NUEVA YORK, 13 Abr. (EDIZIONES) -
Hillary Clinton lo ha sido casi todo en la política estadounidense: desde un cargo simbólico aunque oficial como el de primera dama, hasta jefa de la diplomacia estadounidense. Ahora se dispone --otra vez-- a intentar el asalto a la Casa Blanca jugando la baza de su experiencia y de su condición de mujer, con las que pretende romper así el último "techo de cristal" de las mujeres en su país.
"Podría haberme quedado en casa haciendo galletas y tomando el té, pero decidí realizarme con mi profesión, en la que estaba antes de que mi marido fuera una figura pública", reivindicaba en 1992, al poco de llegar a la Casa Blanca como esposa de Bill Clinton. La polémica estaba servida.
Y es que Hillary Clinton se ha caracterizado por su continua lucha por los derechos de las mujeres y su "empoderamiento", su capacidad para ocupar cargos de responsabilidad en todos los niveles de la sociedad. La última frontera, el último reto, el último techo de cristal es la Presidencia de Estados Unidos.
Este 12 de abril ha anunciado oficialmente su intención de presentarse como candidata a la Presidencia estadounidense y es la máxima favorita a conseguir el apoyo del Partido Demócrata. Sin embargo, también lo era cuando compitió por la candidatura demócrata para las elecciones de 2008, cuando fue derrotada por Barack Obama. Obama se convirtió a la postre en el primer presidente afroamericano de Estados Unidos.

Entonces, pese a la derrota, agradeció los apoyos recibidos. "Aunque esta vez no hemos podido romper el techo de cristal más alto y duro, muchas gracias. Ahora tiene unos 18 millones de grietas y la luz brilla como nunca a través, llenándonos de esperanza y con la certeza de que el camino será un poco más fácil la próxima vez", dijo.
ALEJARSE DE LAS ÉLITES
Los analistas no dudan en considerar a Clinton la favorita, pero entre sus principales carencias citan su cercanía a las élites. "Es lo más parecido a un candidato a la reelección sin serlo", señala en un artículo de análisis la radio pública NPR.
La propia Clinton reconoció recientemente que lleva sin ponerse al volante desde 1996. Sus cargos la han convertido en la práctica en una "rehén" de los servicios secretos, que controlan absolutamente todos sus movimientos y apariciones públicas.
Clinton lleva tantos años codeándose con las máximas autoridades no solo estadounidenses, sino mundiales, que sus asesores intentarán presentarla más como una política de a pie, más humana y cercana a los votantes.
El vídeo de presentación de la candidatura de Clinton es muy revelador en ese sentido, ya que incluye guiños a las familias, a los ciudadanos de a pie, pero también a minorías como los hispanos --incluye varias frases en español-- o los homosexuales, con una pareja de hombres caminando de la mano.

"Los americanos han luchado para superar una difícil etapa económica, pero la baraja sigue estando amañada en favor de quienes están en lo más alto. Los americanos de a pie necesitan una campeona y yo voy a ser esa campeona", asegura Clinton.
El argumento de la cercanía bien podría ser el mismo que utilizó en 2007 en su primera intentona presidencial: "Como me dijo alguien cercano, probablemente soy la persona más famosa que en realidad no conocen".
La otra cara de la moneda es que Clinton podrá aprovechar la poderosa maquinaria electoral demócrata creada a lo largo de los años por su marido y reforzada posteriormente con la candidatura presidencial a las elecciones de 2008.
INICIO REPUBLICANO
De hecho, Clinton comenzó su actividad política como destacada activista republicana a favor del senador Barry Goldwater en Arizona, pero en 1968 cambió su adscripción y ya hizo campaña por el candidato demócrata Eugene McCarthy. Estudió derecho en Yale, donde fue la primera de su promoción, por delante del que después sería su marido, Bill Clinton.
Sin embargo, fue Bill quien pudo desarrollar mejor su carrera política y se convirtió en gobernador de Arkansas y posteriormente en presidente de Estados Unidos. Hillary se convirtió entonces en una de las principales defensoras de una reforma sanitaria que sin embargo no pudo ser aprobada.
Cuando aún era primera dama, Hillary se decidió a disputar el escaño para el Senado que había quedado vacante por el estado de Nueva York a pesar de que nunca había vivido en este estado.
Finalmente se hizo con el cargo gracias a una campaña de cercanía en la que se sentó con multitud de representantes de la sociedad civil neoyorquina, algo que no olvidarán sus asesores de cara a esta nueva campaña. Su protagonismo político le permitió presentarse como precandidata demócrata, aunque finalmente fue derrotada por Obama.

Pese a la agria disputa de campaña, el ya presidente Obama la eligió para encargarse de uno de los departamentos más importantes, el Departamento de Estado, durante su primer mandato. Como jefa de la diplomacia estadounidense, Clinton visitó 112 países y sus índices de aprobación se dispararon.
De su época al frente de la diplomacia estadounidense datan dos de los escándalos que probablemente lastrarán sus posibilidades y serán exprimidos por sus rivales: el asalto de un grupo islamista al consulado estadounidense en Benghazi --por el que ha asumido su responsabilidad-- y la utilización de su cuenta de correo privada para asuntos oficiales.