MADRID, 22 Mar. (EUROPA PRESS) -
Las diferentes agencias humanitarias locales e internacionales sólo han registrado a 500 huérfanos desde el terremoto que devastó Haití el pasado mes de enero, aunque esta cifra no incluye los huérfanos que había antes del seísmo. De acuerdo con los asistentes locales, la mayoría de los niños que tenían un familiar vivo fueron acogidos por ellos, lo que explica el relativamente bajo número de huérfanos.
'Mamá' George, una profesora jubilada, dirige un pequeño orfanato en la zona de San Marie, en la capital haitiana, Puerto Príncipe. La zona, que albergaba antes del terremoto a 2.000 haitianos, ahora acoge a más de 6.000 personas que perdieron sus casas en el sismo.
George comenzó a alimentar a los huérfanos que estaban en las calles y en pocos días se vio dando de comer a más de 50 niños entre los tres y los 15 años. En un pequeño recinto, y viviendo en las tiendas de campaña que han sido donadas por los voluntarios franceses, estos menores son cuidados por un equipo de asistentes locales.
La comida es distribuida diariamente por el Programa Mundial de Alimentos (PAM), y cada niño recibe una porción de 1.300 calorías, suficiente para permanecer vivos pero no para calmar el hambre, señala la agencia de noticias humanitarias de la ONU, IRIN.
Otras 900 comidas se distribuyen a los escolares de la zona como parte de un programa del PAM, que también planea dar comidas calientes a más de 170.000 niños en todo el país. Aunque las escuelas estatales están cerradas hasta el próximo 1 de abril, las ONG locales dirigen los colegios que se han construido en algunas zonas del país. Mientras, en el interior, al menos 2,5 millones de niños siguen sin poder acceder a sus clases.
Más de dos meses después del terremoto, nadie ha reclamado a ninguno de los menores que cuida George, que afirma que los niños están estresados y que muchos de ellos han vuelto a orinarse en la cama después del terremoto.
Los voluntarios procedentes de diferentes países visitan el orfanato una o dos veces a la semana y suponen una atracción para los niños. Sin juguetes ni patio donde jugar, cada visitante es una distracción bienvenida. "Afrontamos la situación con lo que tenemos, pero necesitamos lonas de plástico, ropa, comida, juguetes", señaló George.
Al menos 19 voluntarios trabajan doce horas al día todos los días de la semana en los diferentes refugios, pero subrayan que no pueden tratar las necesidades psicológicas de los niños, y los psicólogos haitianos son una rareza.
Aunque la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ha abierto un complejo psico-social para las ONG que tratan con el estrés postraumático, es difícil acceder a 1,3 millones de personas que viven en 400 alojamientos temporales.
