Rodrigo Duterte
REUTERS / ROMEO RANOCO
Actualizado: viernes, 8 septiembre 2017 16:37

MANILA, 8 Sep. (Reuters/EP) -

El presidente filipino, Rodrigo Duterte, ha descartado este viernes volver a las conversaciones oficiales de paz con el Partido Comunista de Filipinas si su brazo armado, el Nuevo Ejército del Pueblo, no detiene sus ataques. Duterte paralizó las negociaciones con los comunistas en mayo, cuando los milicianos intensificaron la insurgencia.

"No habrá conversaciones hasta que se declare un alto al fuego, punto", ha afirmado Duterte en un discurso que ha dado en Davao, en el que ha añadido que si los rebeldes quieren que estalle otra guerra, el conflicto será bienvenido.

Duterte ha manifestado que se encuentra contrariado por la "doble cara" que muestra la formación comunista, cuyos milicianos, en su opinión, están matando a muchos soldados y policías y a cuyos líderes políticos exiliados ha hecho muchas concesiones.

Asimismo, ha defendido que ha demostrado que confiaba en el proceso de paz, al considerarlo un asunto prioritario de su agenda presidencial.

El líder de las negociaciones del lado insurgente, Luis Jalandoni, ha señalado que el hecho de que el Gobierno quiera frenar los ataques de la guerrilla es "ridículo" si se tiene en cuenta que los soldados filipinos están atacando las bases de los rebeldes.

El presidente filipino incluyó en el Gabinete a dos activistas afines a la formación comunista cuando llegó al poder en 2016, para demostrar su intención de acabar con cinco décadas de conflicto, en el que han muerto más de 40.000 personas.

La Comisión de Nombramientos del Parlamento negó el miércoles la aprobación del izquierdista Rafael Mariano como ministro de Reforma Agraria, en el marco de un sistema en el que todos los ministros deben ser aprobados por los diputados, aunque el proceso puede llevar más de un año.

Mariano ha tenido que dejar el Gabinete menos de un mes después de la destitución de su compañera Judy Taguiwalo como ministra de Servicios Sociales, lo que algunos analistas han interpretado como una decisión de los seguidores de Duterte para castigar a la formación comunista, aunque las autoridades filipinas han expresado su desacuerdo con la expulsión de los ministros.

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