China-Autoridades chinas advierten del peligro de no atender peticiones de los campesinos que han sufrido expropiaciones

BEIJING 30 Ene. (EUROPA PRESS) -

La expropiación de tierras es la mayor preocupación que inquieta a los campesinos chinos y las autoridades locales no deberían desoír sus reclamaciones, ya que de lo contrario pueden producirse revueltas populares, reconocieron hoy fuentes del Gobierno central.

"Los responsables no deben hacer oídos sordos ni dejar a un lado sus peticiones bajo el argumento de que son triviales", advirtió en rueda de prensa el director de la Oficina de Trabajo Agrícola, dependiente de Beijing, Chen Xiwen. Las cifras muestran que el 65 por ciento de las protestas registradas en el campo tienen su origen en una expropiación.

Chen apuntó que una sola reclamación no atendida puede conducir a un "incidente de masas" (término con el que el Gobierno chino hace referencia a las manifestaciones o protestas) aunque en 2006 los incidentes se han reducido, aseguró el responsable sin facilitar mayores datos.

Según los datos oficiales, en 2005, tuvieron lugar un total de 87.000 manifestaciones en todo el país, un 6,5 más que en 2003 y un 50 por ciento más que en 2003, cuando comenzaron a producirse las expropiaciones en algunas regiones, especialmente en zonas costeras como la provincia sureña de Guangdong. Y cada año se expropian como media unas 200.000 hectáreas de tierra cultivable.

El responsable agregó que los beneficios obtenidos de la cesión de las tierras (en China el suelo sigue siendo de propiedad estatal, y lo que se "expropia" o "vende" es su derecho a explotarlo) deberán quedar debidamente registrados y ser empleados, en primer lugar "en pagar compensaciones por la pérdida de las tierras, cursos de formación y servicios que faciliten el reempleo", declaró.

Las declaraciones de Chen, recogidas por la agencia oficial Xinhua, suenan a advertencia del gobierno central a las administraciones locales, que han especulado con las tierras de cultivo de los campesinos con la excusa de atraer inversiones y han convertido las expropiaciones en un lucrativo negocio, creando a cambio un clima de malestar social.