Un diplomático acusa al Ejército de Canadá de abusar de los prisioneros afganos

Actualizado: jueves, 19 noviembre 2009 14:12


MADRID, 19 Nov. (EUROPA PRESS) -

Un diplomático canadiense manifestó este miércoles ante una comisión especial parlamentaria que los prisioneros afganos transferidos por el Ejército de Canadá a las autoridades locales en Kandahar fueron torturados mientras las principales autoridades en Ottawa miraban para otro lado.

"Canadá (...) encubrió nuestras prácticas de detención bajo un secretismo extremo", aseveró Richard Colvin, que trabaja en la actualidad como oficial de Inteligencia en la Embajada que Canadá tiene en Washington, durante una declaración ante una comisión parlamentaria especial de la Cámara de los Comunes del país. "Nuestras prácticas de detención fueron impropias de los canadienses, contraproducentes y probablemente ilegales", añadió.

Colvin, el segundo diplomático canadiense de mayor rango en Afganistán durante 2006 y 2007, afirmó que intentó en vano compartir sus preocupaciones con los responsables militares y gubernamentales, informa hoy el diario 'Toronto Star'. Utilizando una cadencia calmada y diplomática al exponer los hechos, desafió lo dicho por el Gobierno durante los últimos tres años en los que afirmaba que no había pruebas de abusos hacia los prisioneros capturados por el Ejército de Canadá.

Colvin afirmó igualmente que los canadienses hicieron más prisioneros en el país centroasiático que los aliados de la OTAN, muchos de ellos inocentes en medio del caos de la guerra, y acusó a la política de hacer temer a los habitantes de Kandahar temer a las fuerzas extranjeras.

"De acuerdo con nuestra información, la posibilidad es que todos los afganos que entregamos fueron torturados", prosiguió Colvin, antiguo director político del equipo de reconstrucción provincial en Kandahar. "Para los interrogadores de esta ciudad, éste fue el procedimiento normal para operar", añadió.

Descubrió también que cuando la Cruz Roja solicitó investigar el tratamiento de los detenidos por las tropas canadienses, éstas hicieron caso omiso a sus peticiones. Colvin aseguró que entre los que estaban alertados del tratamiento a los prisioneros y no actuaron está el ahora retirado jefe del Estado Mayor, general Rick Hillier; el ex viceministro de la 'Taskforce' para Afganistán en la Oficina del Consejo Privado, David Mulroney; y Margaret Bloodworth, consejera de seguridad nacional del primer ministro, Stephen Harper.

Afirmó igualmente que las advertencias que hizo --que comenzaron en 2006-- de que los prisioneros estaban siendo torturados con descargas eléctricas, temperaturas extremas e incluso abusos sexuales, fueron ignoradas.

Indicó que Canadá dependía de dos grupos defensores de los Derechos Humanos --el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y la Comisión Independiente para los Derechos Humanos de Afganistán (AIHRC)-- para evaluar el bienestar de los detenidos después de transferirlos.

"Desafortunadamente, el AIHRC tiene una capacidad muy limitada y en Kandahar no se le permite entrar en las cárceles", explicó, y subrayó que la Cruz Roja "no fue buena para los canadienses en materia de vigilancia" porque, según su reglamento, una vez que un prisionero es transferido sólo puede informar a las autoridades afganas sobre el abuso.

INFORMACIÓN OCULTADA A LA SOCIEDAD

Reiteró que cuando la Cruz Roja quería investigar el tratamiento de los detenidos por las tropas canadienses "éstas no respondían a sus llamadas telefónicas", y añadió que el Ejército canadiense incluso rechazó decir a la OTAN el número de detenidos. "En la práctica, la información fue ocultada (...), a la sociedad canadiense", aseguró.

Colvin recordó que en 2007, cuando salieron a la luz ciertas informaciones de diarios que apuntaban a maltrato de prisioneros, se ordenó a los diplomáticos que no conservaran los registros escritos de ninguna conversación de tortura con sus superiores en Ottawa.

Además, aseguró que en mayo de 2007 las informaciones sobre detenidos comenzaron a ser censuradas "y la información crucial eliminada", y durante el verano de ese año "no podíamos escribir que la situación de seguridad en Afganistán se deterioraba a pesar de que todo el mundo sabía que era cierto".