NUEVA YORK 19 Ene. (EUROPA PRESS) -
La ONU expresó nuevamente ayer jueves gran preocupación por la ola de violencia contra la población civil y los cascos azules que sirven en la Operación de Naciones Unidas en Costa de Marfil (ONUCI), país en el que en los últimos días se han producido numerosos incidentes y agresiones contra el personal y las instalaciones del organismo internacional, presuntamente por partidarios del presidente Laurent Gbagbo.
"Es particularmente inquietante el uso de propaganda de odio en los medios de comunicación, que continúan transmitiendo mensajes en los que instan a la gente a armarse y atacar al personal de Naciones Unidas. Esto es inaceptable y debe cesar inmediatamente", advirtió el portavoz de la ONU, Stephan Dujarric.
Según el portavoz, las fuerzas de la ONU están actuando con la máxima mesura posible a la hora de hacer frente a estos ataques. "No se están usando métodos letales para disolver multitudes o prevenir ataques", resaltó.
La UNOCI informó ayer de nuevos ataques, en uno de los cuales, contra una base militar en Guiglo, murieron al menos cuatro civiles. Este ataque, en el oeste del país, obligó a los cascos azules de Bangladesh así como al personal de la ONU a evacuar su cuartel en esta localidad y dirigirse más al norte.
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, realizó ayer intensas gestiones para estabilizar la situación, según su portavoz, que explicó que Annan habló varias veces con el presidente de Nigeria, Olusegun Obasanjo, que actualmente es el presidente de turno de la Unión Africana, así como con el presidente marfileño, Laurent Gbagbo, quienes se comprometieron a mantener reuniones urgentes para buscar una solución.
Costa de Marfil vivió ayer su tercer día de protestas consecutivo en las principales ciudades del país después de que un comité internacional que supervisa el proceso de paz recomendara que el Parlamento concluyera sus funciones. La ONU mantiene una fuerza de paz de de 6.000 efectivos en este país africano, que junto a 4.000 soldados franceses velan por el mantenimiento del alto el fuego entre el Gobierno y los rebeldes que controlan la mitad norte del país.