Las tropas registran a cada iraquí y está prohibido conducir en toda la capital para evitar atentados suicidas con coche bomba
BAGDAD, 9 Ago. (EP/AP) -
Decenas de miles de peregrinos chiíes iban llegando hoy a un santuario del norte de Bagdad, algunos golpeándose la cabeza y el pecho con sus manos y otros bailando en círculos para honrar a uno de sus principales santos, cuyo sepulcro es visitado cada año por la mayoría de los fieles a esta confesión mayoritaria en Irak, aunque desde hace cuatro años se hace más patente el miedo a un atentado terrorista.
Por ello, este año la procesión está teniendo lugar bajo fuertes medidas de seguridad, con guardias que inspeccionan a cada peregrino cuando llega a las puertas de entrada a la mezquita del imán Mousa al Kadhim. Además, las autoridades iraquíes han prohibido hasta el sábado por la mañana la circulación en coche por las calles de Bagdad para prevenir ataques suicida con coche bomba.
Las celebraciones religiosas de la confesión chií se han convertido en blanco fácil de los insurgentes suníes, lo que hace que se plantee la idea de que intentan incitar a una guerra civil entre los distintos grupos musulmanes en Irak.
La peregrinación del año 2005 se vio sacudida por una de las mayores tragedias ocurridas después de la invasión de Irak liderada por Estados Unidos en marzo de 2003: aproximadamente 1.000 chiíes perdieron la vida en una estampida después de que entre la multitud circularan rumores de que había un terrorista suicida infiltrado.
El año pasado, hombres armados, algunos desde azoteas, tendieron una emboscada a los peregrinos durante su camino al templo, matando a 20 y dejando heridos a otros 300. Pero esta vez, la Policía ha asegurado que por el momento no ha habido incidentes violentos.
Pero el miedo a posibles ataques o a que ocurran desgracias como la de hace dos años no ha impedido que la peregrinación de este año reúna de nuevo a decenas de miles de personas. Las mujeres, envueltas en negras abayas, y hombres de todas las edades han caminado durante horas e incluso días desde ciudades del sur iraquí y de la conflictiva provincia de Diyala, en el norte, para alcanzar la mezquita del imán Al Kadhim, que se caracteriza por sus dos bóvedas doradas que brillan bajo el caluroso sol del verano.
Respecto al miedo que pueden sentir los peregrinos ante un posible atentado, un estudiante de 21 años afirmó que no tienen "miedo a nadie que no sea Dios". "Nuestra fe se está volviendo más fuerte a pesar de sus ataques. He venido aquí para obtener la bendición del mártir y desafiar el terrorismo de los wahabíes", explicó en relación a este grupo suní de Arabia Saudí.
"No es como el año pasado. Este año es seguro", destacó Abd Sirhan, de 37 años, que llevaba caminando dos días en sandalias de plástico desde su casa, situada en la ciudad de Azazir, a unos 80 kilómetros al sur de Bagdad.
La peregrinación y posteriores ceremonias en esta mezquita del sur de Bagdad, que este año espera recibir a millones de personas, no son de las más importantes de la confesión chií, pero ha cobrado un significado especial, ya que estuvo prohibida durante el régimen de Sadam Husein, de corte suní.
El imán Mousa ibn Jaafar al Kadhim, fallecido en el año 799 d.C., fue el séptimo de los 12 principales santos chiíes y era conocido por su paciencia y su habilidad para contener su odio. La mezquita fue construida alrededor de lo que se cree que son las tumbas de Al Kadhim y su nieto.
BULLICIO EN LOS ALREDEDORES
Durante la peregrinación, la multitud ondea banderas verdes islámicas mientras se reúne en los alrededores del templo, situado en el barrio de Kazimiya. Ataúdes verdes simbolizan que el imán es trasladado por los peregrinos hasta tocar las paredes de la mezquita.
También en las inmediaciones, tiendas de campaña y puestos ambulantes están preparados para ofrecer sombra y agua a los caminantes, así como bocadillos de huevo, sopa, yoghurt y té, ya que muchos peregrinos han llegado un día antes de las celebraciones y tienen que dormir al raso o en tiendas preparadas para las mujeres. En medio del bullicio que se forma alrededor de la mezquita se pueden oír también versículos del Corán o canciones religiosas.
Más de 1.800 efectivos de seguridad iraquíes vigilan las entradas al complejo donde está situado el templo, incluyendo a 625 que están dentro del santuario, según informaron las autoridades. También se sabe que miembros de las milicias chiíes están desplegados en toda la zona para reforzar la seguridad.
Mientras, las tropas estadounidenses han adquirido un papel muy poco relevante, ya que se han quedado lejos del centro de la peregrinación para mostrar respeto a las celebraciones, explicó el comandante Steve Miska, máximo responsable del Ejército en la zona.
Para las autoridades bagdadíes toda seguridad que se tome durante estos días, hasta el sábado, es poca. Así, el portavoz del Ejército iraquí en la capital, el general Qassim al Moussawi, señaló que las tropas están en máxima alerta y que varios helicópteros están vigilando ante un posible ataque con morteros.
"Las medidas de seguridad son ajustadas y hay una gran coordinación con las fuerzas multinacionales y los comités locales y otros ministerios", afirmó Al Moussawi en una entrevista fuera de la mezquita con la cadena de televisión chií Al Forat. "Podemos esperar cualquier cosa de los terroristas hoy", añadió.
MALESTAR DE LOS SUNÍES
Por otro lado, los suníes que viven en Bagdad expresaron su frustración por la prohibición de conducir durante los tres días que dura la celebración chií y que comenzó ayer. "Un gran número de confesiones viven en Irak, no sólo una, y el toque de queda de tres días es realmente mucho para nosotros", explicó Khalid Husein Saleh, un taxista de 35 años que vive en el barrio de Ghazaliyah y que se preguntó cómo iba a alimentar a su familia si su vida depende del taxi que conduce.
Por segundo día, un comerciante suní llamado Amer Mohamed Ali no había podido abrir su supermercado en la zona de Shurta, situada en el oeste de la capital, porque la circulación está prohibida y no había podido ir a por existencias.
"Este toque de queda ha confundido a los ciudadanos y retrasado todo. El Gobierno debería haber asegurado una o dos carreteras para los peregrinos y no imponer esta prohibición en todo Bagdad", opinó.