Blair pone el próximo miércoles punto final a tres mandatos de luces y sombras

Actualizado: domingo, 24 junio 2007 15:48


MADRID, 24 Jun. (EUROPA PRESS) -

Cuando el primer ministro británico, Tony Blair, abandone el cargo el próximo 27 de junio, habrá puesto fin a nueve años en el poder, durante los cuales ha sido testigo y partícipe del proceso de paz en Irlanda del Norte, contribuido a una de las más importantes reformas de la economía británica en los últimos años, y sobre todo, pilar fundamental del bloque aliado liderado por Estados Unidos en la ofensiva contra Irak.

Nacido el 6 de mayo de 1953 en Edimburgo, Blair experimentó un importante ascenso en las filas del partido Laborista, del que se convirtió en miembro en el Parlamento en 1983, con su escaño por Sedgefield. Un año después, se convirtió en el portavoz de la entonces oposición laborista en el Gabinete en la Sombra, en temas económicos y del Tesoro. En 1988 ostentó el mismo cargo, esta vez en la cartera de Energía y doce meses después, en cuestiones de empleo.

Tras la repentina muerte en 1994 del entonces líder del partido, John Smith, Blair, que en ese momento ocupaba el puesto de portavoz de Interior en el Gabinete opositor, se alzó con la victoria en las elecciones a la presidencia del partido Laborista. Hasta ese momento, Blair se había distinguido en su cargo por potenciar la presión tanto sobre los criminales, como en las causas que llevaban a cometer los delitos por drogas, prostitución y crimen organizado.

1997 sería el gran año de Tony Blair. Por primera vez en 18 años, el Laborismo llegaba al poder, sustentado sobre los hombros de Blair, que contaba entonces con 43 años y se convertía así en el primer ministro británico más joven desde Lord Liverpool, en 1812. A su llegada al poder, Blair ya había refundado las bases del partido, lo que le hizo acreedor del término "fundador del nuevo Laborismo", que califica a la organización política, por primera vez, como de "social demócrata".

POLÍTICA INTERIOR

Durante su primer mandato, Blair hizo de la política interior su principal prioridad, apoyado en su alto índice de simpatía entre los británicos --en buena medida obtenido gracias a la postura populista que adoptó tras la muerte de la respetada princesa Diana de Gales, frente al silencio de la Casa Real--.

El Nuevo Laborismo comenzó a entrar en acción con rapidez. Blair comenzó a instaurar un programa de reformas constitucionales en las que se planteaba, por primera vez en muchos años, la posibilidad de garantizar referéndum para Escocia y País de Gales. Del mismo modo, 42.000 millones de libras fueron destinados a las áreas de Educación y Sanidad.

La política económica del Reino Unido, sin embargo, siempre ha estado regida por el ministro de Economía, Gordon Brown. Leyendas políticas hablan del Pacto de Granita, firmado entre Blair y Brown en el restaurante que dio nombre al presunto acuerdo, tras la muerte de Smith, y por el que Brown apoyaría la candidatura de Blair para ocupar la jefatura del laborismo, con la condición de que, en determinado momento, Blair renunciaría a favor de Brown.

De esta forma, Brown, el sustituto de Blair al frente del partido, fue el responsable directo de la reforma económica más importante del Gobierno: la independización del Banco de Inglaterra. La institución se vio libre así para establecer los tipos de interés sin verse interferida por el Gobierno.

Pero si hay un éxito que se achaca a Blair en estos primeros años, tiene su centro en Irlanda del Norte. Con la inestimable ayuda de la entonces ministra para dicha región, Mo Mowlan, Blair logró, el 10 de abril de 1998 --tras casi dos años de negociaciones y con la mediación del entonces presidente de Estados Unidos, Bill Clinton--, la firma del acuerdo de Viernes Santo en el castillo de Stormont, por el que se dispuso el final del conflicto con el Ejército Republicano Irlandés (IRA), a cambio del establecimiento, entre otras condiciones, de una Asamblea Legislativa de Irlanda del Norte y de la liberación de los presos paramilitares pertenecientes a las organizaciones que respetaran el alto el fuego.

IRAK

Blair fue reelegido por mayoría absoluta en 2001. Poco se recuerdan los dos años previos a la invasión de Irak en 2003. El caso es que Blair concedió su apoyo a la resolución 1441 de Naciones Unidas --por la que se exhortaba al país árabe a destruir su presunto arsenal de Armas de Destrucción Masiva--. "La única ruta para negociar con Sadam Husein se basa en una diplomacia respaldada por la fuerza", estimó el primer ministro británico, en un encendido discurso en el Parlamento británico.

Pero "Naciones Unidas", apuntó, "ha corrido un enorme riesgo la hora de aprobar una resolución que no está dispuesta a defender". Reino Unido firmaba así su participación en la invasión de Irak en marzo de 2003.

Cuatro años después, 152 soldados británicos han muerto en Irak, 116 de ellos en combate; 36 en circunstancias indirectas --enfermedades, accidentes de tráfico, o causas desconocidas--, según cifras publicadas por la cadena BBC. La respuesta de Blair suele ser similar a la dada en la cumbre de emergencia en Afganistán, el pasado febrero de 2006. "Cuando perdemos a un soldado es una tragedia, pero tenemos que entender por qué es importante que veamos ésto en perspectiva. Es importante porque lo que sucede en Irak y Afganistán es que las personas que viven allí quieren dejar atrás el terrorismo, y abrazar la democracia", afirmó.

Hasta hoy, Blair ha mantenido la misma postura, pero queda claro que la presión de la población británica, incrementada exponencialmente tras los atentados del 7 de julio de 2005 en Londres, le ha llevado a convertir su intervención en Irak en lo más parecido a una cuestión de honor. "Al final, se toma una decisión de esta importancia en base a lo que crees que es lo correcto y lo defiendes hasta el final o asumes las consecuencias", declaró el primer ministro el pasado jueves.

FUTURO

El futuro del hasta el próximo miércoles primer ministro británico queda en el aire. Pero parece claro que no busca permanecer en primera línea política. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, le había propuesto para ser el primer presidente de la Unión Europea, un cargo que se creará en el nuevo Tratado simplificado, pendiente de aprobación.

No obstante, los portavoces británicos citados por el 'Financial Times' recalcan que Tony Blair tiene la intención de retirarse de la primera línea política el próximo 27 de junio, cuando ceda el testigo a Gordon Brown. Además, señalan que el reparto de cargos no forma parte de las negociaciones del nuevo Tratado simplificado.

También hay presión por parte de Washington para que se convierta en el enviado especial para Oriente Próximo, representando al Cuarteto que componen Estados Unidos, Unión Europea, Rusia y ONU, según informaron fuentes de la Administración, citadas el jueves por el diario 'New York Times'. Al parecer, Bush había hablado con Blair sobre la propuesta y discutió de ello el pasado martes durante su reunión con el primer ministro israelí, Ehud Olmert.

Sin embargo, fuentes oficiales británicas apuntaron que Blair aún no ha decidido si asumirá esta labor. Tampoco está claro cuál sería su papel. Tanto Estados Unidos como Israel quieren que se encargue principalmente de apuntalar las instituciones palestinas, el desarrollo económico y las cuestiones de seguridad en Cisjordania.

Quizás un buen resumen es el del ex ministro de Defensa británico Michael Portillo. "Sobre todo después del 11-S de 2001, la guerra de Irak vino a dominar el resto de su permanencía en el poder". "No creo que vaya a ser crucial. No creo que tenga el mismo lugar que tienen Thatcher o Churchill, ni mucho menos, pero desde luego ha sido un tipo muy interesante", apuntó.