en aumento, según un estudio publicado en 2012 por el Centro de Estudios para la Investigación y la Seguridad, un think-tank de Islamab. Mientras que en 2001, solo hubo una queja, en 2011 el número ascendió a 80. En la actualidad no se dispone de cifras más recientes, pero todo apunta a que en 2014 se marque un nuevo récord.

   Esta semana, 68 abogados fueron acusados de blasfemia por provocar a un líder de un grupo sectario, que había sido prohibido por recurrir a la violencia miliciana. Los acusados habían protestado contra la violencia policial y habían coreado el nombre del policía, llamado así por un compañero del profeta Mahoma.

   La semana pasada un importante abogado de los Derechos Humanos, Rashid Raman, que defendía a un profesor universitario paquistaní acusado de blasfemia, fue disparado y asesinado tras recibir amenazas por parte de otros abogados del tribunal. El profesor al que representaba enseñaba inglés en la universidad y había sido denunciado por un grupo de estudiantes radicales, que le acusaron de publicar blasfemias en su página de Facebook en marzo de 2013.

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