PARIS, 23 Oct. (Del corresponsal de EUROPA PRESS, Javier Gómez Muñoz) -
La propuesta de Ségolène Royal, candidata favorita a la investidura del Partido Socialista para las elecciones presidenciales de 2007, de crear "jurados populares", elegidos por sorteo, que juzguen la labor de los representantes públicos ha sido acogida con reservas y críticas por parte tanto de compañeros de su partido como de la UMP (partido conservador, en el Gobierno).
Royal expuso ayer la posibilidad de crear este tipo de organismos para poner en práctica su concepto de "democracia participativa". "A menudo hay insuficiencias de cargos públicos que no tienen lo suficientemente en cuenta las aspiraciones de sus colectividades, ya sean alcaldías, departamentos o regiones, o también los diputados", declaró la ex ministra de Medioambiente.
La dirigente socialista propuso una "reforma institucuional" para que sean estos jurados populares los que "evalúen las políticas públicas, no con una capacidad de sanción, pero sí para mejorar las cosas". Royal cree posible conseguir de este modo una "vigilancia popular" del modo en que los cargos electos cumplen sus mandatos, en relación con la "satisfacción de las necesidades de la gente".
Dominique Strauss-Kahn, competidor de Royal por la candidatura socialista a las presidenciales, estimó hoy que que el sufragio universal es "la regla" que debe prevalecer para juzgar el mandato de un cargo público. Sin embargo, se mostró favorable a que los representantes públicos rindan cuentas de sus políticas "de la forma más frecuente posible".
"Si se trata de elegir por sorteo asambleas que entrarían en competencia con las elegidas democráticamente, estoy en contra", explicó el ex ministro de Economía. Strauss-Kahn avisó de que esta medida podría conllevar un "enorme desorden".
La portavoz de la UMP, Valérie Pécresse, fue más lejos en su crítica y juzgó que implantar "jurados populares" supondría un "retroceso de la democracia". "Se trata de una proposición demagógica y populista", censuró la dirigente conservadora. "Se trata de una visión un poco extraña de la democracia, que recuerda a los tiempos de la revolución cultural de Mao Tse-Tung en China", arremetió Pécresse.
