NAIROBI, 22 Ene. (EUROPA PRESS) -
Un año después de la firma del acuerdo de paz que puso fin a 21 años de guerra civil en el sur de Sudán, su Gobierno espera que la ayuda de los países donantes le conduzca a lograr una paz real sobre el terreno. De los 4.700 millones de dólares pedidos por Naciones Unidas para este año y destinada a ayuda humanitaria en 26 países, sólo 1.500 irían a parar al gigante africano, mientras que serían necesarios 7.800 millones de dólares adicionales para financiar la recuperación inicial de posguerra y el plan de desarrollo para Sudán, según la Misión de Evaluación Conjunta (JAM, por su siglas en inglés).
Según informa la agencia de noticias IRIN, los países donantes ya han comenzado a inyectar dinero en el país, lo que facilita el buen aprovechamiento de los programas humanitarios y de reconstrucción previstos.
Cada vez más, observadores internacionales y donantes consideran que el papel de la donación va más allá de la ayuda monetaria, y se prolonga hasta la defensa de un cambio real. Los donantes con influencia deben usar esta capacidad de actuación para acabar con la vorágine de guerras civiles, violencia y mal gobierno que asola a Sudán.
Un importante donante declaró a IRIN, desde el anonimato, que la presión coordinada y constructiva por parte de la comunidad internacional, junto al apoyo financiero, es crucial para consolidar una paz sostenible en Sudán. Los donantes, estimó, deben utilizar su influencia política de manera efectiva en los Gobiernos a los que ayudan.
"Somos demasiado blandos, no añadimos suficientes condiciones a nuestra ayuda", aseguró. "No veo ningún progreso en relación a la oposición, o el intento de frenar, las demoliciones y los desplazamientos forzosos alrededor de Jartum, la falta de cooperación con el Tribunal Penal Internacional, o las agresiones continuadas en Darfur y la falta de buena fe hacia la resolución de conflictos", agregó.
"Políticamente, fue una desgracia que Darfur no cumpliera en 2003 para salvar un acuerdo de paz. En 2004, la violencia en el Reino de Shilluk (en el centro de Sudán), descrito por algunos como un 'mini Darfur' continuó siendo ignorada por las mismas razones", agregó.
FALTA COORDINACIÓN
Mientras, el coordinador del Programa para el sur de Sudán de la Oficina Humanitaria de la Comisión Europea (ECHO), Jan Eijkenaar, indicó que muchos factores comprometen la efectividad de la recuperación en los esfuerzos de posguerra en Sudán. Dado que la comunidad de donantes es hetereogénea, afirmó, uno de los retos más importantes es coordinar las diferentes fuentes de financiación de una manera constructiva.
"La financiación no es la principal limitación en Sudán", indicó. "Es una falta de la capacidad de implementación, la actual inseguridad y la fragilidad del Acuerdo de Paz", agregó.
Eijkenaar señaló que el Plan de Trabajo de la ONU 2005 para Sudán intentó desarrollar un marco común para todos los fondos que establecía prioridades y permitía centralizar la toma de decisiones. Sin embargo, la falta de comunicación entre todos los implicados, sin embargo, resultó en la falta de planes de financiación realistas, y la actual viabilidad de llevar a cabo los proyectos.
Dado el frágil contexto político sudanés, los donantes vacilaron a la hora de acatar las actividades prioritarias y necesarias, reconocer los riesgos y poner en marcha planes de contingencia.
"Las organizaciones no pueden abordar las actuales grandes y múltiples emergencias en Sudán como un todo. La emergencia de Darfur se gestiona, en este caso, junto al resto de regiones. Como resultado, los enfoques en la variedad de asuntos y emergencias en este mismo país, Sudán, tienden a ser compartidos", explicó el coordinador. Esta explicación en bloque puede suponer un riesgo para las emergencias humanitarias adicionales.
Por otra parte, la agenda para la reconstrucción de Sudán ha tenido que ser retrasada en numerosas ocasiones debido a las disputas políticas acerca de la aplicación del acuerdo de paz, la muerte del carismático líder del Movimiento para la Liberación del Pueblo Sudanés (SPLA), John Garang, y el hecho de que los nuevos Gobiernos nacional y del sur comenzaron a funcionar hace unos pocos meses.
"Por su puesto que hay todo tipo de problemas en el primer año (después de la firma del acuerdo de paz). Es un entorno increíblemente complicado, probablemente más complicado que cualquier otro", aseguró el director del Banco Mundial para Etiopía y Sudán, Ishac Diwan.
Sudán no es un país pobre. Diwan señaló que sus 37 millones de habitantes tienen un producto interior bruto (PIB) de unos 32.000 millones de dólares, mientras que, por ejemplo, Etiopía cuenta sólo con 8.000 millones de dólares de (PIB) para 35 millones de personas.
Según el director regional del Banco Mundial, los donantes deben ejercer más presión ante las autoridades sudaneses para que se pongan medios a la desproporción de recursos.
El Gobierno sudanés y el principal grupo rebelde del país firmaron el 9 de enero de 2005 un acuerdo de paz que ponía fin al conflicto bélico de mayor duración en África, concluyendo así un proceso de ocho años y una guerra civil que costó más de dos millones de vidas desde 1983.
En una ceremonia celebrada en la vecina Kenia --donde se llevaron a cabo las negociaciones-- el vicepresidente sudanés, Ali Osman Mohammed Taha, y el presidente del Ejército para la Liberación Popular, John Garang, que murió en agosto en un accidente de avión, sellaron el acuerdo de paz.
La guerra entre el norte y el sur enfrentó al Gobierno de Sudán --dominado por sectores islámicos-- con los rebeldes, que quieren una mayor autonomía y un mayor acceso a las riquezas del país para el sur.
"Nuestra gente ha experimentado la amargura de la guerra ... la paz traerá abundancia a nuestro país", expresó entonces el presidente sudanés, Omar el Bashir. Asimismo, valoró que el acuerdo de paz no sólo era entre los rebeldes y el Gobierno, sino que también representaba "un nuevo contrato para todos los sudaneses".
Sudán ha permanecido en guerra durante casi medio siglo, y el éxito total del pacto no está garantizado mientras los combates continúen en otras partes del país. Por el momento, el conflicto de Darfur, que enfrenta desde tres años a los rebeldes con las fuerzas gubernamentales apoyadas por las milicias janjawids, sigue cobrándose vidas.