Militares en el distrito de Sur, en Diyarbakir, Turquía.
REUTERS
Actualizado: jueves, 14 julio 2016 14:01

El Gobierno estima que unas 6.000 viviendas han quedado destrozadas y que costará 300 millones de euros reconstruirlas

DIYARBAKIR (TURQUÍA), 14 Jul. (Reuters/EP) -

Los enfrentamientos entre el Ejército de Turquía y los rebeldes kurdos han provocado la destrucción del casco histórico de Diyarbakir, una ciudad del sureste del país declarada en 2015 Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Después de dos años de alto el fuego, la reanudación de los enfrentamientos entre las milicias kurdas y el Ejército ha afectado gravemente a las instalaciones y edificios del distrito histórico de Sur, que ha quedado prácticamente inhabitable.

"En un año hemos pasado de formar parte de la lista de la UNESCO de lugares que son Patrimonio de la Humanidad a ser una zona completamente destruida y sin posibilidad de recuperarse", ha indicado Nevin Soyukaya, que dirige la oficina de Patrimonio Histórico de Estambul.

Cientos de personas han muerto y miles han tenido que desplazarse como consecuencia de las intervenciones llevadas a cabo por el Ejército en Sur, ahora en ruinas. Durante la última operación, los tanques ocuparon las calles de la ciudad para enfrentarse a los milicianos, que se habían atrincherado y recurrían a la detonación de explosivos. Más de 800 edificios fueron destruidos, según ha señalado Soyukaya, que ha aseverado que el daño se ha vuelto irreversible.

Diyarbakir es la zona más conocida de las seis provincias dañadas durante las operaciones militares. El Gobierno ha informado de que 6.000 viviendas han sido destruidas y de que el coste para reconstruirlas es de unos 1.000 millones de liras turcas (300 millones de euros).

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, ha culpado al Partido de Trabajadores de Kurdistán (PKK) por los daños causados y se ha comprometido a reconstruir la región. Las voces críticas han denunciado que el proceso de reconstrucción podría beneficiar más a empresas de otras regiones que a compañías locales.

"No sólo vamos a expulsar a los terroristas de las ciudades sino que además llevaremos a cabo una regeneración urbana. Eliminaremos esos factores que les han permitido actuar", ha manifestado Erdogan tras las últimas incursiones militares en Sur.

NO HAY VUELTA ATRÁS

Miles de personas han muerto desde el inicio del conflicto entre el PKK y el Ejército turco. Erdogan ha indicado que la paz no será posible hasta que se produzca el desarme de la milicia, que es considerada como grupo terrorista por las autoridades de Estados Unidos, Turquía y de la Unión Europea.

Los enfrentamientos han provocado al menos 20.000 desplazados internos, que se han visto obligados a abandonar la ciudad ante la continua violencia y la escasez de recursos y servicios básicos. El Gobierno expropió 6.202 parcelas en marzo, el 80 por ciento de Sur, para llevar a cabo la "auténtica reconstrucción" del distrito.

Las autoridades han aseverado que, después de la destrucción de las principales vías de suministro a manos de las milicias, sólo quedan "terroristas" en la zona, donde el Gobierno ha establecido un toque de queda.

DIFERENTES CREENCIAS

Las fuerzas de seguridad han informado de que las labores de reconstrucción de mezquitas e iglesias de la zona se han detenido. El distrito de Sur estuvo a punto de ser remodelado en 2012 con la puesta en marcha de un plan de construcción a nivel nacional, pero los residentes se manifestaron en contra y Ankara tuvo que suspender el proyecto.

"El Gobierno quería construir una nueva ciudad en Sur llena de bloques de apartamentos y centros comerciales", ha aseverado el músico, director de cine y escritor Zulfu Livaneli, que dimitió después de 20 años como embajador de la UNESCO en señal de protesta por los daños causados en la zona. "Ahora es un lugar vacío que ofrece la oportunidad de obtener beneficios a las partes interesadas", ha añadido Livaneli.

A medida que la violencia disminuía durante la pasada década, las autoridades locales reconstruyeron edificios históricos y mezquitas. En 2011, los ciudadanos armenios residentes en Diyarbakir reabrieron San Giragos, la mayor iglesia de Oriente Próximo.

"Me siento como un padre que ve a su hijo enfermo morir lentamente", ha afirmado Abdulá Demirbas, que trabajó para convertir Sur en uno de los sitios con mayor atractivo turístico del país. "No se trata únicamente de reconstruir los edificios antiguos sino de resaltar el pluralismo y reconciliarnos con nuestro pasado. Hemos mostrado que todos los tipos de fe pueden convivir en Oriente Próximo", ha explicado.

La UNESCO, que reconoció las fortalezas y jardines de Diyarbakir como Patrimonio de la Humanidad, continúa trabajando para que la destrucción de este tipo de lugares sea considerada como un crimen contra la Humanidad.

Sin embargo, varios grupos de activistas han denunciado que la UNESCO se ha mantenido en ocasiones al margen de la situación en Sur. "El problema es que los fondos de la UNESCO proceden de los Gobiernos, por lo que la presión política hace que la organización no sea lo suficientemente efectiva", ha denunciado Livaneli.

Lale Ulker, que preside el Comité de Patrimonio de la Humanidad durante la presidencia de Turquía, ha indicado que el Ejército debe velar por el establecimiento del orden. "Estamos enfocando el problema con extrema sensibilidad y no queremos que el lugar sufra daño alguno", ha añadido.

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