Johnson-Sirleaf tiene ante sí el reto de reformar uno de los países más pobres del mundo, asolado tras 14 años de guerra civil
MONROVIA, 16 Ene. (EP/AP) -
Ellen Johnson-Sirleaf, de 67 años, conocida como la 'Dama de Hierro' por sus propios partidarios, juró hoy como presidenta de Liberia, lo que le convierte en la primera mujer que accede a la jefatura de un Estado en la historia moderna de África. La nueva mandataria tiene ante sí el reto de levantar a un país asolado por 14 años de guerra civil y caracterizado por altísimas tasas de pobreza y de analfabetismo, por un 80 por ciento de desempleo y por una carencia casi total de infraestructuras.
Vestida con un conjunto color crema y con un tocado tradicional, Sirleaf repitió la fórmula de juramento que le fue leída por el presidente del Tribunal Supremo liberiano, Henry Reed, en el curso de una ceremonia de toma de posesión a la que asistieron miles de civiles y numerosos diplomáticos extranjeros, dignatarios y líderes africanos.
"Yo, Ellen Johnson Sirleaf, por la presente juro que apoyaré, mantendré, protegeré y defenderé la Constitución y las leyes de la República de Liberia", proclamó frente a una bandera del país y con la mano izquierda encima de la Biblia.
Entre fuertes aplausos, Sirleaf prometió "con fidelidad, conciencia e imparcialidad desempeñar los deberes y funciones del cargo de presidenta de la República de Liberia en la medida de mis capacidades, por lo que pido la ayuda de Dios".
VICTORIA ELECTORAL
La nueva presidenta obtuvo una clara victoria en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del pasado 8 de noviembre, con casi un 60 por ciento de los apoyos. Su principal rival era el ex futbolista George Weah, quien acabó aceptando su derrota tras rechazar, en un primer momento, los resultados de los comicios, que calificó de fraudulentos.
En un comunicado, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, calificó hoy de "histórica" la llegada al poder de Johnson-Sirleaf, la cual tendrá la misión de "llevar a la nación hacia un futuro de paz y estabilidad duraderas".
La ceremonia se llevó a cabo entre fuertes medidas de seguridad, con la presencia de 500 efectivos de las fuerzas de paz de la ONU, desplegados en los puntos estratégicos de Monrovia y en el aeropuerto internacional.
Además, la presencia en la ceremonia de la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, y de la esposa del presidente George W. Bush, Laura Bush, se ha reflejado en la presencia de buques de guerra estadounidenses frente a las costas liberianas. Entre los dirigentes africanos destaca la asistencia de los presidentes de Nigeria, Olusegun Obasanjo, y Sudáfrica, Thabo Mbeki.
LA PRESIDENTA DE LOS 'ESCLAVOS'
Ellen Johnson-Sirleaf es la primera mujer que accede a la Presidencia de un país africano, y lo hace en el primer país libre de la historia moderna de África. Liberia fue fundada en 1847 por un grupo de esclavos liberados en Estados Unidos. Esta circunstancia se revela en la existencia de una elite de descendientes de los esclavos, a la que pertenece la nueva mandataria, caracterizada por su mayor nivel social y educativo.
Johnson-Sirleaf es una economista formada en la universidad estadounidense de Harvard, lo cual le otorgaba de antemano el apoyo de las muy educadas clases medias liberianas y sobre todo del grupo 'estadounidense', claramente partidarios de la nueva presidenta frente al "africano" George Weah, cuyos principales apoyos procedían de antiguos líderes rebeldes y numerosos combatientes desmovilizados.
Ellen Johnson-Sirleaf cuenta con un historial político y profesional complejo. A lo largo de su carrera, se ha desempeñado en el mundo financiero, ya fuese como ministra de Finanzas en los años setenta, como directora para Africa del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) o como responsable regional del Banco Mundial.
Johnson-Sirleaf conoció la represión por sus posturas críticas con el poder. Tuvo que exiliarse en dos ocasiones para escapar de la persecución del Gobierno de turno. Asimismo, fue encarcelada en los años ochenta por criticar al régimen militar de Samuel Doe.
Por entonces, Johnson-Sirleaf apoyaba a los rebeldes de Charles Taylor, quien en 1989 invadió el país, al frente de un grupo rebelde, desde la vecina Costa de Marfil. Fue el inicio de una guerra civil que en 14 años causó 200.000 muertos y forzó al desplazamiento a la mitad de la población.
Ellen Johnson-Sirleaf rompió poco después con Taylor y en 1997 quedó segunda frente a éste en unas elecciones marcadas por el miedo. Su ruptura con el presidente y antiguo señor de la guerra le valió una acusación de traidora por parte de Taylor, quien dos años más tarde se vio forzado a abandonar el poder y a exiliarse en Nigeria, donde vive desde entonces.
Precisamente, su antiguo apoyo a Taylor, actualmente acusado de 17 cargos por crímenes de guerra por su apoyo a los rebeldes de Sierra Leona, habría podido influir negativamente en su candidatura, pero al final no fue así. Por si acaso, Johnson-Sirleaf ya se apresuró a garantizar que de ser elegida presidenta introduciría "sensibilidad maternal y emoción" en el país, como forma de superar los fantasmas de la guerra.
UN PAÍS DESTROZADO
Lo cierto es que Johnson-Sirleaf, una divorciada cuyo ex marido falleció hace pocos años, madre de cuatro hijos y abuela de seis nietos, va a tener sobre sus hombros la responsabilidad de reconstruir un país abatido por la pobreza y por 14 años de conflicto armado.
Liberia es un país rico en diamantes, mineral de hierro y madera, y fue de hecho un país relativamente próspero hasta 1980, cuando el analfabeto sargento Samuel Doe se hizo con el poder mediante golpe de Estado y ordenó que los ministros del Gobierno fueran atados a un poste en ropa interior y ejecutados.
Los tres millones de habitantes liberianos sufren las consecuencias económicas del conflicto y el costo moral de la pérdida de miles de vidas. Sólo el 20 por ciento de la población sabe leer y escribir y las infraestructuras públicas, destrozadas por la guerra, son claramente limitadas. La capital no tiene suministro de agua ni electricidad y el desempleo ronda el 80 por ciento de la población activa. El presupuesto del Estado es de apenas 80 millones de dólares; la ayuda internacional aporta hasta tres veces y media esa cantidad.